lunes, abril 29, 2024

Cómo se gana una campaña política 1/3

Rafael Céspedes Morillo
Son muchas las acciones que se deben ejecutar en el transcurso de una campaña política para alcanzar la victoria.
Cuando digo muchas, me refiero a muchísimas, tal vez demasiado, pero no tengo duda que sin algunas de ellas se pudiera ganar, pero lo profesional es tomar en cuenta esas acciones al margen de que las hagamos o no.
Veamos para ir definiendo lo referido que en términos generales una campaña no se gana solo con lo que un candidato haga. Se gana tomando en cuenta lo que hizo y/o dejó de hacer, sumándole a esto, lo que hizo y/o dejó de hacer la competencia.
En lo particular, una de las acciones más importantes en esa carrera de ganar la competencia radica en el manejo del escenario.
Para mí el escenario significa algo más de 35% de la victoria o la derrota en una campaña. Quien controle o tenga a su favor el escenario, puede sumar a partir del 35%.
El 18 de febrero es un claro ejemplo de lo que decimos. El partido de gobierno logró una mayúscula victoria en términos numéricos, ganando una gran mayoría en número de alcaldías y direcciones municipales, ganando con mayoría de votos en lo general, al margen de los niveles alcanzados en comparación con el universo electoral, en cuya dirección lo considero un fracaso.
No es una victoria aplastante alcanzar un 22.9%. O, visto desde otro ángulo, un 47%. ¡Pero! Su gran victoria, la alcanzaron a partir del lunes 19 de febrero, cuando fue notoria una avalancha en el uso de la comunicación política, porque allí comenzaron a definir el escenario político a su favor, y es justo reconocer que lo lograron, sembrando una impronta en el imaginario colectivo nacional: Que la victoria había sido arrolladora en todos los sentidos.
La percepción nacional compró esa línea, esa creencia, compró lo que de modo eficiente le vendieron. Pero, regresando al principio de este escrito, no solo el pueblo compró por la eficiencia del sector oficial en sembrar: “la victoria apabullante’’ también la compró por la ineficiencia de la oposición, que no solo no supo leer el escenario que tenía al frente, sino, peor aún, no supo dar respuesta adecuadas de modo oportuno a lo que se presentó, y cuando intentaron reaccionar, les resultó tarde, y por ende sin resultado positivo.
El sector oficial se adueñó comunicacionalmente del escenario, la oposición mostro falta de previsión y no supo qué hacer ante la corriente perfectamente planeada y ejecutada por el sector oficial.
Dominar el escenario le ha permitido al sector oficial hacer que el imaginario electoral dominicano crea, piense y acepte que el partido de gobierno no tiene de quien perder.
Reitero: dominar el escenario político en una campaña política, es estar muy, pero muy cerca de la victoria.
¡Claro! Son muchas acciones que se deben realizar, como posesionar las promesas, tener aceptables de temas de campaña, vencer el ego y sustituirlo por lo real, no hacer lo que quiero, sino lo que me conviene. Tener claro por parte del candidato que su única función en la campaña es ser el candidato, que de todas las demás cosas se deben encargar otros.
Pero la semana próxima abordaré algunas de las acciones más trascendentales que acostumbro a usar cuando dirijo una campaña política y lo compararemos con lo que está sucediendo aquí en este momento, donde, entre otras cosas, algunos parece que caminan con el deseo de no llegar, sino de no dejar de estar, para mañana poder correr.

Rafael Céspedes Morillo
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Rafael Céspedes

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