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viernes, junio 6, 2025
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Abinader tiene que sosegarse para terminar mejor su obra de gobierno

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Por Osvaldo Santana

Al presidente Luis Abinader le ha llegado la oportunidad de oro, de sosegar su gestión al frente del gobierno, después de cuatro años y diez meses de un agitado ejercicio en acelerada marcha. 

Desde el primer día de su gestión, el 16 de agosto de 2020, Abinader empezó una frenética campaña de promesas de obras, y compromisos para adecentar el país mediante una campaña anticorrupción, de devolver la confianza a la economía y relanzar la República Dominicana por el sendero del progreso.

La juventud energizante del presidente Abinader compaginaba con ese temperamento audaz y fue un factor decisivo en su determinación de conseguir un segundo período presidencial. 

En el tránsito comprometió un rosario de obras por toda la República que a fin de cuentas no ha podido cumplir, y peor aún, inició importantes proyectos que durante más de cuatro años no termina y otros ni siquiera comienzan, como la autopista del Ámbar, que permitiría viajar de Santiago a Puerto Plata en 30 minutos. 

Con ese proceder, el presidente logró las metas políticas, pero es tiempo de que se pregunte, con prudencia, si debe continuar en igual trote durante los años que le quedan. Tendrá que consultar a sus expertos estrategas, pero si se guía del sentido común, los asuntos quizás les resultarían más simples de afrontar.

Las condiciones están dadas

Las circunstancias le han resultado favorables para alcanzar sus éxitos políticos. Ciertamente, la impetuosidad ha sido importante, pero ya no necesita tanta audacia.

A base de su quehacer lo ha conseguido todo. Si avanzamos por lo más importantes, sus adversarios políticos, están suficientemente anestesiados, de forma tal que el principal líder opositor ni se deja sentir. 

Unos arrinconados por la campaña anticorrupción y los otros cautivados por la amabilidad y la cortesía. La cuestión es que parecen rendidos en los laureles de Abinader. 

Se alcance o no un pacto “de nación” respecto al manejo de la migración y la seguridad en la frontera en medio de la crisis haitiana, ya el presidente logró el propósito de sumarlos en su cruzada por la nacionalidad. Bajo inspiración del discurso oficial, simplemente tendrán que suscribir el pacto previsto.

Del otro lado, y con el mismo tema, los haitianos bajaron la guardia, y se avizora la normalización de las relaciones con Haití. La designación del embajador Enmanuel Fritz Longchamp no podía ser más oportuna. 

No hay presión social

A la vista, no se advierte ningún movimiento social que perturbe la paz presidencial. Complacidos los gremios e igual anestesiados los “líderes” de las federaciones de trabajadores, tras la complacencia con el proyecto reformador del código de Trabajo, y engavetadas las luchas reivindicativas con los ajustes salariales adelantados, el camino luce despejado. Nada qué decir de los dos gremios profesionales más poderosos (ADP y CMD), satisfechos con las concesiones del poder.

La llamada sociedad civil y los movimientos sociales engavetaron sus luchas y las renuncias a reclamos reposan en la desmemoria de los dominicanos.

Seguridad ciudadana

De repente, la nación vive una paz “sin precedentes”. Solo se sabe que matan entre 8 y 10 personas identificadas como delincuentes cada mes en “enfrentamientos” con la Policía. El método “preventivo” ha rendido fruto. Las cifras de Interior y Policía sugieren que ha disminuido la violencia delincuencial. Además, superficialmente es perceptible que en los últimos meses no se tiene noticias de grandes asaltos, atracos o robos. La violencia persistente es de la “sociedad”, que almacena atiborrada los cúmulos de los desórdenes callejeros sin sanción, desde la plaga de los motores, el incumplimiento de las leyes de tránsito y la insoportable congestión urbana y las inconductas ciudadanas.

Más allá, todo el mundo está contento en la ruta “hacia el progreso” con la vista puesta en el 2036, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) se habrá duplicado y el progreso social brillará en todos los rincones de la nación.

El presidente no necesita más arrebatos

Con un panorama tan favorable, el presidente Abinader no necesita continuar con su campaña interminable de ofrecimientos, inauguraciones privadas y obras inconclusas, más un discurso que no siempre compagina con la realidad en el seno de las familias. 

Abinader debe serenarse. Empezar a gobernar con la certeza de que termina en 3 años y tres meses. Él  necesita ese proceder, pero igual lo requiere la nación.

Con su Partido Revolucionario Moderno (PRM) también apaciguado, una opinión pública complaciente, que lo aplaude en todo momento o circunstancia, no tiene que desgastarse en ese ir y venir de pueblo en pueblo. Requiere más realizaciones y más horas en el Palacio Nacional, incluso, sin La Semanal.

Abinader debe asegurar su legado material

Abinader debe terminar sus grandes obras o proyectos que serían parte de su legado material. La circunvalación de Baní pronto será realidad. La mejoría de la carretera Duarte no debe dilatarse tanto, lo mismo que la terminación de la circunvalación de San Francisco de Macorís. El presidente debe dar el mayor impulso a su proyecto Pedernales y a la carretera que conduce a ese destino. El metro de Los Alcarrizos, atrasado por la falta de recursos económicos, tanto que los inversionistas a cargo han debido recurrir a notas de crédito en el Banco de Reservas, gestionadas por las insuficientes autoridades del Metro de Santo Domingo, y ni hablar del Metro de Punta, en Villa Mella, que todavía las autoridades no terminan de realizar los avalúos y las expropiaciones, y muchos vecinos esperaban que les digan cuándo les van a “dar” por sus propiedades. Encarar seriamente el transporte de pasajeros en el Gran Santo Domingo como un proyecto clave para una mejor vida en esa gran ciudad.

Tiene Abinader que terminar la avenida Ecológica o su prolongación hasta el puerto Caucedo, y, en fin, identificar y concluir las obras más importantes en desarrollo, y mejorar o reparar aquellas que presentan deterioro, como la mayoría de las carreteras. 

Tiene a favor que el país está tranquilo, tiempo favorable para gobernar y hacer las cosas más importantes, con menos gastos corrientes, menos regalos populistas y avanzar en los asuntos de más trascendencia para los dominicanos. Y evitar la continuación del creciente peso de la deuda, que aumenta aceleradamente desde 2001, cuando la del sector público no financiero rondaba los US$3,956.9 millones, para alcanzar hoy US$61,340.5 millones, que representan el 48.5% del PIB, al 20 de mayo pasado. 

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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