POR SANTO SALVADOR CUEVAS
Llegar acuerdos electorales entre fuerzas políticas que existen con objetivos tácticos y estratégicos distintos, en muchos casos es una "necesidad obligada", que se articula en cada organización con el objetivo fundamental, que viene a ser “ganar la Presidencia de la República”.
Es la misma coyuntura, la que va midiendo las fortalezas individuales, que asigna la correlación de fuerzas, entre cada estructura partidaria.
El instrumento para medir el crecimiento en cada partido está en el contacto con la gente, en las encuestas sistemáticas, en la movilización y los niveles de percepción, que se van construyendo.
El deseo de cada fuerza es ganar solo en primera vuelta, pero la realidad que presenta este monitoreo coyuntural es lo que va diciendo si es factible, conveniente pactar o no.
Es decir, llega un momento en que se hace irreversible, el pacto entre las fuerzas de segundo nivel y generar fortaleza con miras a derrotar al "enemigo superior", que viene a ser el blanco de ataque, en este caso, el oficialismo.
Hasta ahí es comprensible el caso de las alianzas.
Ahora, de cómo se administre ese proceso de alianza podría fortalecer o debilitar al partido, pues el sistema electoral de República Dominicana no tiene reglas claras sobre los métodos de alianzas, de las instancias que deben participar de ese proceso.
La experiencia nacional es que tres connotados dirigentes nacionales "reciben luz verde" para el reparto de candidaturas y, en la mayoría de los casos, hay municipios y provincias en dónde entelequias políticas, sin la más mínima presencia orgánica se le entrega toda una plaza municipal y provincial.
Todo en detrimento de miembros leales y consagrados a su partido, que dedicaron lo mejor de su vida durante años para tener la oportunidad de competir internamente en su organización, para ser el candidato a la posición.
Más la experiencia dice que tres connotados dirigentes "con todos los poderes" deciden incluso, sobre un territorio al que conocen solo como referencia.
Hay dirigentes que, por ese reparto abusivo y sin criterios jurídicos ni éticos, se les ha frustrado, su carrera política.
Es que el tiempo pasa y la juventud se va, entonces ese militante de entrega total a su partido ve cómo proceso tras proceso la "dirección", va regalando la plaza a esos aliados, sin valorar la secuela que dejan a su paso.
En el caso de la provincia Bahoruco no solo se ha sido recurrente, sino muy abusivo. En Tamayo, por ejemplo, de 6 plazas municipales y distritales, al PRD, sin presencia notable en las elecciones del 2012 y 2016, se le adjudicaron las candidaturas de 5 plazas, con la excepción del Distrito Municipal de Mena, dónde la dirección local presentó niveles de resistencia.
Me luce que la militancia debe ser disciplinada, pero los que deciden no deben ser abusivos, ni alegres al repartir plazas donde el trabajo de construcción partidaria se ha hecho con dedicación por una militancia local de toda la vida, que al menos debe tomarse en cuenta o ser consultadas.
Nuestro norte es el poder, pero sin febrero no habrá mayo.
Tenemos que agenciar para el PLD la mayor cantidad de plazas a partir de resultados que den encuestas creíbles y éticamente bien administradas entre los aliados.