sábado, julio 27, 2024

El envío de tropas extranjeras hacia Haití es un alivio, pero no es motivo para celebrar

Por Lito Santana

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) decidió que tropas extranjeras intervengan el territorio haitiano. Es tanto lo que ha sufrido Haití, que la inmensa mayoría de las personas ha visto esta acción como una “misa de salud” para ese país que hace tiempo colapsó.

En sus motivaciones para justificar la invasión la resolución de siete páginas elaborada por el gobierno de Estados Unidos autoriza el despliegue de una fuerza armada multinacional durante un año para ayudar a Haití a combatir las pandillas.

Hace unos años la entrada forzosa de tropas extranjeras de un país o varios países a una nación soberana era motivo de protestas globales de sectores que con vehemencia defendían el principio de la ¡No Intervención! y el derecho de los pueblos a labrar su futuro.

Pero evidentemente que en Haití habían perdido todas las cualidades y posibilidades para resolver por sí mismos sus dificultades. 

Aun así, la intervención no es la celebración de unas fiestas patronales, en la que todos nos vamos a divertir.

Además, los soldados y policías que llegarán hasta Haití no repartirán golosinas, ni dulces navideños. 

Sus fusiles tendrán que ser disparados y quienes caerán por los efectos de sus municiones serán seres humanos, pertenezcan o no a las bandas asesinas, o sean víctimas, inocentes civiles, de “los daños colaterales”, cuyas cifras deben estar siendo ya calculadas.

Las invasiones a los pueblos siempre serán horribles y más procediendo de Estados Unidos, que, en el fondo, es el gran gestor de esta acción. 

Porque, además, esa potencia ha sido muy selectiva al momento de enviar sus tropas. 

No invadieron a República Dominica para controlar los crímenes de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, sino después que el pueblo salió en armas a defender la vuelta a la democracia, perdida por el derrocamiento del presidente Juan Bosch,

Tampoco lo hicieron contra la dictadura de Jean Cloud Duvalier, en Haití, que durante años masacró a ese pueblo.  No ocuparon Nicaragua en los tiempos del dictador Anastasio Somoza, ni contra las bandas criminales de Augusto Pinochet, tras su golpe de Estado, en Chile. Más bien, fueron parte de esos regímenes.

Esta intervención en Haití ha sido anunciada como “una misión para llevar la paz a ese territorio”. 

Pero, así mismo, llegaron a República Dominicana, el 24 de abril del 1965, sus 42 mil marines a “salvar vidas”, por intermedio de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Las ocupaciones militares tienen demasiado aristas y casi siempre vienen matizadas por los intereses de sus auspiciadores.

Muchos anti intervencionistas históricos, le buscarán la vuelta a este capítulo, para verle el lado positivo, porque evidentemente le conviene a República Dominicana.

De modo que, es entendible que desde el Gobierno dominicano se celebre esta decisión de la ONU, pues solo el pueblo haitiano sufre más que República Dominicana, lo que se está viviendo allí.

Quizás por eso el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, escribió muy animado en la red social X que: “Aplaudimos la aprobación… Significativo avance para la pacificación de Haití; abogamos por proceso definitivo de desarrollo institucional y económico por los haitianos".

No hay dudas de que una salida a la crisis que vive Haití es un respiro a todos los niveles para República Dominicana.

Lo lamentable es que esa solución dependa de fuerzas extranjeras que mancillan la soberanía de ese país.

Es un alivio, pero no es motivo para celebrar.

Lito Santana
Lito Santana
Nació en Tamayo. Locutor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Aboga por la participación de todos los sectores en la solución de las dificultades por la que atrevieza el País.

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