viernes, abril 19, 2024

Héctor Romero Medina: Un momento inolvidable, la victoria sobre Estados Unidos un 28 de abril, en Cuba

Por LITO SANTANA

 Héctor Homero Medina, miembro del Salón de la Fama del Deporte Dominicano, por sus destacados aportes al voleibol nacional e internacional, cuenta su vida deportiva a pronosticamedia.com en la que afirma que, en Tamayo, la tierra que lo vio nacer, esa disciplina deportiva es como una religión.

 “La gente me preguntaba que de dónde salen tantos voleibolistas en Tamayo y yo les decía que el voleibol en Tamayo es como una religión, porque los pocos jóvenes que había, en ese entonces, practicaban todos los deportes, pero su fiebre siempre fue el voleibol. Y así sigue siendo. 

Romero llegó a la Selección Nacional de Voleibol a los 17 años de edad y salió del sexteto sólo cuando se retiró. 

En el 2007 fue instalado como inmortal del deporte y juramentado en el Salón de la Fama.

A continuación, la entrevista:

Héctor ¿cómo te sientes? 

Bien, bien y más ahora pues tenía mucho tiempo que no te veía. Me alegro de verte.

 ¿A qué edad comenzaste a practicar voleibol?

Recuerdo que comencé cuando yo estaba en octavo curso, tenía como 12 años. Los primeros pasos los di en el municipio de Tamayo, mi pueblo natal, con un profesor de Educación Física de Baní, que había llegado a dar clases al liceo. Ese fue Ramón Hopilson Suazo. Luego seguí los pasos con nuestro querido profesor, ido a destiempo, Francisco Zorrilla (Kiko), que además era un excelente jugador, líder del equipo de Tamayo.

Tras varios años de jugar localmente se celebraron los primeros juegos estudiantiles y fue ahí donde conocí al profesor Miguel Beato Cruz. Para ese tiempo él entrenaba la Selección Nacional de Voleibol. 

Después de esos juegos me llamaron a la Preselección Nacional, para ver si calificaba para el equipo grande. Recuerdo que yo sudaba mucho y siempre jugaba con un pañuelo en el cuello para secarme el sudor, entonces Miguel siempre decía: “yo necesito aquí al morenito del pañuelo” (risas).

Tengo que mencionarte aquí a nuestro querido amigo y buen tamayense, Oscar Féliz, ya fallecido, que me regaló los veinte pesos del pasaje para venir a Santo Domingo. Siempre se lo agradeceré.

Héctor ¿por qué voleibol y no otro deporte?

Los pocos jóvenes que había en Tamayo para esa época practicábamos todos los deportes y participábamos en eventos nacionales en cualquier disciplina. Yo jugaba también beisbol, baloncesto, era patinador, pues teníamos en el pueblo una cancha de patinaje que la hizo el padre Gerardo Rogmans. En realidad, yo era muy habilidoso en muchas ramas del deporte, pero, como te dije ahorita, fue en un torneo nacional de voleibol que me vieron y me llamaron.

¿Cómo te sentiste cuando fuiste a tu primera práctica con la Preselección Nacional? 

Primero me sentí medio extraño, porque tú sabes que los capitaleños siempre tienen en la mente como una superioridad hacia los campesinos y nunca quieren dejar pasar a los que vienen del campo, pero yo encontré mucha gente en la preselección que me ayudaron.

Ahí me junté con Enrique Molina, que es de Barahona y era excelente jugador y a Leoncio Zapata, aunque no era entrenador de la selección, pero fue uno de los que más me ayudó.

Y siempre estaba Miguel Beato Cruz, que todo el tiempo me ponía a entrenar por los laterales, para que yo aprendiera más rápido. Después supe que él comentaba con sus amigos que “yo tenía todas las condiciones del mundo”.

Pero también tuve en los entrenamientos muchos obstáculos.

Recuerdo ahora en un entrenamiento que me tiré de cabeza a salvar una bola y choqué con uno de los jugadores y él se lesionó. Yo, de buena gente, como somos nosotros los campesinos, fui a levantarlo y lo que él me dijo fue “quítate de ahí, negro sucio, campesino”.

De manera automática fui donde Miguel y le dije: “me voy para Tamayo”. Por suerte, el entrenador me llamó la atención diciéndome: “Usted no va para parte, Usted se queda aquí”.

Después, y aunque no fue nada intencional, le pedí excusa al muchacho y todo siguió igual.

¿Cuál fue tu primera experiencia ya en el deporte de alto nivel?

Fue aquí en Santo Domingo. Estábamos en el torneo superior del Distrito Nacional. Yo pertenecía al equipo de Arroyo Hondo y había una gran rivalidad con Bameso, (Barrio Mejoramiento Social) que eran los campeones.

Bameso tenía a casi todos los jugadores que estábamos en la preselección nacional.  Y a nosotros, varios que veníamos de los campos, como decían ellos, nos metieron en un draf, y yo primero quedé con el equipo de Villa Mella, y luego el de Arroyo Hondo. 

En ese sexteto estábamos Rafael Hernández, de Neyba, Totti, de Pedernales, y de Tamayo también estábamos Dadonín Contreras y Elías Jiménez. Ese fue como mi gran inicio a casa llena.

¿Cómo fue tu primer viaje al extranjero?

En 1977 hicimos nuestro primer viaje como selección nacional a Maracaibo, Venezuela.

Ahí me fue muy bien, aunque era un intercambio amistoso.

¿Cómo te sentiste?

El día del viaje yo ni dormí. Me la pasé pensando cómo sería montarse en un avión y con esa emoción hicimos buenos partidos.

¿Qué tiempo tuviste en la preselección?

Nada, porque desde que llegué yo caí en la selección nacional de una vez. 

¿Con cuántos años?

Tenía 17 años cuando me designaron en la selección nacional.

¿Estaba en el banco o era titular cuando iniciaste?

Cuando yo participé en el primer NORCECA que es la Confederación de Voleibol del Norte, América Central y el Caribe, comencé en el banco, porque había dos buenos jugadores de Tenares en el equipo inicial, pero desde que pisé la cancha fui sexteto para siempre. 

¿En tantos viajes que vinieron después cuáles fueron tus mejores momentos?

Nosotros participábamos mucho en los torneos de Norceca y en esos torneos siempre hacían selecciones de las mejores estrellas y siempre yo estaba en esas listas como “Mejor Rematador”.

Pero hay un momento inolvidable fue en el año 1979, cuando nosotros le ganamos un partido a Estados Unidos 3-0. Eso fue en Cuba.

No puedo olvidar la fecha de ese juego 28 de abril, justamente en el aniversario de la invasión militar de Estados Unidos a nuestro país. 

En la cancha estaban Fidel Castro y Claudio Caamaño. Antes del partido Claudio se reunió con nosotros en los camerinos y nos motivó por lo especial de la fecha.

Después que nos saludos nos dijo: “Recuerden que hoy estamos a 28 de abril, un aniversario de la invasión norteamericana a nuestra Patria. Tienen que jugar con el corazón, pensando en nuestra Nación. Eso nos subió la adrenalina y salimos a la cancha a dar todo lo que teníamos. Nadie podía creer que le ganaríamos a Estados Unidos y más 3-0. La cancha se fue abajo en ovación a nosotros. Te digo que, hasta Fidel Castro, que estaba arriba en el lugar designado para los mandatarios, bajó y nos felicitó.

Al parecer ese partido se convirtió en una batalla política, más que deportiva. 

Lo que vivimos ahí fue inolvidable, no sé si para todos, pero en mi caso lo tengo presente como el primer día.

Fuiste uno de los primeros voleibolistas de tu generación que salió a reforzar equipos de otros países, háblanos de eso.

La primera vez que yo salí a reforzar fue para Argentina, al equipo de Obras Sanitarias, eso es como decimos aquí el Ministerio de Obras Públicas.

Cuando llegué mi equipo estaba en el lugar número 13 y participan 26 selecciones. 

Inmediatamente nos integramos al equipo, en cuestiones de segundos, nos metimos a la pelea.

Porque a pesar de que en Argentina había buen voleibol, se hizo una repartición de los mejores jugadores entre todos los equipos, y por coincidencia, el enviado a jugar con Obras Sanitarias   no pudo participar porque estaba reforzando a otro equipo en Italia, y entonces me buscaron a mí. También Pascual Díaz, otro excelente voleibolista de nuestro país.

Fueron momentos de alta competencia, pues había que salir de abajo y recuerdo que era tanta la presión del juego que en algunos momentos yo solo veía sombras y al entrenador gritando “tírale la bola a Romero”.

Oye Lito, yo recibía el servicio, pasaba al colocador y no importaba en qué posición de la cancha me tocara, cuando el entrenador gritaba: “a Romero a Romero”, para donde mí venía la bola, sea en la saga o en la posición uno, la tres o el centro. Era una cosa tremenda.

Hubo un momento que a mí me bajó tanto la presión que yo veía oscuro, de toda la bola que me tiraron y yo tenía que rematarla.

Le doy gracias a “estas piernitas” que me salieron tan buenas.

La gente decía que yo saltaba mucho. No sé si era la carrera de patines y todos esos juegos que uno practicaba allá en Tamayo, pero mayormente los jugadores de Tamayo hemos desarrollado un gran salto.

¿Y de dónde salía esa potencia tuya?

Mucha gente me preguntaba eso, y digo bueno, eso es natural. Porque el ejemplo que ponían era, mira a Morao, porque ese hombre saltaba muchísimo, también me decía mira a Penco, ese jugador parecía volar por los aires, y también son de Tamayo.

En chercha les decía que eso eran los plátanos tamayeros. 

Ahora dicen “Plátano Power”, pero ya ante existían. (Risas)   

Además de Argentina ¿dónde más reforzaste? 

A Argentina fui tres veces. Eran temporadas de siete meses. 

Cuando terminé la última participé en un NORCECA en Puerto Rico. Ahí estuvo un entrenador español que se llama Jaime Barba. 

Él también era jugador y le encantó mi juego. Me propuso jugar allá y acepté. De nuevo viajé con Pascualito, porque él vio que yo me entendía con él dentro de la cancha.

Entonces nos firmó a los dos, yo como rematador y Pascual como acomodador.

Eso fue para un torneo en Palma de Mallorca, España. También estuve en Málaga y en Asturias.

¿Alguna vez como refuerzo fuiste campeón?

Con el equipo de Palma de Mallorca ganamos la Liga de España. 

En condición de campeones de España teníamos que representar el país y competir por el torneo de campeones contra los ganadores del primer lugar en los países de Europa. “La Gran Copa de Europa”, se llamaba esa fase final.

En esas competencias fuimos a Rusia, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania, Italia, Inglaterra, Francia, Holanda, en fin, los países europeos. Nuestro equipo, representando a España, clasificó primero a octavo de finales y después hasta los cuartos de finales.

En cuarto de finales ganamos, pero perdimos en el juego decisivo. Es decir, quedamos en segundo lugar de la Copa Europea de Voleibol. 

Eso, aunque no fuimos campeones, significó una gran fiesta en España.

También recuerdo, y esta es una anécdota de lo que son las costumbres culturales, que estando en Francia en un campeonato amistoso entre seis equipos, me seleccionaron como el “Jugador Más Valioso”.

Tú sabes que en Francia se dan tres besos de saludo, y me llaman por las bocinas de la cancha, “que pase al pódium el Jugador MVP del torneo: Héeeector Romerooo. Yo me sorprendí, me entregan la placa, la tengo en la mano y me va a dar una señorita muy linda un saludo, y yo hago así, me retiro, y la muchacha me haló la cabeza con toda su fuerza y me pegó tres besos. Yo que no sabía nada de eso, hasta vergüenza me dio. (Risas)

¿Cuándo retorna al país y te reintegra a tus labores?

Después de ahí yo regresé aquí a Dominicana, y Jacinto Campechano, que había jugado conmigo en la Selección Nacional, me dijo: “no quiero verte viajando tanto, ya está bueno, ven a trabajar con nosotros, en el proyecto de la Selección Nacional Femenina como parte del equipo de entrenamiento”. 

Rápidamente me puso a estudiar los cursos especiales para ser entrenador y avancé hasta el tercer nivel y me quedé como entrenador.

Como entrenador de esa selección fuimos en el 2004 a competir a unos Juegos Centroamericanos en El Salvador. Yo fui quien dirigió la selección femenina, hoy en día le llaman “Las Reinas del Caribe”.

¿Cuándo fuiste llamado a la preselección, siendo prácticamente un niño, pensaste que llegaría tan alto?

Nunca lo pensé. Tú sabes que allá en Tamayo uno jugaba y se iba para los pueblos a jugar y a intercambiar y cuando nosotros ganábamos por ahí, que llegábamos a Tamayo y empezábamos a tirar torpedo, y el pueblo entero nos apoyaba, se armaban caravana detrás de nosotros. 

Esas son cosas inolvidables. Ha sido una experiencia muy buena y bonita la que yo he vivido.

Y del Salón de la fama ¿pensaste que tú ibas a llegar ahí? 

Tampoco pensé en eso. Es que uno practica su deporte y uno hace su trabajo sin pensar nada de eso, eso llegó solo. 

Cuando uno practica un deporte, te llevan unos numeritos, lo que pasa es que uno no se da cuenta.

Así sucede en béisbol, a los peloteros, por ejemplo, si eres pitcher te anotan hasta cuando golpeas a un pelotero en el plato. 

A Juan Marichal, miembro del Salón de la Fama del Beisbol de los Estados Unidos, le contaron todo y eso al final lo llevó al final al Salón de la Fama.

Eso mismo pasó conmigo. Cuando me informan que voy para el Salón de la Fama del Voleibol Dominicano se me saltaron las lágrimas. 

Nunca me lo imaginé. 

Y ahí es que me doy cuenta todos los ataques o remates que había metido en torneos profesionales aquí y a nivel internacional. 

Yo creo que sumé millones.

¿Cuál ha sido tu momento más triste, más frustrante en tu competencia deportiva?

El momento más triste de mí vida en el voleibol, no fue en la Selección Nacional, el momento más triste fue en los Juegos Nacionales de Barahona en el 1982.

Recuerdo como ahora que nos tocó jugar contra la selección del Distrito Nacional y le ganamos al Distrito. Es más, ese día ni clases dieron en las escuelas y el liceo de Tamayo, todo el pueblo fue a ver ese partido. Los camiones, camionetas y motores salieron temprano para Barahona, porque era un juego muy importante.

Después de esa gran victoria nos tocaba competir por la medalla de oro del torneo y el cruce fue con la selección de San Francisco de Macorís y perdimos. Eso fue demoledor.

Ese día lloré y no pude dormir esa noche. Eso tampoco se me olvida.

Pero, la potencia eran ustedes ¿qué pasó ahí?

Es así, pero ellos tenían un buen equipo. Había jugadores de la selección nacional. Aún así nosotros éramos mejores, aunque perdimos.

Más que errores en la cancha, el fallo estuvo en la logística. 

El día anterior la comida que sirvieron en la Villa Deportiva era muy mala y nosotros nos fuimos para Tamayo, que estaba a 28 kilómetros del lugar, dizque a buscar comida buena.

Rafaelín y Yo cogimos para la casa del profesor Kiko Zorrilla a buscar ese almuerzo. 

Ahí nos entretuvimos y llegamos a la cancha casi a la seis de la tarde, cuando el encuentro estaba a punto de iniciar. En realidad, no pudimos descansar nada. Y eso nos afectó muchísimo.

De ahí para acá yo no me descuido con el descanso. Fíjate que estaba en plenitud de mi carrera y recuerdo ese fallo como uno de mis peores momentos.

Siempre ligas el voleibol a Tamayo, ¿qué pasa ahí?

La gente me preguntaba que de dónde salen tantos voleibolistas de Tamayo y yo les decía que el voleibol en Tamayo es como una religión, porque los jóvenes que había, en ese entonces, practicaban todos deportes. Ellos veían en mí el progreso, ellos querían seguir progresando igual que yo. Leían por la prensa lo que hacía en la selección juvenil, o en la preselección y junto a mí fueron subiendo todos esos muchachos.

Si los menciono no termino. Pero jugadores con nivel de verdad. Una vez le sugerí al presidente de la Asociación Nacional de Voleibol que nos diera una franquicia para Tamayo y lo que me dijo fue: “pero dime que te dé todos los trofeos y salimos de eso”. 

(Risas)

¿Cómo ha sido el paso de estelar jugador a entrenador?

El proceso de transición de jugador a entrenador es muy difícil, porque a veces tú dirigiendo a los jugadores ellos cometen errores y yo quisiera meterme en la cancha y resolver yo mismo.

O sea, es muy difícil. 

A mí como entrenador me han puesto de apodo “El Criminal”, porque cuando yo estoy dirigiendo el equipo en un partido, veo jugadores que hacen cosas infantiles, muy lejos de lo que le explico en el entrenamiento y le digo: “pero criminal, cómo es posible que tú hagas eso”. Y por eso me han puesto ese apodo.

Pero uno va aprendiendo durante la carrera. Creo que ya pasé esa transición, pues estoy más tranquilo y he aprendido mucho.

Hace un tiempo estuve en Puerto Rico con este muchacho de Tamayo, le decimos Yeyé Pérez, el hijo de la profesora Belkis Ventura y el locutor Many Pérez que fue asesinado en un atraco. 

Yeyé tiene una escuela de voleibol allá, trabaja mucho con los jugadores de colegios de Puerto Rico y es bastante duro, porque allá se juega distinto a nosotros.

¿Cómo así? 

Allá no le gusta hacer pesas, no le gusta trabajar físico fuerte, no le gusta hacer carreras para fortalecer las piernas, porque las piernas hay que fortalecerlas. 

Tú tienes que tener fuerza y resistencia y allá no trabajan mucho en eso y nosotros esa parte la trabajamos duro, porque si en un partido tú llegas a un quinto set y no trabajaste tus piernas, te caíste. Eso es horrible.

Te he visto en las redes sociales y en la televisión en tu condición de pensionado del Salón de la Fama, reclamar mejoras salariales para estas personas y para los pensionados de alta competición ¿te metiste a sindicalista ahora?

Yo soy progresista y un demócrata de nacimiento y donde hay que protestar cuando yo tengo mis derechos protesto pase lo que pase. Recuerdas que en Tamayo yo era dirigente del Grupo de Poesía Coreada Clamor Tamayero, siendo prácticamente un muchacho dirigía el grupo de Bailes Folklóricos del municipio y era de los principales dirigentes de la Unión Nacional de Estudiantes Revolucionarios (UNER). 

Entonces veo que hay una discriminación con las pensiones de muchos atletas de alto rendimiento, incluso mi caso de miembro del Salón de la Fama. 

Yo entendía o entiendo que uno tiene que luchar por sus derechos hasta lograrlo. Muchos nos desplazamos por los medios de comunicación a reclamar que se actualicen nuestras pensiones que desde el año 2019 debía ser de cinco salarios mínimos y todavía hay varios atletas e inmortales del deporte con apenas tres salarios mínimos, equivalentes a 30 mil pesos. Eso no puede ser.

Hace un rato me junté con Marisela Peralta, una gloria del atletismo dominicano y miembro del Salón de la Fama y comentábamos esta penosa situación. Personas que se fajaron a levantar la bandera tricolor y ahora le regatean una pensión que de ninguna manera alcanza para nada.

¿Qué haces ahora con relación al voleibol, qué estás aportando?

Yo tuve que salir del proyecto femenino, las muchachas que ahora son “Las Reinas del Caribe”, ahí pasaban algunas cosas que no eran de mi agrado. Yo no concilio con las injusticias y decidí echarme a un lado.

Estoy con un grupo de voleibol femenino “Las Leonas”, que está en Santo Domingo Este, doy prácticas en la escuela Patria Mella y entreno el equipo de voleibol superior de la Fuerza Aérea.

Con alguna frecuencia me llaman para que yo “pite” algunos juegos, sea el árbitro en partidos delicados, donde puede haber conflictos y yo como árbitro, quizás por mi experiencia y mi historia les sirvo. 

Más que árbitro soy como un gran conciliador en esas rivalidades, propias de los deportes.

¿Qué más haces?

También participo en las clases para los entrenadores más jóvenes que no tienen la experiencia de los veteranos.

Les instruyo a que den pruebas físicas a sus muchachos. A veces los llevan a la cancha sin saber sus condiciones y eso es peligroso al someterlos a presiones fuertes. He visto a jóvenes deportistas desplomarse en una tarea y es sucede a veces por falta de previsión.

¿Algún mensaje para las futuras generaciones del voleibol?

Lo primero es tener dedicación. Si te gusta un deporte practícalo con amor, no pensando en el dinero, lo que tú no puedes abandonar son los estudios. Porque la carrera deportiva con el tiempo termina, pero los estudios, las profesiones siguen ahí. 

Tú puedes ser ingeniero, puedes ser doctor, arquitecto y también atleta de alta competición. No deben dejar sus estudios por muy buenos que sean en el deporte.

¿A veces practica mientras entrena a los muchachos?

Hago algo al pasito, porque tú sabes que los años no perdonan, una lesión ahora no es fácil.

Muchas gracias, Romero.

Lito Santana
Lito Santana
Nació en Tamayo. Locutor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Aboga por la participación de todos los sectores en la solución de las dificultades por la que atrevieza el País.

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