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jueves, diciembre 12, 2024

Qué es y cómo se dirige una campaña política

(segunda parte de cuatro)

POR RAFAEL CESPEDES MORILLO

Relacionándose con el candidato

Debemos partir de que él es el líder, el jefe, el propietario del proyecto y de todo lo que eso significa, pero no del asesor. La libertad y la dignidad del asesor nunca la deben incluir en el contrato de trabajo. El asesor es el responsable de la dirección que llevará a la victoria, y para ello no debe ni puede ser marioneta. 

Otros elementos que hay en esas necesarias relaciones con el cliente, o candidato, es que mis reuniones con el candidato son siempre completamente privadas, salvo los casos de secciones colectivas de trabajo. Pero cuando se trata del manejo de la estrategia y de mis señalamientos directos a él, eso es tan privado, como que el jefe de campaña, ni el cónyuge deben estar. Las cosas que allí se tratan solo serán conocidas si el candidato decide decirlas, pero si no, ahí se quedan. 

Voy a explicar por qué es esto, porque si algo produce celos, en especial, en su entorno, son estas reuniones, uno casi escucha las mentes de los cercanos cuando piensan, aunque no lo dicen: “qué es lo que se cree este asesor del carajo, él se cree de más confianza que yo”.

No se trata de confianza o no, se trata de que, por experiencia, hay por lo menos tres buenas razones que son las que me llevan a tomar esa posición o decisión. La primera es que acostumbro a intentar hacer siembra en los terrenos ajenos. Debo asumir entonces que en el mío también están intentándolo o lo hicieron. 

Otra razón es que en esas reuniones casi siempre tengo cosas que corregirle al candidato. No tiene nada de elegante hacerlo delante de más personas, pero además, y sobre todo, es que cuando tengo tiempo y he corregido muchos, los mismos cercanos son los primeros que comienzan a pensar cosas, como que mi líder tiene muchas fallas, no me había dado cuenta,  y estas cosas pueden llevar a otras dos cosas, malas las dos, una, a que el liderazgo del candidato comience a minarse, y que los cercanos en algún momento se consideren en libertad de corregirle, y créame, ambas cosas son negativas, no hay por lo tanto porque exponerse a esas situaciones que de antemano sabemos pudieran venir. 

Como vemos entonces, estas reuniones privadas no son para algún beneficio del asesor. Son para el beneficio del candidato y de la candidatura. ¡Claro! El asesor no debe olvidar que al margen de las correcciones que le haga al candidato, está la realidad de que si él está donde está, es porque tiene una serie de cualidades, sin duda, mayores y mejores que las posibles fallas. 

De modo que él es algo más que el promedio en su habitad, solo que él como todos los demás, no es perfecto. Lo otro importante en esas relaciones que acostumbro es a no decirle a mis clientes lo que deben hacer. Acostumbro a decirles lo que les conviene hacer. 

Un punto trascendental en esa construcción de las relaciones con el candidato está la parte de la confianza. Esas relaciones deben basarse en esto como pilar, porque si no, el resultado va resultar muy débil.Les sugiero a mis clientes: cuando te digan algo que yo dije o hice, me lo pregunta directo. Te lo confirmaré o negaré, según sea verdad o mentira. No miento, ni engaño ni traiciono, igual que cuando te diga algo de alguien. Estás automáticamente autorizado a preguntarme delante de esa persona lo que te dije. No soy capaz de decir por detrás lo que no sería capaz de repetir de frente. Así que cuando deje de creer o confiar en mí, me lo dice, lo conversamos y si es necesario nos despedimos. Pero seguir juntos es improductivo para ambas partes. La confianza es de total necesidad. Continuará.

Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes Morillo
Rafael Céspedes

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