viernes, mayo 3, 2024

Las alianzas y pactos decantan las tendencias para las elecciones municipales

Por Osvaldo Santana

Las alianzas o pactos acordados por los partidos retratan de manera descarnada -sin ningún ropaje- los motivos que impulsan a quienes se dedican a la política en la República Dominicana: la búsqueda del poder a cualquier precio.

Los actores no han hecho nada para ocultar lo visible. Ningún motivo más allá del propósito señalado: el poder. Es el gran estimulante. En unos casos, para ensanchar lo que tienen, y en otros, para alcanzar al menos migajas en la repartición.

No han sido necesarias las invocaciones del pasado, los motivos filosóficos o ideológicos, las herencias de los grandes fundadores de los partidos y mucho menos esa “sensibilidad” de que solía hablarse por la defensa de los intereses populares.

Todos se empeñaron en configurar el escenario conveniente para el reparto, y fue, después de largas tratativas entre los actores, la extensión en dos ocasiones del plazo para las entregas, cuando el pasado 13 de noviembre presentaron ante la Junta Central Electoral (JCE) los paquetes, los arreglos, que conforme a la ley, denominaron alianzas o coaliciones. 

Las alianzas presentadas por el sistema de partidos políticos en sus variopintas expresiones finalmente fueron acogidas por el pleno de la JCE, con correcciones incluidas, el pasado 22 del mismo mes, según la resolución número 84-2023 “sobre pactos y coaliciones para las elecciones ordinarias del 2024”.

Esta vez, muchos de los malos del pasado se entendieron con los buenos de la misma época. Dejaron sus viejos aliados en su afán de aproximación al poder. Y así, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) logró conformar un concierto de amplio espectro que incluye alianzas con 18 partidos pequeños para las elecciones presidenciales y 24 entes y movimientos similares para las elecciones municipales. 

El bloque oficialista obviamente lo lidera el PRM a nivel presidencial, con el que suscribieron el Partido Liberal Reformista (PLR), el Partido de la Unidad Nacional (PUN), el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSC), Partido Democrático Alternativo (Moda), el Partido Nacional de la Voluntad Ciudadana (PNVC), el Partido Acción Liberal (PAL), Partido Humanista Dominicano (PHD), Partido País Posible (PPP), Partido Demócrata Popular (PDP), Partido Revolucionario Independiente (PRI), Partido Verde Dominicano (Pasove), Partido Dominicano por el Cambio (DxC), Partido Alianza por la Democracia (APD), Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Partido Cívico Renovador (PCR), Partido Justicia Social (PJS), Partido de la Unidad Demócrata Cristiano (UDC), Partido Primero la Gente (PPG) y Partido Popular Cristiano (PPC).

Pero a nivel municipal, el oficialista PRM extiende el brazo aliancista a más agrupaciones: Fuerza Nacional Progresista (FNP), Partido Frente Amplio, los Movimientos Águila y Nosotros Pa´Cuándo.

Los arrastrados

En esta ocasión, el PRM arrastra a aliados del PLD en las elecciones de 2020, como el Partido Cívico Renovador (PCR), el Movimiento Democrático Alternativo (MODA), la Unión Demócrata Cristina (UDC) el Partido Acción Liberal (PAL) el Partido Demócrata Popular (PDP) y el Revolucionario Independiente (PRI).

El oficialismo se agrega también a nivel municipal al Partido Nacional de la Voluntad Ciudadana (PNVC), antes Veteranos Civiles, que en 2020 llevó candidatura presidencial propia, a su presidente Juan Cohen.

El bloque opositor

El bloque opositor, con una composición numérica más reducida, hasta ahora en el plano municipal, agrupa a los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Fuerza del Pueblo (FP), Revolucionario Dominicano (PRD), Opción Democrática (OD), Bloque Institucional Social Demócrata (BIS), Partido Democrático Independiente (PDI) y el Partido Quisqueyano Demócrata (PQDC).

Cada una de las entidades que conforman los dos bloques desarrollaron a su vez alianzas muy diversas en las diferentes demarcaciones y ello implicó que la JCE tuviera que emitir una extensa resolución de 276 páginas.

Características

El mercado electoral funcionó a perfección para la configuración de las alianzas. Como no fue necesario invocar principios, se juntaron todos en uno y otro lado. No hay mansos. Todos cimarrones. 

En el bloque oficialista

En el bloque oficialista confluyen extremistas de derechas, derechistas moderados con antiguos izquierdistas que auspiciaban movilizaciones populares en favor de las masas hambreadas. La apuesta por la “transparencia” asociada a la opacidad histórica. También los más fieros defensores de la soberanía nacional, siempre contra Haití, y elementos que en el pasado proyectaron una imagen de tolerancia hacia los vecinos del Oeste.

El bloque opositor es una viva expresión de la sobrevivencia frente al poder del Estado. Las dos fuerzas fundamentales con un origen común, que por diferencias por el poder entraron en contradicción, se dividieron y resultaron derrotados en 2020. Ahora se juntan con aliados que no les son ajenos, y con los cuales vienen practicando una unidad de acción coyuntural y por momentos sistemática. Hay aquí una suerte de reconciliación que tiene alguna coherencia, una afinidad con tendencia socialdemócrata y progresista, algo ya desaliñada, vinculados por la matriz original, excepto el PQDC.

Alcance

Para las elecciones municipales de febrero, el elemento fundamental es el factor local. Ningún acuerdo tiene alcance nacional, en todos los litorales partidarios, en uno y otro bando. En los acuerdos del bloque opositor llaman la atención los esfuerzos por constituir fórmulas comunes en las grandes ciudades, como el Distrito Nacional, en varios municipios de la provincia Santo Domingo, Santiago o San Juan de la Maguana. Pero no fueron acordadas alianzas generales, sino locales.

Un escenario diferente 

Ahora los partidos concurren a las elecciones con factores muy diferenciados a los que caracterizaron al proceso electoral del 2020. Entonces, el PLD y su gobierno padecían el desgaste del ejercicio del poder, bajo acusaciones de corrupción y el síndrome de división. La población se hartó del PLD, y en medio de un repudio extendido, se produjo el fiasco de las elecciones municipales. El camino hacia la derrotada ya estaba pavimentado.

Ahora, los viejos opositores tienen la ventaja del ejercicio del poder, desde el que se puede hacer y ofrecer frente a la oposición, limitada a hacer política mediante quejas y denuncias. Desde el poder se realizan obras, se hacen concesiones, se promete y se hace política.

La oposición tiene la oportunidad de movilizar a los ciudadanos más carenciados, ahora irritados por los altos precios de los artículos de primera necesidad, la ineficiencia de los servicios públicos de salud, cúmulo de enfermedades con baja atención preventiva, déficit de aulas y múltiples quejas desde el inicio del año escolar.

El gobierno estaba solo

Apenas hará seis meses que nadie discutía que el PRM barrería en las elecciones de febrero. La exitosa celebración de las primarias para elegir a Luis Abinader como candidato presidencial auguraban un panorama totalmente favorable. No solo era la fortaleza del oficialismo, era también la división de la oposición.

El escenario ha cambiado. La oposición dividida ha logrado niveles de cohesión. Si bien no ha articulado una alianza. Los acuerdos sugieren que los opositores podrían jugar un papel diferente a lo que se pensaba.

Desde cualquier punto de vista, el reencuentro de los peledeístas y fuercistas, más sus aliados, es un elemento que alienta las expectativas de victoria de sus parciales, y ese es un intangible que flota entre las huestes opositoras.

Podría decirse que ahora el PRM tendrá que poner más empeño para alcanzar el triunfo en las diferentes municipalidades. 

Las encuestas continúan favorables a la causa del oficialismo, pero la última divulgada la Greemberg de Diario Libre bajó del 55% al presidente Abinader al situarlo en un 49%, pero según la misma, en cualquier escenario, el presidente ganaría en un segunda vuelta. 

Los electores locales

Hay que considerar también que en unas elecciones municipales los liderazgos locales juegan un papel fundamental, lo que es válido para todos los partidos. Los pobladores tienen sus mismidades, problemas e intereses que a veces pueden estar por encima de la potencia de los partidos a nivel general.

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