viernes, octubre 4, 2024

Lula entre los dominicanos

Establecido por primera vez en 1832 en Francia, donde se origina su nombre, el balotaje o segunda vuelta electoral ha tenido un regular desempeño en varios países donde la competencia entre candidatos punteros ha dejado un sabor agridulce, pero también ha servido para superar crisis político-institucional, evitando así situaciones y conflictos que pudieron desembocar en inmanejables.

Aunque hace casi 200 años que se instauró como sistema, en el país se inicia en 1996, resultado de la crisis política que provocó el perverso y abusivo fraude electoral que impuso Joaquín Balaguer contra José Francisco Peña Gómez y las fuerzas que acompañaron al líder perredeista en las elecciones de 1994, fraude documentado en un libro por el periodista Juan Bolívar Diaz.

La actitud consciente de Peña Gómez, ante la posibilidad de que se desenfrenaran acciones violentas de consecuencias impredecibles, lo llevó a resignar sus aspiraciones y abordar la crisis con una serie de reformas político-electorales que desde entonces han normado el sistema de partidos, las elecciones y otros aspectos institucionales en República Dominicana.

Después del llamado "Pacto por la Democracia," en el país, por primera vez se da la segunda vuelta electoral, en 1996, que perdió Pena Gomez pese a haber obtenido un 48% de los votos en la primera vuelta. La otra oportunidad de realizarla fue en el 2000, cuando Hipolito Mejía casi rozó el 50% más 1 establecido para ganar las elecciones, pero que el contrincante PLD no pudo reeditar el acuerdo político que hiciera con Balaguer en 1996, cuando derrotaron al líder perredeista.

Aquí en la región latinoamericana, en el último año se ha presentado la oportunidad de definir el candidato ganador en tres oportunidades: Chile, donde el hoy presidente Boric quedó por debajo de su contrincante, al que venció en la segunda vuelta; en Colombia, donde Petro revalidó en la segunda vuelta la ventaja que obtuvo en la primera vuelta, y la próxima está programada para el 30 de este mes, en Brasil, en la que se enfrentarán nueva vez Luis Ignacio Da Silva (Lula) y Jair Bolsonaro, en una competencia en la que puede ocurrir cualquier desenlace en favor de uno u otro.

Por ser Brasil ese gran país, el más extenso de América Latina, la elección presidencial desborda sus extendidas fronteras, entre cuyo territorio está la mayor – y quizá más diversa parte de la amazonía, de trascendencia vital para el resguardo del medio ambiente mundial y el manejo del cambio climático, que, a mi parecer, es importantísima la decisión que tomen los brasileños al escoger a su presidente. De ahí el furor y la pasión con que se vive ese proceso fuera del país sudamericano.

Si pierde Bolsonaro, particularmente me sentiría más tranquilo y con renovadas esperanzas y confianza en un mejor destino para la región y hasta la humanidad, dado que el actual presidente es una amenaza para la supervivencia de la amazonia. Tampoco me alegraría que el ganador sea Lula, dado su pasado de corrupción, a través del cual hizo a su partido una fuente de enriquecimiento para sus dirigentes, y se convirtió él y su sucesora, Dilma Rousseff, en lobistas de la Odebrecht y la Embraer, que en República Dominicana obtuvieron contratos delictuosos, particularmente el de los aviones Tucanos y Punta Catalina.

Narciso Isa Conde, el dirigente izquierdista, a propósito de ese papel de Lula y Dilma en esa relación con los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (Leonel con los Tucanos y el acueducto del Nordeste, y Danilo con Punta Catalina), dice a propósito de este último caso que se le asignó como empresa única el contrato a Odebrecht: "pese a representar un costo de mil millones de dólares más que lo ofrecido por su principal competidora”.

El Narso, como muchos/as lo conocen, que no esconde su frustración con el papel de Lula, no obstante le reconoce su liderazgo en la región, sentencia que “esos son los hechos”. Yo, que carezco de la perspicacia, experiencia y calidad del antiguo secretario general del PCD, recuerdo que el expediente Odebrecht no ha finiquitado en RD, y en mi incipiente senectud, entre brumas, me parece oír el nombre de Lula citado por la justicia dominicana.

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