jueves, mayo 2, 2024

PN mata cuatro en Barahona en 1970, escapé de la persecución

Por Melton Pineda
El fusilamiento de cuatro jóvenes en Barahona ocurre en el marco de una gran agitación política en esta ciudad y en gran parte del país contra de la represión del gobierno Joaquín Balaguer y por la demanda de construcción de obras de desarrollo, incluyendo un nuevo local para el liceo Federico Henríquez y Carvajal.

El clima político en el país estaba en ebullición también por la primera reelección del doctor Joaquín Balaguer, que, sembrando el terror en todo el país con el apresamiento de opositores, especialmente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), jóvenes de izquierda, muertes y desapariciones, lo que motivaba la realización de movilizaciones, especialmente en los liceos, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y en los barrios populares. 

Esa noche del 15 de marzo de l970 un grupo de estudiantes del liceo Federico Henríquez y Carvajal, nos convocamos junto a dirigentes de partidos de izquierda, para un micro mitin en la esquina el puente del río Birán, justamente donde se inicia la calle Las Delicias, en el barrio La Playa de Barahona, en repudio al gobierno del presidente Balaguer.

Este hecho de sangre antecedía al asesinato de tres jóvenes en Hato Mayor, en la región Este. 

Fue el preludio de una escalada de represión contra ciudadanos indefensos y quienes dirigíamos las protestas estudiantiles y grupos sociales.

Esta represión conllevó que, al retorno de nosotros desde la capital, hacia donde huimos por recomendaciones del Listín Diario, nos apresaran, porque retomamos la lucha callejera en reclamo de las libertades públicas, contra la primera reelección del doctor Balaguer y reclamando justicia por las cuatro muertes y la libertad de un grupo de políticos locales apresados. 

El licenciado Virgilio Gautreaux Piñeyro, reseñó en un artículo que “numerosos ciudadanos de la provincia murieron asesinados de manera violenta. Entre los muertos a balazos por patrullas mixtas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional estaban Luis Porfirio Medina, Persiliano Gómez, Darío Berroa, Bruno Cuevas y César Féliz Moreta. El 28 febrero fue muerto en la sección El Peñón el agricultor Pedro Enrique Melo López, quien fue sacado de su hogar por una patrulla mixta que lo ultimó a balazos en presencia de su esposa. El grupo de uniformados actuantes dio una versión contraria.

“Vicente Noble, Tamayo y otras localidades aledañas a Barahona, fueron escenarios de muertes, atracos, robos y otros hechos de violencia. Por tal motivo, la población de la demarcación se recogía en sus hogares desde el oscurecer. Esta situación fue calificada como un “virtual estado de sitio”. El laborioso hacendado Manuel Espinosa, tronco de familias barahoneras (abuelo de Mirelys Matos Espinosa), fue asesinado en Tamayo por atracadores.

“El periódico el Caribe el 8 enero manifestaba mediante un editorial, su preocupación por la situación de violencia que existía en la provincia Barahona”.

“Amenazas, persecución, apresamientos y tortura a corresponsales periodísticos barahoneros de El Caribe, Listín Diario, Radio Comercial, Radio Mil y Radio Cristal. El corresponsal de Radio Mil, el amigo Roldán Melo, fue apresado y torturado bárbaramente en el palacio de la Policía de Barahona. La brutal golpiza requirió su urgente traslado a la clínica Abreu en la ciudad capital, donde permaneció internado por varios días para reponerse de los macanazos y golpes que recibió mientras estuvo apresado. Fue liberado por la Policía ante el temor a que falleciera, debido a la cantidad de golpes que recibió en la cabeza y otras partes del cuerpo. Este atropello recibió la repulsa nacional”.

“Apresamiento del periodista Melton Pineda corresponsal del Llistín Diario, el cual fue amenazado por el Comandante de la Policía de Barahona, el cual acusó a los comunicadores de la provincia como los responsables del estado de inquietud que reinaba en la zona. Dicho oficial manifestó que la situación de la prensa en Barahona era muy diferente a la época de Trujillo, cuando, según éste, los periodistas locales eran nombrados por el sátrapa”.

A raíz de este vulgar fusilamiento, en la Playa El Estero, a pocos kilómetros de la ciudad, el ambiente lucía enrarecido en la calle Duarte, en el puente del Río Birán, las calles de Barahona presentaban en general lucían desérticas y la población se recluía en sus hogares. Solo militares y policías patrullaban las calles, fuertemente armados, pero nadie podía poner un pie en las calles sin pensarlo.

 A eso de las ocho y media, apenas se lanzó la consigna, abajooooo el gobiernooooo, Balaguer Asesino, Balaguer asesino, comenzaron a brincar desde las paredes y a salir de los callejones de las casas personas vestidas de civil disparando sus armas a los que se le hizo frente también con disparos.

Al ver la realidad, estos se replegaron y el grupo de jóvenes nos dispersamos por diferentes vías, y Capullito y Dendén corrieron por la calle Las Delicias y doblaron por la esquina con la calle Candelario de la Rosa, a la casa de una señora llamada Rosa, que se decía era confidente de la PN y lanzaron una bomba incendiaria que quemó una de las paredes y algunos electrodomésticos de la vivienda.

Minutos más tarde, agentes del temible Servicio Secreto, llegaron al lugar e hicieron redadas y apresaron varias personas, entre ellos al deportista Eusebio Reyes, a Teodoro Torres y a los señores Gilberto Díaz y Rafael Sánchez, padre e hijos. El grupo fue apresado por agentes de la PN y llevados al Cuartel General.

Estos jóvenes fueron torturados y asesinados a palo y macanazos en el mismo cuartel de la Policía Nacional en l970, luego, ya moribundos algunos de ellos, fueron introducidos en vehículos patrulleros y llevados a la Playa El Estero a pocos kilómetros de la ciudad.

Una vez allí y como cómplice el silencio de la madrugada de ese día solo resonaban los tableteos de las ametralladoras de los agentes policiales, comandados por el sargento Lucas del Rosario Medrano (Ráfaga), quien estaba acompañado de un equipo de criminales uniformados.

Estos jóvenes ninguno había participado en la manifestación y fueron torturados, y como hemos dicho,  a uno de ellos, Eusebio Reyes, cuando sus familiares procedían a bañarlo para colocarlo en el ataúd para ser velado, se sorprendieron porque le habían cortado sus genitales, (su miembro y los testículos) al parecer con un objeto filoso.

Varias versiones corrieron en Barahona acerca de los motivos de ese desmembramiento al joven Eusebio Reyes, oriundo de la provincia de Azua. Una de esas versiones era que la víctima compartía la misma novia del victimario. 

El crimen fue tan bochornoso que medios internacionales se hicieron eco de la información, la que hasta el presidente Joaquín Balaguer y la alta dirección del Partido Reformista condenaron.

En nuestra misión de corresponsal del Listín Diario, buscamos y enteramos del caso al periodista y escritor, autor del libro “Sana Sana Culito de Rana”, José Labourt, quien era corresponsal del periódico El Caribe y HIJB en Vicente Noble, salimos a investigar el hecho de sangre que consternó a todo el país.

Manejando un motor Honda 50, color rojo, propiedad de mi padre, José Labourt y yo recorrimos todo el trayecto desde el punto de la Playa El Estero donde fueron fusilados los cuatro jóvenes.

Al dar la narración y el informe de lo ocurrido, el comandante policial de Barahona dijo al Listín Diario y a El Caribe que nosotros estábamos “agitando” a las masas y buscando subvertir el orden desde un motor de nuestra propiedad.

Ciertamente, la noticia no era de dominio de la población, y mientras pasábamos frente al Colegio Barney Niuton Morgan, el director docente, profesor Samuel, nos llamó y nos dijo: “Melton, supiste, sí, ando buscando la veracidad del caso, pero aún no tengo confirmación”.

Este profesor me confirmó la versión y me dijo: “por la playa de Saladilla viene una ambulancia, sin sonar la sirena, viene despacio, pero viene chorreando sangre por la puerta de atrás”.

De inmediato, me agencié un motor y le dije que me llevara a la entrada de El Malecón a esperar la ambulancia. Así era, ahí venía la ambulancia, la seguimos. El chofer al parecer nos conocía y adelantó el paso.. En esa época no existían celulares.

Llegamos hasta el Hospital Jaime Mota, el chofer encendió la sirena para entrar, pero allí ya estaban los miembros del SS-PN esperando los cadáveres.

Vi cuando abrieron la puerta del vehículo y me horrorizó la escena, los cadáveres, eran tirados al pavimento en Emergencia del Hospital e inmediatamente, la Policía ordenó el desalojo  de personas particulares, incluso hubo algunos apresamientos en el lugar. 

Obtenidos los datos del hecho, voy al local de UNACHOSIN, en la calle Jaime Mota esquina Carlos Alberto Mota, tomo el teléfono y llamo al Jefe de Redacción del Listín Diario, Dr. Milcíades Ubiera e inicio la narración del hecho.  Este me cuestionaba un tanto asombrado de lo acontecido. 

“Pero tú viste los cadáveres, le digo que acabo de dejarlos en el Hospital Jaime Mota, pero tú los viste, le digo que sí Ubiera.  Bueno, llamó, no recuerdo a qué periodista para que me recibiera la información

De inmediato, alarmado por la información, el Dr, Ubiera al parecer, acudió para informar de la noticia  donde Don Rafael Herrera, quien llegó y tomó el teléfono y me siguió interrogando ante el asombro de lo que narraba y haciéndome los mismos cuestionamientos de “que usted vio los cadáveres Pineda”, sí, sí, sí, Don Rafael. “Bueno, eso está fuerte, y usted, dónde está allá en Barahona”, le dije, y nos sugirió:  “pues salga inmediatamente de ahí, cuídate, que tú sabes que a ti te quieren quitar del medio, y por qué  no sales de Barahona,  venga para la capital”. Le dije que la salida estaba muy vigilada, pero que lo haría en tanto pudiera

Me dijo que iba a enviar periodistas y fotógrafos para indagar más a fondo.

 

La noticia fue reseñada en el Listín Diario, bajo nuestra firma, denunciando que PN habían asesinado esas cuatro personas.

Al día siguiente, la población no se había enterado del acontecimiento criminal. Al llegar la noticia al liceo del asesinato de esos estudiantes, fue suspendida la docencia para evitar más derramamientos de sangre, debido a que la Policía Nacional, había dispuesto una vigilancia en torno al liceo Federico Henríquez y Carvajal.

La Policía de Barahona había producido un comunicado en las emisoras de radio afirmando que se trataba de “desconocidos” los que mataron esos jóvenes,.

Esta información recrudeció la represión contra nosotros, y agentes de la Policía, uniformados y vestidos de civil rodearon la casa de mis padres ubicada en la calle Anacaona esquina Francisco Vásquez número 19 en Barahona.

A Barahona llegaron desde la capital, en horas del mediodía, alarmados por la información, el jefe de la PN, mayor general Robinson Brea Garó y una comisión de oficiales de alto nivel, a investigar los acontecimientos.

La Policía no me conocía físicamente, lo que me permitía caminar en las calles sin ser detectado.

En esa confusión estoy sentado en el parque indagando sobre uno de los vehículos que salían temprano a la capital para salir clandestinamente de la ciudad y se me acercó el Senador de la Provincia, el doctor Noé Suverbí Bonilla, invitándome a hablar con el jefe policial, Robinson Brea Garó. Le comunique que, si lo hacía, ahí mismo me apresaban. 

La comisión del jefe policial venía investigando a los comerciantes de la calle Padre Billini y entraba a la tienda Casa Melgen, en la calle Padre Billini esquina Jaime Mota y visitaron a personalidades que ni sabían lo que había pasado.

En la noche hablé con Alcedo Matos, (Nabo) nuestro cuñado, esposo de mi hermana Teresa, y le solicité que hablara con César Richardson, quien junto a Porfirio Jiménez (Joven), artista, lo visitaron y acordaron recogerme donde mi hermano Frank Pineda, en la calle Las Carreras, esquina 30 de Mayo, lugar de mi escondite.

Así se hizo, a eso de las 7:00 de la mañana, César Richardson nos recogió en un carro de su propiedad y nos instruyó que no saludáramos a nadie en el control de Policía en La Virgen, a la salida de Barahona. Así lo hicimos, luego divisamos que había un fuerte registro policial. Pasamos sin arrugas, sin ser advertido.  

César Richardson era telegrafista en la Base Militar de Barahona, muy reconocido de los militares y policías y muy popular como guitarrista.

Llegamos a las oficinas del periódico Listín Diario, ubicado en la calle 19 de Marco esquina Luperón de la Zona Colonial.

Allí nos entrevistamos con el director Rafael Herrera, muy sorprendido nos recomendó que nos alojáramos en una pensión. Buscamos ese lugar en la avenida Mella 120, frente al Mercado Modelo donde vivían unos estudiantes de Barahona y que eran nuestros amigos. 

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