Por Alfonso Tejeda
La resquebrajante imaginación de Ariel Henry, el primer ministro de Haití, que en su discurso en la reunión de las Naciones Unidas rebajó a un simple "malestar inútil" el impasse entre su país y República Dominicana, como titular periodístico es impactante, pero insuficiente para explorar las derivaciones posibles de la unilateral decisión dominicana de cerrar su frontera como respuesta al desvío que en Juana Méndez hacen del cauce en el río Masacre, haitianos que definen su acción como un derecho.
Río binacional que separa en parte la frontera de los dos países -en la mayor discurre en cada territorio-, la historia del Masacre tiene capítulos muy trágicos, casi siempre en desmedro de los haitianos, que apenas aprovechan esa agua, la que dominicana sí utiliza con mayores ventajas y mejores propósitos, por lo que teme que el iniciado desvío haga escurrir el caudal, dadas las condiciones en que realizan la obra.
La alarma suscitada por la decisión de esos haitianos ha rebasado la persuasión de capacitados técnicos dominicanos que han advertido de las falencias de la obra -tal como se está haciendo- y desbordado las recomendaciones estipuladas en tratados y convenios para discutir casos similares, y en cambio se apeló a la "autosuficiencia" del "pez grande que se come al chiquito" precipitando ese " malestar inútil " al que se refirió Ariel Henry.
Nuccio Ordine, escritor y ensayista italiano recién fallecido, es el autor de "La utilidad de lo inútil" -texto referido al arte, a la literatura -puede orientar de las consecuencias posibles de cómo la decisión del cierre unilateral de la frontera podría repercutir en la acritud, ¡ojalá! – que una mayoría de dominicanos tiene hacia Haití y los haitianos, más allá de la vocinglería que los prejuicios y la ignorancia elevan a decibeles que impiden escuchar los susurros de la razón.
Ataviada por los fulgurantes desfiles de ostentosa parafernalia militares que días después agonizan en bostezos, el cierre fronterizo ya se descascara ante una realidad labrada por el poder de aquel portentoso caballero "Don dinero", del que se extrañan sus raudales en las fuentes del negocio que ayuda a mover "voluntades", y que también se filtran por los intersticios de redes construidas por la necesidad de la sobrevivencia de gente sencilla que pueblan las comunidades fronterizas.
Tal vez sea folklórico el ejemplo del síndico de Dajabón -provincia fronteriza con Juana Méndez, y una de la más afectadas-, Santiago Riverón, quien en el lamentable suceso de la muerte de cuatro ciudadanos en un atraco, cuál " Sheriff del viejo Oeste", propuso formar escuadrones paramilitares para "cazar haitianos" – a los que presumía responsables del hecho- pero que ahora lamenta que la ausencia del mercado binacional ha lastrado la cuenta del cabildo por la falta de arbitrios.
Más allá del folklorismo, importa que, desde el gobierno, que en el inicio condicionaba el diálogo a que se abandonaran los trabajos del desvío, ahora lo contempla como posibilidad, por la que se han expresado la conferencia de obispos dominicanos y otras entidades, y que en la conferencia de las Naciones Unidas propuso Ariel Henry, apelando a la necesidad de entendimiento entre los países y pueblos.
Dable es apuntar que en el ambiente creado en esa conferencia sobre Haití y su situación, el presidente Luis Abinader – que ya incorporó a su discurso al "pueblo haitiano" y reconoció que parturientas haitianas en hospitales dominicanos residen en el país- consiguió que otros gobernantes asumieran un mayor compromiso en su propuesta de que la comunidad internacional tome responsabilidad en gestionar las respuestas que la crisis haitiana demanda.
Pendiente está que el Consejo de Seguridad de la ONU sancione positivamente todas esas propuestas para conformar una fuerza multinacional que opere en Haití, y si se logra tal propósito, entonces en República Dominicana tomará un descanso del tema haitiano, despojando así a los ultranacionalistas de su obsesión, y facilitando al presidente Abinader recursos y posibilidades para otras tareas a la que Haití le ha restado atención, disponibilidades y expectativas políticas.
Entonces, se podrá decirle con Nuccio Ordine a Ariel Henry que de ese "malestar inútil" , los dominicanos lo aprovecharon para convertirlo en un retruécano:" la utilidad de lo inútil".