Miguel J. Escala
Con frecuencia escuché a mi padre decir la expresión: “y lo que falta…”. Solía usarla cuando algo ocurrido en la familia o en la sociedad lo sorprendía, fuera un evento conflictivo o no, pero del cual se esperaba que llegaran nuevas “ediciones” con mayores sorpresas. Mi tío, mayor que mi padre, quien vivió hasta los 99 años (mi padre falleció a los 89), también utilizaba esa frase. Él me contó que era una expresión de "Mamache", su abuela paterna.
Con el tiempo, adopté esa expresión en mi propio lenguaje, y ahora, con una ligera modificación, quiero que sea el nombre de esta columna que se inaugura con este artículo y que continuará con “los que faltan”. La idea es compartir reflexiones sobre las sorpresas que nos depara la vida, siempre con cierta ansiedad por las que aún están por venir, tanto para quienes escribimos como para quienes leemos estas entregas.
En mis primeras columnas, incluidas esta y las que faltan, quiero enfocarme en el tema de la edad, en especial en esa expresión que escuchamos con frecuencia: “eso es propio de la edad”. En mi caso, uno de los primeros enfrentamientos con esta frase ocurrió al perder agudeza visual. A los 40 y tantos años, conocí la presbicia. Después de disfrutar una visión 20/20 hasta los 40, a los 43 no tuve más remedio que visitar nuevamente al oftalmólogo. Ya no podía extender más los brazos para leer las letras pequeñas. Su diagnóstico fue claro: “Tienes presbicia, algo propio de la edad”. Me recetó lentes para leer, y aunque el recordatorio de que los años pasaban era inevitable, aquello fue bastante aceptable.
Sin embargo, la realidad se tornó más difícil de aceptar pocos años después, cuando, antes de los 50, un oftalmólogo más joven (y antiguo alumno mío) me anunció que necesitaba bifocales debido a una “hipermetropía senil”. Protesté por el término “senil” para definir mis casi 50 años, pero no tuve otra opción que aceptar el diagnóstico y adaptarme a mis primeros bifocales. Así inicié un viaje de aceptación de lo “propio de la edad”, aunque con cierta resistencia a las etiquetas que lo acompañan.
No puedo dejar de mencionar las nuevas rutinas médicas que comenzaron a ocupar un lugar en mi agenda, como los chequeos para el colesterol, el PSA, la sangre oculta y otros análisis, todos “propios de la edad”. Desde la toma frecuente de presión arterial hasta la colonoscopía periódica, pasando por el anual tacto rectal, cada visita médica añadía un recordatorio de que los años no perdonan, aunque no se encontrara nada peligroso. Algunas pruebas traían diagnósticos superables; otras, condiciones con las que había que aprender a convivir. Todo iba con la edad.
Además de los aspectos médicos, lo “propio de la edad” también afecta nuestras relaciones sociales y familiares. La partida de los padres y otros familiares mayores se torna, tarde o temprano, inevitable. Sin embargo, lo más difícil de aceptar es enfrentar las muertes de compañeros de estudio y, en mi caso, incluso de alumnos. Mi abuelo solía regresar de los velorios diciendo: “tenía permiso”, excepto cuando el fallecido era de su misma edad o menor. Lo cierto es que, con los años, nos enfrentamos a más despedidas de personas cercanas que en etapas anteriores de la vida y se sienten más.
Aun así, lo “propio de la edad” incluye también innumerables aspectos positivos: el disfrute de los nietos, el privilegio de filas prioritarias en los bancos, la exención del Impuesto al Patrimonio Inmobiliario (IPI) si solo se posee la vivienda en la que se vive, los descuentos en entradas a museos o espectáculos, y, sobre todo, el mayor tiempo para dedicarnos a nuestros pasatiempos favoritos. Estas son pequeñas recompensas que llegan con los años vividos, y que podemos abrazar con gratitud.
Al alcanzar cierto umbral en la vida, que varía según cada individuo, lo “propio de la edad” puede incluir dejar de trabajar con la misma intensidad, sentir cierta inseguridad por la salud de la pareja o los amigos, e incluso preferir sembrar cultivos de ciclo corto, más seguros de ver florecer. Las preocupaciones dejan de ser laborales para tornarse presupuestales (¿hasta dónde puedo llegar?) y de salud (¿qué señales debo tener en cuenta?).
“Propio de la edad” no es simplemente una etiqueta para justificar los cambios que experimentamos con el paso del tiempo. Es una invitación a reconocer nuestras transformaciones, a celebrar nuestras fortalezas y a aceptar nuestras vulnerabilidades. Cada año que sumamos trae consigo nuevas historias, aprendizajes y oportunidades para reinventarnos.
Por eso, los invito a reflexionar juntos, a reírnos de los tropiezos, a celebrar los logros –grandes y pequeños–, y, sobre todo, a comprender que lo “propio de la edad” no nos define; simplemente nos acompaña en el camino. Al final, lo importante no es solo cuánto nos queda por vivir, sino cómo decidimos vivirlo. Espero sus valiosos comentarios, no necesariamente como respuestas para seguir construyendo, sino también como preguntas que me ayuden a pensar a mí y al resto de los lectores. Hasta la próxima.
Excelente profesional el profesor Escala,
reconocido y meritorio, y una gran adquisición de PronosticaMedia, que sigue fortaleciendo su línea editorial y diversificando su propuesta.
Excelente Dr. Escala. Esto le servirá a la humanidad que pasa de los 50 y que está también sufriendo lo que es Propio de la Edad, incluyéndome. Felicidades.
Simplemente FENOMENAL, mi querido y admirado Miguel. Excelente decisión de compartir vivencias "propias de la edad" alcanzada, privilegio que muchos no logran disfrutar. Felicitaciones, querido y admirado Amigo 👏 💪 👍 🙌 👏
Excelente! Lo disfruté…
Experiencia compartida desde hace ya varios años
… siempre hay algo "nuevo" que antes no me había pasado…
Propio “de la edad” también el seguir ganando hij@s y niet@s que lo adoptan por el cariño genuino y el orgullo del recorrido vital realizado. Un abrazo y bendiciones!
Me encanta que tu enfoque apreciativo sobre el tema educativo este presente en la forma en que valoras los cambios del cuerpo y de la mente "propios de la edad".
¡Felicidades, Miguel, por esta gran columna! Me encantó el tema, y te agradezco por poner sobre la mesa un concepto del que hasta hace poco no me había percatado: el edadismo.
Curiosamente, esta semana lo viví en carne propia, pero de una manera inesperada… ¡y positiva! Mi gimnasio me sorprendió con una reducción en la cuota de pago, y confieso que nunca había disfrutado de ser “discriminada” por mi edad hasta ahora.
Gracias por abrir esta conversación, sin duda es un tema que da mucho para reflexionar. ¡Un abrazo!
Excelente querido y apreciado Miguel!!! Saludos a Pilar.
Ciertamente, muy interesante, mas que un breve recuerdo de un espacio de la vida resulta ser un extracto de lo que ha pasado y lo que aun falta por venir. Me ha servido para reflexionar y preguntarme, en que edtoy, en lo que he hecho o lo que me falta?…
Un artículo sin desperdicios, por lo visto todos pasamos por las mismas experiencias, ‘propios delanteros edad’.
Un artículo sin desperdicios, por lo visto todos pasamos por las mismas experiencias, ‘propios de la edad’.
Ni te digo, querido Miguel, cómo lo “propio de la edad” nos va sorprendiendo a nosotras las mujeres. Sobre todo, porque, además, existe la pretensión social de someternos también a la tiranía de ciertos cánones estéticos, a golpe de “low-carbs”, láser, cosméticos o bisturí. ¿Debería ya ser fácil para nosotras escapar de esa presión social a estas alturas de siglo?
Disfruto mucho con lo que escribes! Espero “ los que faltan”. Un fuerte abrazo!
Un disfrute ortográfico y una narrativa colgada de realidades que nos hacen concientemente solidarios., y esa frase " ..y lo que falta .." muy usada por mi padre.
Adelante, con entusiasmo espero por " los que faltan.."
Abrazos
Muchas gracias D Miguel. Excelente. Trato de enlistar algunas cosas “propias de la edad” y miro las manchas en mis brazos y manos, las canas, el “guay” cuando me levanto agarrándome la espalda baja, las vueltas en la casa buscando los lentes que llevo puestos y así…
“Y lo que falta,” además de los cambios con la edad
Un tema muy interesante al que nos ha inducido el Dr. Miguel Escala. Él se cuestiona de su aprendizaje colectivo inconsciente sobre la frase “Y lo que falta.” Una herencia de su padre y quizás de su abuelo. Esta dialéctica de existencialismo le llevó a pensar sobre las cosas que llegan con la edad, nuestros roces en sociedad "y las que faltan." Quizás, esas que nacen de la existencia misma, como producto de nuestro diario vivir.
En este sentido, yo hice una búsqueda rápida en Google y descubrí que muchas de las cosas mencionadas por él, son de común interés para un gran número de personas. Me refiero en primera instancia a las cosas inevitables como la experiencia y sabiduría que vienen con los años de vida, colmando nuestras experiencias.
Luego, los cambios físicos que se van marcando y reflejando en nuestro rostro, nuestro cabello y nuestro cuerpo. También nuestro avance profesional, que por pequeño que sea, este nos lleva a ampliar nuestras perspectivas de la vida, algo que llega con lo que suelen llamar madurez, y no lo física, sino la emocional. Así por igual llega nuestro retiro de la vida laboral de 9.00 am a 5.00 pm y para muchos la ampliación de la familia con los nietos de toda naturaleza u origen.
Todo esto sin contar el discurrir de la historia de lo que nos toca vivir, como la elección del primer presidente de color en los EE. UU., cambio de dictaduras o guerras. Estos fenómenos también nos afectan directa o indirectamente. A mí, por ejemplo, me tocó vivir la guerra en Iraq. También, ver mi hija, ir en misiones a países europeos. Para otros este acertijo los puede llevar a confrontar la perdida de amigos por sus traslados a otras unidades de comando (yo por suerte me retiré del ejército hace ya dos años).
Así, luego de haber tocado en las cosas inevitables que nos tocan vivir, ahora quiero mencionar esas otras tantas cosas que nos impactan debido a nuestras elecciones personales dentro de nuestro mundo de actividades. Además de “lo que falta,” de las que nos llegan por la asociación de las personas con las que compartimos nuestras vidas.
En este grupo de las cosas que nos llegan por nuestras decisiones, de actividades, nuestros hábitos o de interacciones con amigos, familiares o conocidos se encuentran, entre otras, algunas de las siguientes. La primera y más importante es la educación. Uno nunca para de aprender. Yo he completado dos licenciaturas, tres maestrías y completé los 61 créditos de un programa de doctorado. Más, además de todo eso, complete dos certificaciones adiciones, una en economía y la otra en computadoras.
Es decir, la curiosidad es algo que me ha traído muchas otras cosas en la vida (y no todas buenas). Me trajeron la satisfacción de entender muchas cosas que me intrigaban, pero me robaron mucho tiempo de mis relaciones familiares. Por tanto, quizás un divorcio se debió a mi decisión de seguir estudiando. Más, yo he visto otros compañeros y amigos que su amor por el arte, ya sea la música o la danza, eso también trajo cambios dramáticos en sus vidas.
Como se puede ver, "y lo que falta," realmente puede abarcar muchas cosas. Esa simple frase puede llevarnos a un análisis de varias horas sobre existencialismo. Sin embargo, hay dos cosas que quiero traer a colación para cerrar mi aportación al tema. La primera se refiere a la forma en como uno percibe su vida propia. Esto con relación a como uno responde a los retos de la vida para seguir en pie. A veces nos enfrentamos a adversidades que nos afectan grandemente. Otras veces la vida nos trae bendiciones inesperadas.
Es como la idea del título de mi última novela en donde presente a mi personaje canino como un visitante, en la melodramática actuación de nuestras vidas rodeada de besos y lágrimas. Y para responder mejor a estos acontecimientos provenientes de las cosas que elegimos hacer con nuestras vidas, yo recomendaría siempre pensar en el impacto que nuestra(s) acción(es) puede causar a(en) otros.
Uno con la edad ha aprendido a responder a las adversidades (bien-o-mal), pero hay ocasiones en que un pequeño gesto de nuestra parte puede representar un gran alivio para otros. Lo que quiero sugerir es que ese “y lo que falta,” sea más un resultado de nuestra amabilidad para con los otros. De tal forma que lo que ellos esperen recibir de uno, no sea nada dramático.
Si bien la edad nos da la base para subsistir, la verdadera riqueza de la vida proviene de lo que le agregamos para nosotros o los otros con quien interactuamos. Pensando así, veamos cada día como una oportunidad para crecer, crear y contribuir de maneras que podamos transcender la efimeridad vital de nuestros días.
Reyes-Mariano, Miguel A.
Aceptar la realidad del envejecimiento, sin angustia es lo mejor que podemos hacer. Eso no quiere decir que tengamos expectstivas que no "propias de la edad. Buen articulo.
Excelente aporte distinguido amigo, hay que seguir quitandole terreno a la ignorancia y a las tantas estupideces que nos llegan. Te sugiero que aborde el tema de los conflictos generacionales. Muchas veces no entiendo a muchos jovenes con los que tengo que interactuar, no han aportado nada y todo quieren que se lo resuelban los mayores. Gracias gran amigo por poner su abundante materia gris al servicio de los que tienen mucha pero no quieren usarla.
excelente este articulo y lo compartí muchas veces, y que puedes escribir de como hacer el amor después de cumplir 70 o mas años
Excelente reflexión, cada etapa de la vida tiene cosas propias de la edad.
Acertado artículo desde principio a fin. Se disfruta la lectura, cada palabra es como si te llevara de la mano por un camino.
Muy buenas anécdotas y experiencias!!!. Se me ha quedado en la mente: "tenía permiso"
Genial idea de enfocar nuestra realidad y el tiempo que queda. La mia ha sido tambien previamente de quirofanos. Y ya llevo 12. Abz
Gracias Padrino por esta tremenda enseñanza y reflexión!
“Y lo que falta”
Excelente reflexión Miguel, no podías describir mejor los diferentes eventos que nos toca enfrentar y asumir con el paso de los años. Aunque esa reflexión es común para toda persona de tu edad, lamentablemente muchos no logran entender que esta vida es de paso y que lo importante es poder disfrutar al máximo lo que tenemos y ser agradecidos con lo que nos ha tocado. Generalmente hay que hacer un esfuerzo para que las personas valoren más lo que tienen y no lo que carecen o no han podido alcanzar.
Como dices a pesar del paso de los años y consigo las múltiples afecciones de salud, los años también nos aportan grandes alegrías, que le siguen dando sentido a la vida.
Un Abrazo
Me encanta esta primera entrega y desde ya espero las demás. Excelente. Muy cierto que no todo lo propio de la edad, es pérdida; también se gana con la edad. Felicitaciones Escala.
Marcos Díaz Guillén
Me gustó mucho tu primer edcrito, y lo que falta.
Seguro que con tu experiencia y conocimientos, tu espontaneidad al decir las cosas y tu calidad de excelente profesional y educador, lo que falta será excelente.
No me lo pienso perder.
Mi abrazo fraterno.
Excelente mensaje y de esta vivencia.
Entiendo que este mensaje aplica a todos los mayores de 60 años, aunque deja muy claro que su primer Pique fue a los 50 años .y eso que el parece no haber escuchado al legendario RODRIGUITO Y EL "SUCESO DE HOY", LA NUTICIA DE HOY :CARRO ARROYA, HACIANO DE 40 AÑOS..
CONCLUYO QUE SOLO EL 7% DE ESTE GRUPO TENEMOS MAS DE 65 AÑOS. EL 93% YA SE FUE SEGUN ESTADÍSTICAS MUNDIALES.
MUY INTERESANTE Y DE ALIENTO PARA SEGUIR J…EN EN ESTA CORTA VIDA.
Muy atinada contribución de Miguel Escala. Me hace recordar los momentos embarazosos con colegas cuando se refieren a otra persona diciendo que es alguien ya viejo y al darse cuenta que es alguien de edad cercana a la mía rápidamente tratar de corregir su expresión ya sea diciendo: “bueno, no está tan viejo” o “tú luces mucho más joven para tener la edad que tienes”.
Adopto, como lo propone Miguel, la expresión “y los que faltan”.
Excelente artículo Miguel. Me parece genial compartir experiencias nuevas que vamos viviendo con la edad “y lo que falta!!!!”
Hola Miguel:
Disfrute con alegría este primer artículo. Me reía a medida que avanzaba en la lectura de tus ocurrencias. Y los que faltan…para seguir disfrutando tus artículos.
Felicitaciones. Un fuerte abrazo
Profesor, acabo de leerlo y sinceramente lo aprecio. Y es que llegando a "cierta edad" empezamos a darnos cuenta de lo bueno que ha sido nuestra época, especialmente para aquellos que nacimos a fines de los 50 hasta mediados de los 60, los famosos baby bommers! Y es que con el desarollo científico tecnológico científico que hemos vivido ha hecho que vivamos más y mejor, y con mayor calidad de vida! Nos ha convertido en más humanos y en más conscientes de nuestro rol en este mundo!! También nos ha dado la oportunidad de saborear estos cambios que se van dando en nuestras vidas y en nuestros cuerpos! Y nos cuidamos más con nuestra alimentación, nuestro estilo de vida, etc. Y manejamos más información y hablamos abiertamente de temas que anteriormente eran tabú, como Próstata, cáncer, tacto rectal, colonoscopia, ..y un largo etcétera! tanto para hombres como mujeres!! Y vamos aceptando estos cambios * propios de la edad* con un estoicismo increíble! Estamos llegando a la tercera juventud!! Yo a esta edad me siento de 15 internamente, aunque sé que tengo 65!! Y lo que falta!!
Mi amado profesor. Después de leerle este artículo a Rosa Ariza, a quien le hablo y le comparto cada día las cosas agradables que pasan. Decidí que la lectura fuera grupal y ver las reacciones de los oyente.
Todos decían : “ El nos conoce , está hablando de nosotros.”
Gracias por compartirnos , parece una conversación con todos los coetáneos y no hay contradicción ni lucha de contrarios.
Gracias Maestro.
Esperamos los que falta.
Gracias, a todos por sus comentarios. Aprecio las reacciones, para seguir construyendo