POR RAFAEL PINEDA
Otra vez las campanas doblan y convocan
al duelo inesquivable que nos sitia el alma,
otra vez el corazón se sobrecoge y clama
un grito que engrifa los valles y montañas.
Se nos ha ido el gigante Iván, el camarada,
se ha marchado en formación de combate
junto a otro guerrillero de la utopía grande,
del pueblo indomable, de la Patria soñada.
Tras de sí ha dejado la senda y el ejemplo,
un camino luengo trillado a sangre y fuego,
el decoro y la dignidad sin límites ni precio,
y la bandera verdinegra que agita el viento.
Se despide el gigante rumbo a la eternidad
en una marcha, más que fúnebre, gloriosa,
envuelto en la luz de su sueño y su verdad:
¡un pueblo libre sobre esta tierra generosa!