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domingo, diciembre 22, 2024

La obtusidad sublevada

Alfonso Tejeda

La precisión geométrica que se refleja en la circunferencia delimita los ángulos agudos (más cerrado) y obtuso (más abierto), condiciones que el lenguaje coloquial extrapola con tan marcadas diferencias en las que el obtuso es "más cerrado" y el agudo "más abierto", de ahí que cuando alguien elabora una idea brillante, esta se puede definir como "aguda", y en cambio, si la exposición carece de claridad se le califica de "obtusa".

¡Tal paradoja resalta en la actitud de un grupo de intelectuales (¿"obtusos" o "agudos"?) frente a la celebración de la 25 Feria Internacional del Libro, que desde el pasado viernes desarrolla el ministerio de Cultura, evento al que llamaron a boicotear alegando que Israel es el país invitado, al que, con entendible razón se le endilga una abusiva conducta contra los pueblos palestinos, con los que disputan territorios desde hace más de 70 años.

Defender que a Ana Belieque se le permita exponer sus libros sin importar que sea en Creole ( es bilingüe: Creole/español ), es plausible como demanda de participación y respeto al derecho de la libertad de opinión, pero esa defensa debe rebasar cualquier decisión discriminatoria: tiene que enmarcarse en la disposición permanente, irreductible, para que eventos como la Feria del Libro provoquen el necesario y urgente acercamiento, la impostergable apropiación del texto como un derecho y disfrute cotidiano en una sociedad, en la que quienes tienen esa posibilidad constituyen "una élite", dada la realidad educativa del país.

Concomitante con la invitación a Israel, la feria también honra la trayectoria intelectual de Jeannette Miller, escritora destacada en varios géneros, quien en el plano político-cultural tiene un aval de participación y compromiso en movimientos que promueven la necesidad de que el pueblo tenga acceso y protagonismo, como derecho, en el disfrute y producción de todo lo que signifique la literatura, dato que los proponentes del boicot ignoraron en su manifiesto, así como la publicación de textos trascendentes como los de Pedro Henríquez Ureña y de Manuel del Cabral, entre otros, que la Editora Nacional recuperó en un esfuerzo de contextualizar este presente tan veleidoso.

Elemental es que a los intelectuales se le supone una agudeza (ese sustantivo que es la "facilidad para entender y captar la naturaleza oculta de las cosas, especialmente de las confusas o complicadas, de un modo rápido, claro y acertado", y que tiene su raíz en el adjetivo agudo), que los distingue de aquellos "obtusos", otro adjetivo que su segundo significado es de "persona que comprende las cosas con lentitud o dificultad", que como sinónimos las califica de " inepta, torpe".

Definir a los autores del manifiesto reprobatorio a la feria del libro por la principal razón que alegan se puede alcanzar por las explicaciones de cómo la geometría establece las amplitudes de los dos agudos señalados: el más abierto -el obtuso-, y el más cerrado -el agudo-, confrontando esa con la arbitraria pero aceptada valoración semántica que el hablante ha dado en el intercambio coloquial a esos adjetivos.

Aprovechando esa "licencia" del idioma, me atrevo a derivar del adjetivo obtuso el sustantivo "obtusidad", y agregarle el verbo sublevada para definir la actitud de esos intelectuales, que con esa actitud desconocieron la participación de Jeannette Miller en esa convocatoria, la de Gioconda Belli, la escritora nicaragüense desterrada por una decisión "obtusa" del dictador de su país, y tan importante como esas dos situaciones, el que es el lema de la feria "para todo hay un libro", propuesta que ha de convertirse en "para todos hay libros", como aspira Angela Hernández, la directora nacional del Libro y la Lectura en el ministerio de Cultura, que planteó en su discurso.

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