jueves, abril 18, 2024

Veamos la Ley de Trata como proyecto de nación

Por Nelson Marte

“Insistir en lo que nos une”
Camilo Torres

Antony Blinken, secretario de Estado USA, Volker Turk, Comisionado de la ONU, los jefes de estado y de gobierno de Canadá, Francia y otros jefes de país y entidades multilaterales que operan en nuestro Hemisferio no deben pasar por alto que la independencia nacional dominicana se produjo contra el dominio de un gobierno haitiano.

Ese hecho es el motivo profundo por lo en la conciencia y en el subconsciente de la dominicanidad no hay el menor resquicio para que aceptemos vulneración alguna a nuestra soberanía, promuévala quien la promueva y en nombre de los intereses abiertos o encubiertos que puedan estar detrás.

Ahí reside la firma determinación del presidente Luis Abinader de asegurar donde sea que no hay solución dominicana a la crisis haitiana, que haya iniciado la construcción de una verja de control, y que su gobierno esté día por día deportando inmigrantes ilegales haitianos, como nunca antes se hizo, y nuestro canciller Roberto Álvarez Gil declare con firmeza que nadie puede hacernos exigencias que vulneren nuestra Constitución y leyes.

Y no es asunto racial o de discriminación alguna. Si nos hubiésemos emancipado de los cubanos, los puertorriqueños, los venezolanos, los norteamericanos, los rusos, los españoles, de los que ya lo hicimos, no aceptaríamos mediación alguna hacia nuestros intereses patrios, como no lo está permitiendo ahora la gallardía del pueblo de Ucrania pese al genocidio a que desde hace un año lo somete el gobierno criminal de Vladimir Putin.

Pese a esa determinación dominicana, la misma que inspiró a que nuestro Padre Fundador Juan Pablo Duarte proclamara -pronto harán dos siglos- que los dominicanos seremos libres de toda dominación extranjera “o se hunde la isla”, se nos hacen presiones para que carguemos con el fracaso que hasta ahora ha tenido el pueblo haitiano en impedir la expoliación de potencias extranjeras y sacudirse de políticos, empresarios, militares corruptos y ahora de vándalos criminales.

Como por muchas décadas Haití ha sido un estado fallido, esas presiones se han hecho a todos los gobiernos dominicanos de turno, y por eso el tema de la inmigración haitiana, china, y en menor medida venezolana, cubana o de cualquier otra nacionalidad, no puede ser un tema que nos divida, sino que nos una.

(Por cierto, un dato para mí reciente y comprobado en los hechos, es que un creciente comercio chino en Santo Domingo y otras ciudades usa intensiva mano de obra haitiana, constituyendo otro factor que empuja a la venida y permanencia de haitianos ilegales).

Cito a Camilo Torres Restrepo, quien advirtió con tiempo que, si la izquierda enfatizaba en las diferencias que la dividía como por esporas, y no insistía en los factores que la podían unir, terminaría fracasando, como en general le ha ocurrido en tanto opción política y de transformación social en nuestra América.

Ese ejemplo debemos seguir los dominicanos uniéndonos, y no dividiéndonos en un tema tan sensible y fundamental como el Proyecto de Ley de Trata de Personas que procura consensuar el Poder Ejecutivo.

Unidos debemos asumir como un proyecto de nación cualquier convenio y acuerdo pasado o por venir relacionado con la migración o cualquier otro tema fundamental que envuelva nuestros intereses generales.

Si nos sobreponemos a las crispaciones y distracciones y espantamos el patrioterismo y el oportunismo, podemos asumir esa legislación como un proyecto de todos que fortalezca nuestra soberanía e intereses generales. Para eso, es fundamental cuidar algunos aspectos del proceso y de la propia la legislación, entre los cuales no pueden faltar:

1.-Un debate a fondo a través del Congreso, con vistas públicas en que participen todos los sectores interesados en la salud de la nación.

2.- El interés debe originarse en que el tema envuelve tópicos que se relacionan con nuestra soberanía nacional, tal como ha advertido el presidente del Senado, Eduardo Estrella.

3.-En nuestro país las migraciones son reguladas por la Constitución y las leyes, como ha precisado con firmeza el canciller Roberto Álvarez Gil, y nada ni nadie puede pretender que suscribamos condiciones que las violen.

4.-En nuestro caso el proyecto no puede ser aprobado en las condiciones en que se hace en otros países, habida cuenta, como ha reiterado el presidente Luis Abinader, que nuestra RD no está en capacidad de solventar las deficiencias e incapacidades del estado haitiano.

5.-También que debemos continuar siendo el país más solidario con Haití, pero en la medida de nuestras capacidades, no por imposiciones de terceros.

6.-El tema debe ser ventilado en un diálogo nacional propositivo y unificante, un proyecto de nación apartado de la competencia política partidista o de cualquier otro tipo de intereses particulares o grupales.

Asumamos ese proyecto de nación como una oportunidad para incrementar el liderazgo regional y mundial de nuestro país por su exitosa lucha contra el Coronavirus, recuperación y crecimiento económico, lucha contra la corrupción y la impunidad en una democracia que se consolida institucionalmente y avanza en la separación de sus poderes públicos.

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