martes, abril 30, 2024

El racismo en República Dominicana es un problema real

Por Alfonso Tejeda

Cuando Lizzie George Griffin, aquella joven que confrontó en el Foro Mundial de Líderes, en septiembre del 2023, al presidente Luis Abinader por la práctica del racismo contra haitianos en la República Dominicana, la reacción en el país, más que el desplante de la estudiante ante la respuesta del mandatario, fue porque se atrevió a tocar el tema en ese escenario de Columbia University, de la ciudad de Nueva York.

Apenas minutos después, el encontronazo se convirtió en un “affaire” en el que diferentes participantes ya “describían” la biografía completa de la joven, resaltando con preeminencia su preferencia sexual, y muchos/as extremaban hasta la amenaza en sus respuestas, fervor que en parte se entraña en el tratamiento del execrable caso de violación contra una solitaria adolescente, dentro de su casa y de madrugada, cometido por agentes de la Dirección General de Migración, en Punta Cana, como parte de operativos contra haitianos/as, así como con dominicanos/ as mulatos/as, antihaitianismo que en este caso pudo ser un aliciente para la agresión sexual, y el silencio cómplice de los compañeros del agresor.

Y es que muchos de esos agentes de Migración confirman que el racismo es sí un "problema real" 

en República Dominicana, aunque en su respuesta a Lizzie George Griffin, el presidente Abinader lo minimizara, alegando que el 85 % de los dominicanos es una mezcla de “razas”, mixtura que en muchas ocasiones ha sido fuente para atropellar, desconocimientos de derechos, burlas y hasta agresiones a personas de piel “oscura”.

En esa cotidiana práctica, desde siempre (recordemos aquel caso que el gran Cuco Valoy denunciara a través del merengue -“No me empujes”, 1975-, lo que vivió un estadounidense afroamericano de visita en el país), autoridades que en un exceso de su competencia actúan prevalidas de “que el haitiano es comida de puerco”, y por ser “prieto” también muchos dominicanos han sufrido de esos abusos, tal como sucedió este lunes en Santiago, cuando los de Migración golpearon a un joven que resultó ser Policía, lo que evitó que lo montan “ en la camiona”, símbolo del oprobio, tal como recuerda la foto del niño colgado en la parte exterior del vehículo, agarrado a su madre, presa en el interior.

Los prejuicios con tintes raciales en el país están tan incrustados en el diario vivir, que la par con el odio a los pobres, son causales, que -paradójico-, son a la vez fuentes nutricias para los victimarios, que despojando unas veces y en las más de ellas chantajeando a sus víctimas, obtienen beneficios económicos, realidad que hace más abusiva la discriminación contra haitianos y muchos/ as dominicanos/ as.

Las sanciones dispuestas por la Dirección General de Migración, recién referidas por el director del organismo Venancio Alcántara, de que en el último semestre ha penalizado a más de 2,000 agentes, son insuficientes en la tarea pendiente para superar el racismo y evitar que organismos internacionales tengan que advertir de su observación, tal como hizo la embajada estadounidense en el país cuando anunció: “continuaremos monitoreando este caso mientras las autoridades dominicanas concluyan su investigación y procesen a los responsables de ser comprobado el hecho con todo el rigor de la ley”.

 

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