lunes, abril 29, 2024

En la crisis, los bancos argentinos prestan para comprar libros

Por Alfonso Tejeda
Que la crisis argentina es cada vez más embrollada deviene en “una verdad de Perogrullo“, y aunque sus efectos económicos son tan devastadores en la población y desestabilizadores en la política -hasta llegar al presidente que tiene ese país-, los argentinos resisten para mantener a flote condiciones y cualidades que desde siempre los han distinguidos, tal su aprecio al libro.

En un reciente reportaje del periódico El País, de España, titulado: “ Los argentinos han dejado de comprar libros: instantánea de una industria golpeada por la crisis” (3/3/2924), se reitera y relieva ese “amor a los libros”, infaltable en los argentinos, aún en las difíciles condiciones en que desenvuelven su día a día, en una situación que muchos/ as obtienen de zafacones y vertederos lo que pueden alcanzar para comer.

“La crisis económica en Argentina, que hoy es el país con la inflación más alta, vació los bolsillos de los ciudadanos y comprar libros resulta cada vez más inaccesible”, se lee en el reportaje, que apoyado por Juan Manuel Pampin, presidente de la Cámara del libro ubica ese producto “en tercer o cuarto término después del pago de la comida, los servicios, los alquileres, la vestimenta”.

Con números cada vez más reducidos en producción y ventas, para los libreros argentino es “un acto de fe” seguir en el mercado del libro, bien y valor cultural que sustenta esa arraigada disposición que se manifiesta en la apertura de nuevas librerías y pequeñas editoriales que sostienen el estandarte argentino de ser uno de los países en el continente -aún con la crisis- con mayor número de librerías por habitantes, que en la capital Buenos Aires la relación es 22/100 mil habitantes.

Mi atrevimiento se evapora y me advierte de cualquier pretenciosa comparación con República Dominicana, pero la esperanza -“que es lo último que se pierde”- me ilusiona cuando leo: “Las librerías también recurren a convenios con bancos para ofrecer alternativas de pago a los clientes. “Todos trabajamos en conjunto para atravesar estos tiempos”, afirma Carla Campos, de Nativa Libros.

Que bancos comerciales tengan en su cartera de servicios una línea de créditos para financiar libros es el argumento más contundente para justificarle a los argentinos esa autoestima con que se pasean por el mundo, y ayuda a entender por qué ese país se vanagloria de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo, Julio Cortázar, Alfonsina Storni, Martin Caparrós, Ricardo Piglia, Tomas Eloy Martínez y Leila Guerreiro, y explica que nuestro Pedro Henríquez Ureña se estableciera allá.

“Como la esperanza es lo último que se pierde”, me atrevo a soñar que bancos dominicanos -tales el oficial y el más grande de los privados- que auspician limitadas colecciones de libros que distribuyen entre algunos clientes y allegados escogidos, -y que son los que financian o disponen más recursos en distintas carteras de rápido retorno-, en algún momento incorporen una línea crediticia editorial que facilite la adquisición de libros, como hacen bancos de Argentina, que en medio de tan drástica y dramática crisis económica, facilitan préstamos para que los argentinos sigan leyendo.

 

 

 

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