Por Melton Pineda
Nos enrolamos primero en la escuela Primaria Apolinar Perdomo de Tamayo a la organización Juventud Estudiantil Católica (JEC).
Pero un encontronazo con el párroco de la parroquia San Antonio, el Padre Camilo, en la Escuela Primaria Apolinar Perdomo, me hizo salir de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) y luego me afilié a una célula del Movimiento Popular Dominicano (MPD), por orientación de un cuadro que visitaba el municipio de Tamayo proveniente de la capital. “Cuadro” se le llamaba a un activista o dirigente de izquierda con capacidad para crear núcleos de seguidores y orientarlos según la línea partidaria.
En los viajes que hacíamos Osvaldo Santana y yo a achicar becerros a los potreros en Charco Blanco, propiedad de mi padre, Cornelio Pineda, al lado del río Yaque del Sur, nos llevábamos los periódicos El Popular, del MPD, Revistas, Bohemia, Pekín Informa, entre otros folletos y literatura de izquierda y nos poníamos a leer, a orilla del rio y en una regola (canal de regadío) honda, próximo a los potreros.
Así se inició mi formación de izquierda, aparte de que Osvaldo me hablaba de Manolo Aurelio Tavárez Justo, líder del 1J4, a quien había saludado en una ocasión que visitó a Tamayo. Entonces éramos muy jovencitos.
Luego, mi familia tuvo la decisión de mudarse a Barahona para que todos los hermanos pudiésemos realizar los estudios secundarios.
Músico a los 14 años
En el parque central de Tamayo, donde armábamos un grupo de darle cuerda a todo el que pasaba, le voceábamos al que más cuerda cogía, que al mismo tiempo era un señor muy respetado en el pueblo, llamado José Mercè, quien regularmente pasaba en una mula y le voceábamos”: wep, wep, wep, wep, wep, wep Josemercé, José Mercé. Cuando la persona se hacía el desentendido, disimulando que no era con él o ella, le decíamos: a ti, el del sombrero, o el de la camisa del roja. A don José Mercé se le temía tanto que discretamente, se le voceaba Josemerceeeeee, y bastaba para que se devolviera en su bestia y nos persiguiera.
Esto ocasionó varias carreras, cuando una persona cogía la cuerda y nos corría hasta con machete y cuchillo en las manos.
Era tanta la chercha que hacíamos en la esquina del Parque, frente al local del cuerpo de bomberos, o en frente a la academia de música, que dirigía el profesor Arturo Méndez (Arturito), uno de los mejores trompetistas de la zona.
Era tanta la bulla que hacíamos enfrente de la academia, que Arturito, muy molesto y con ira, salió, y el grupo de adolescentes se mandó yo me quedé, porque sabía que a mí no me haría nada, debido a que era un aprendiz de sastrería en su casa.
Arturito me agarró por el brazo y me entró a la academia, y me dijo: “Mira, Melton, compra un método Hilarion Eslava, tú va a estudiar música, que no te vea yo en esa chercha”.
Al fin, pasamos el método Hilarión Eslava e iniciamos para aprender a tocar trombón de vara, luego saxofón, pero nuestra condición de ser izquierdo, casi ambidiestro, nos dificultaba la agilidad y la posición derecha de esos instrumentos.
Terminamos aprendiendo a tocar trompa de pistones, que en general es la misma trompeta.
Luego, junto con Cheo Zorrilla, que ya era un músico de banda municipal, Pablo (Bobito) Arias, con el clarinete, Valentín de León con la trompeta, el profesor Tuti, con su saxofón, Bachanpancha (Bachán) con el saxofón-tenor, Desiderio con el bombardino, Fernando Batista (El Flaco), el hijo de Muñeco, con el trombón de vara, quien luego entusiasmó a su cuñado Osvaldo Santana a tocar ese instrumento, uno de los más difíciles, que se toca en clave de Fa.
Logré ingresar a la banda con un salario de RD$20.00. Esa carrera se tronchó, porque como dije antes mis padres decidieron mudarse a Barahona.
Yo tuve que avanzar la mudanza a Barahona debido al inicio del año escolar y me alojé en la casa de nuestro hermano mayor Frank Pineda, en la calle 30 de mayo.
Una lección que tuvimos en nuestra estadía en Tamayo fue que el monaguillo de la parroquia San Antonio, que parecía un santico, buen trompetista, organizó un grupo de unos 60 adolescentes, y en formación militar, con palos como “fusiles al hombro” nos puso en fila para marchar en pleno desarrollo de la Revolución de Abril de l965.
Iniciamos “el pelotón” frente al ayuntamiento de Tamayo, y marchamos detrás de la Casa Curial, y creo que al vernos por una ventana, creo, no estoy seguro, el Padre Camilo, a quien acusábamos de agente de la CIA, llamó a la Policía Nacional, que estaba reforzada con miembros del Ejército Nacional, y al llegar frente a la Escuela Apolinar Perdomo, nos entraron a macanazos, y nos atraparon en el callejón, entre la Escuela Primaria Apolinar Perdomo y la Casa de José Mercé, mientras este voceaba a los agentes: “cójanlos, que son comunistas esos malditos”.