lunes, abril 29, 2024

Violencia intrafamiliar -11-

Por Federico Pinales

La manipulación de los hijos en contra de sus padres o de sus madres es un crimen espiritual condenable, igual o peor que las agresiones físicas.

Muchos hombres al separarse de las madres, también se divorcian de los hijos y se niegan a cumplir con sus responsabilidades espirituales y económicas. Ellos lo hacen para “castigar” a las madres, ignorando que a quienes les hacen el daño es a sus propios hijos, los cuales les pasarán facturas cuando más lo necesiten.
Otros en cambio, los más conscientes, intentan asumir a plenitud todas sus responsables paternas, pero las madres toman represalias impidiendo el contacto entre padres e hijos, manipulándolos negativamente y fomentando un odio visceral contra los progenitores.

En la mayoría de los casos, las madres que toman ese tipo de represalia han sido las responsables de las separaciones entre ellas y los padres de sus hijos, en la mayoría de los casos por violencias domésticas generadas por los celos, muchos de ellos infundados, solo por sospechas no demostradas o por chismografías de amigas o de “amigos” interesados en destruir la relación.
El ensañamiento y la represalia no sólo se limitan a impedir el contacto entre hijos y padres. Se inventan acusaciones falsas para manipular a las autoridades y forzarlas a tomar acciones contra los infelices maridos.

Hay madres que han llegado al colmo de planear las desapariciones físicas de los padres de sus hijos, a través de terceros, mediante la simulación de accidentes u otros medios indirectos que no comprometan sus responsabilidades penales.

Entre esos medios figuran envolver a la Policía, acusándolos de algo grave que convenza a algunos miembros de la uniformada, de que esa persona es un peligro público y merece ser eliminada.

En los tiempos de Trujillo y Balaguer, la peor acusación era la de “comunista”, ahora es la de traficante de sustancias prohibidas o terrorista.

En febrero de 1977, en pleno apogeo de la “Banda Colorá” y de la policía represiva del régimen de los 12 años de Balaguer, fui víctima de una acusación de ese tipo, en el destacamento policial del ensanche Luperón, en la Capital, de la cual me salvó la providencia divina.

Me benefició el hecho de que el telegrama que envió el comandante policial del ensanche Luperón al comandante del destacamento de Nigua, solicitando mi
arrestó y envío a la capital, era amigo mío desde 1963, cuando él prestaba servicios como raso en Valdesia, y sabía que yo no era delincuente ni comunista, aunque presidía una organización campesina y dirigía un periódico alternativo de denuncias, sobre los problemas del campo.

El periódico se llamaba Voz Campesina y por cuyos contenidos ya había sido detenido, en varios campos del país.

El régimen ya estaba indispuesto conmigo, porque ya había renunciado de la Junta Central Electoral, en 1973, y había denunciado el fraude que el Partido Reformista estaba organizando para las elecciones de 1974.

La mamá de mis dos hijas sabía todo eso, y además tenía una conexión en las altas instancias de la Policía, el coronel Navarro, padre de su primer hijo Rafael Navarro.

Pues cuando el primer teniente Vallejo, comandante de destacamento de Nigua, recibió el telegrama, en lugar de arrestarme y enviarme preso, le entregó el telegrama a mi papá, de quién también era amigo, para que mi papá me mandara a verlo. Cuando me presenté a su despacho me dijo: “toma ese telegrama, vete al destacamento del ensanche Luperón y dile que yo te mandé”. Así lo hice, y el oficial que me recibió se sorprendió, porque yo llegué solo y me dijo: “me sorprendo, porque lo que tu mujer escribió aquí no fue para que tú llagaras de esa manera”

Me preparó mi expediente y me envió también solo al Juzgado de Paz de la calle Josefa Brea, donde fui descargado y puesto en libertad, tras el Juez descubrir que yo era inocente.

Nunca les conté esa historia a mis hijas, para no indisponerlas contra su madre, como una prueba del cuidado que siempre he tenido con la salud mental y espiritual de los hijos, a los cuales, insisto se les debe mantener alejados de los conflictos entre las parejas, para prevenir la eternización de la violencia intrafamiliar.

Aunque esa situación provocó nuestra separación definitiva, a mis hijas nunca les faltó una figura paterna que las representara en todos los momentos importantes de sus vidas, desde cumpleaños, graduaciones escolares y universitarias, matrimonios, etc., etc.
Si todos hacemos lo mismo, habrá menos delincuentes y menos conflictos dentro de los núcleos familiares.

Sería recomendable cambiar esa práctica y dejar que sean los niños y niñas quienes hagan sus conclusiones cuando alcancen la madurez necesaria como para poner las cosas en una balanza justa, sin la versión parcializada de los progenitores.
Mentirles a los niños para indisponerlos en contra de uno de los dos padres, puede tener un efecto inverso cuando estos crezcan y descubran la verdad.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

spot_img

Las más leídas

spot_img

Articulos relacionados