lunes, mayo 13, 2024

La noche que nací; me salvé en tablita

Por Melton Pineda Féliz

Era una noche tranquila cuando la bruma ya se ocultaba. Llegué a la casa de mis padres a cumplir con el compromiso de entregar una cámara marca Mamilla que había tomado prestada para hacer un reportaje para el periódico Listín Diario.

Como el manto de la oscuridad ya arropaba las escasas luces de las calles, llegué sigilosamente, tomé el aparato y decidí subir desarmado por la calle Anacaona esquina Francisco Vásquez, hasta unas cinco cuadras de distancia.

Aunque fui advertido por mi amiga Grecia Boro de que los reformistas estaban regados por ahí arriba, pero que ella no sabía qué pasaba.

Así era, los reformistas estaban vigilantes por la trama.

Mientras caminaba, notaba un extraño panorama donde hombres portando armas cortas y largas estaban apostados por todo el trayecto que me tocaba caminar.

Sin saber qué pasaba, iba completamente inocente y desarmado, porque haría la diligencia de devolver la cámara, que había tomado prestada y retornar a la casa, y luego volver a mi escondite en el sector La Playa, donde vivía mi hermano Frank Pineda.

Entre oscuro y claro, cuando pasaba un poste del tendido eléctrico, las personas que estaban apostadas en las esquinas, lograron identificarme, y me daban seguimiento, para saber si llegaba al lugar donde se materializaría el asesinato del dirigente del Movimiento Nacional de la Juventud, José del Carmen Acosta (Bimbo).

Doblé por la esquina donde iba a llevar la cámara fotográfica. La entregué a una hermana del periodista de Radio Mil Informando, Roldán Melo,

Pasé la calle para devolverme y en ese instante, noto que este hombre corpulento de tez blanca, y cabellos castaños se dirige hacia mí, y me aborda.

Se trataba de mi vecino, amigo de mi familia,  Héctor Belisario Medina Santana, (El Rubio), un dirigente reformista de la luz que se sorprende al ver que era yo quien estaba en inminente peligro, sin ni siquiera sospechar qué pasaba.

“Muchacho del Diablo, y qué tú haces por aquí,” me dice. Le cuento que acabo de entregar una cámara en la casa del periodista Roldán Melo y me voy para mi casa.

“Mira, no te atrevas a volver a bajar por ahí”, me dice El Rubio.

Le inquiero. “Rubio, qué es lo que pasa, que están todas tus gentes armadas en las esquinas”.

“Ok, no me digas más nada, abrázame, no te me despegues, no saludes a nadie, aunque lo conozca, baja conmigo, háblame, vamos a pasar por un lugar. Ahí hay unas cuantas personas, pero no te pares ni saludes”.

El Rubio me tiene intrigado y no me dice qué es lo que sucede.

Llegamos a la calle Francisco Vásquez esquina Uruguay y es cuando me dice: “Muchacho, a ti no te han matado de casualidad. Es que allí arriba por donde pasamos, ¿tú viste, a Bimbo, sentado ahí, y una joven a su lado, y unas cuantas personas? Es que hay un plan para matarlo”.
Le digo: “¿Cómo, y es así, y qué tengo yo que ver con eso? “Sí, así es, tú sabes quién eres tú y te iban a confundir, pero estamos esperando a quienes los van a matar”.

“Sucede que le pusieron ese gancho a Bimbo, que vaya a esa casa donde lo esperaba esa joven, y nos dimos cuenta, y los estamos esperando”, me informaba el dirigente reformista.

Llegamos a la casa de mis padres y me dice El Rubio: “entra y no salga de ahí esta noche”.

Desde que me dejó, tomé un arma que portaba ilegalmente y otro artefacto explosivo y bajé a mi escondite en La Playa.

Se armó el lío al otro día

José del Carmen Acosta, instigado por los mismos que planearon matarlo la noche anterior, fue a la Policía Nacional y puso la querella donde me acusaba de planear su muerte. Todo por la coincidencia, de lo cual yo no sabía nada.

Mandé a buscar al declamador Frank Adolfo Luperón. Su oficina-vivienda era en los Multifamiliares, al lado de un colmado que operaba mi madre Carlita Feliz y lo invité que fuera al liceo secundario Federico Henríquez y Carvajal para conversar algo peligroso y personal. Allí llegó el presidente del Movimiento Nacional de la Juventud (MNJ), brazo juvenil del Partido Reformista.

Este movimiento juvenil fue creado por el entonces secretario de Educación, doctor Víctor Gómez Bargés y que tuvo un gran empuje y recelo por su crecimiento entre los jóvenes reformistas.

Tanto así que el entonces presidente Joaquín Balaguer mandó a desmantelar ese movimiento juvenil. Ahí nacieron los recelos de los reformistas de querer asesinar a José del Carmen Acosta, por el ascenso que tenía en la juventud de Barahona y querían quitarlo del medio como lo hicieron con otros dirigentes de ese partido.

Al llegar Frank Adolfo Luperón al liceo, donde cursaba los estudios secundarios y era el líder estudiantil de más fuerza en la historia de Barahona, le dije: “Mira Frank Adolfo, yo soy tu amigo y de Bimbo también, no es la Línea Roja del 14 de Junio ni la izquierda que quiere matar a José del Carmen, son los reformistas que le tendieron esa celada.  Yo pasé por coincidencia por ese lugar, yo no estoy en eso”.

“Tú sabes que a mí Paulino Reyes de León y los reformistas me quieren matar. Si me apresan por esa falsa acusación, entonces yo me voy  poner en eso y entonces qué va a suceder, que si caigo preso por esa falsedad, mis compañeros se van a encargar del caso: dile eso a Bimbo”.

Frank Adolfo solo logró exclamar: “pero Dios mío, cómo va a ser eso. Yo voy a llevar a José del Carmen a la Policía para que retire esa querella. Déjame eso a mí”, me dijo.

Ok., le dije.

Frank Adolfo salió con esa misión y a poco momento pasó con José del Carmen Acosta. Desde la segunda planta del liceo los vimos pasar hacia la Policía Nacional y retiraron la querella.

Ambos fueron al liceo y nos informaron de las diligencias.

Les dije que no había problemas, y que yo no era su enemigo, que los buscara dentro de su partido, que son los criminales.

Todo quedó resuelto y nada paso en lo adelante. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

spot_img

Las más leídas

spot_img

Articulos relacionados