Por ingeniero Bolívar Rodríguez
En total, la República Dominicana tiene instalado un avanzado sistema de energía limpia, incluyendo las plantas comerciales solares e hidroeléctricas, los autos productores de doble vía y los pequeños sistemas. Hay más de un millón de kilovatios instalados a la fecha, o sea, más de 1000 megavatios, con lo cual somos líderes en el Caribe. Y pensar que en el 2007 apenas experimentamos con rústicas cocinas solares y otros incipientes aparatos.
¿Y nadie se vanagloria por ello? No puede ser. Hagamos memoria. Reflexionemos y miremos hacia atrás, valoremos con orgullo y veamos realmente de dónde vienen estos avances. ¡Increíble!
El panorama energético a nivel global era sombrío. Se hablaba entonces del fin de las reservas mundiales de petróleo que era el producto –y sigue siendo- que mueve el desarrollo de la humanidad.
Aquí en el país se hizo conciencia de la situación y un grupo de instituciones y sus respectivos expertos decidieron plantearse soluciones que fueran factibles a la realidad nacional.
Había que crear una Ley marco que incentiva a nivel local el surgimiento y aprovechamiento de las nuevas energías.
Entre los actores determinantes para formular la Ley 57-07 (de incentivos a las energías renovables) debemos mencionar la Comisión Nacional de Energía (CNE, redacción final y preparación del Reglamento), el Instituto de Recursos Hidráulicos (INDRHI), la Secretaría (hoy Ministerio) de Industria y Comercio (MICM), Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MIMARN), Misión de Cooperación Técnica de Alemania (GIZ), Misión de USAID de los Estados Unidos, la Compañía Luz y Fuerza de Las Terrenas, entre otros.
El primer modelo de la Ley de Incentivos fue presentado por la División de Energía del antiguo INDOTEC (hoy Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria (IIBI) en el año 1992, durante la Primera Feria Internacional de Energías Renovables celebrada en el Museo del Hombre Dominicano de la Cultura. De todas maneras, todo indica que las reservas de petróleo declinarán hasta agotarse alrededor de los años 2080 a 2100 para los fines de transporte y electricidad, a menos que el hombre pueda desarrollar los hidratos de metano del fondo de los océanos. Frente a esta realidad, el hombre está prestando cada vez mayor atención y recursos a las fuentes de energías renovables y/o alternativas como los vehículos eléctricos y los del hidrógeno. Muchos países tienen metas trazadas de aporte renovable a la matriz energética, por ejemplo, nuestro país se fijó un 30 % para el año 2030. Actualmente aporta cerca de un 19 % del total.
Todas las energías primarias utilizadas en la tierra tienen o tuvieron su origen en el sol, exceptuando la nuclear, la geotérmica y las mareas (aunque estas reciben influencia gravitacional mínima del sol), las cuales juntas no llegan al 1% del aporte solar total primario a la humanidad. El origen de la energía solar es la fusión termonuclear del hidrógeno para producir helio como se sabe, o sea, el sol es una gran bomba de hidrógeno en equilibrio que sostiene a la humanidad, diferente a las bombas de fisión atómicas o de uranio creadas por el hombre. El sol viaja por el espacio a una velocidad de 72,000 km por hora junto con todos los planetas unidos y protegidos por la gravedad
Los primeros paneles solares llegaron al país en la década de los sesenta, principalmente importados por extranjeros que decidieron establecerse en el país, atraídos por las bondades climáticas. Pero eran sistemas solares pequeños de algunos kilos de potencia, usados para bombeo de agua y luces de emergencia en zonas turísticas aisladas, limitados por el alto costo de los paneles.
Durante ese periodo hasta los ochenta, las aplicaciones comerciales de las energías renovables se limitaban a los calentadores de agua y a las presas hidroeléctricas. La primera industria dominicana de tecnología solar surgió en el año 1982 con la fábrica de calentadores de agua de placa plana, dirigida por el ingeniero Gilberto Serrulle, la cual recibió el apoyo de la recién creada Comisión Nacional de Política Energética.
Después le siguieron varias industrias más en el mismo renglón del calentamiento de agua, la mayoría de las cuales fueron desapareciendo asfixiadas por los altos costos de los materiales, que eran 100% importados y no podían competir con la energía eléctrica muy barata en esos tiempos.
Actualmente han surgido nuevas empresas de calentamiento solar de agua de tubos al vacío mucho más eficientes, estimulado por los incentivos de la Ley 57-07, los altos precios del petróleo y el espectacular auge del turismo.
Bajo estas condiciones, las plantas eléctricas solares y los parques eólicos o generadores a partir del viento empezaron a aparecer en escena en la primera década de este siglo, con un ritmo de crecimiento insospechado, al pasar en menos de 20 años de varios kilos hasta más de 100,000 kilos de potencia en una sola planta.
Por eso es que ahora se plantea que la “energía limpia vino para quedarse”. Las plantas comerciales solares e hidroeléctricas, los auto productores de doble vía y los pequeños sistemas están en vías de franco crecimiento. Pero ¿qué está pasando con las inversiones en energía limpia en el país? ¿Cómo están creciendo las grandes inversiones en este renglón?
Como decíamos al principio de este artículo, a la fecha tenemos más de un millón de kilovatios de energía robusteciendo el sistema energético nacional, o sea, más de 1000 megavatios. Ya somos, ¡indudable!, los líderes en el Caribe en aportes de energía ecológica.
¡Enhorabuena!
*El autor es experto y uno de los pioneros en energía renovable en el país, actual Jefe de la División de Energía del IIBI.
