lunes, abril 29, 2024

¿Qué piensa hacer Abinader con tanto poder?

Por Osvaldo Santana

El presidente Luis Abinader reiteró en La Vega su propósito de alcanzar una victoria electoral con 60% de los votos, o más. Superar los resultados del pasado 18 de febrero, en lo que sería un ensanchamiento del poder con que ya cuenta.

Una victoria en esos términos reafirmaría una ocurrencia en República Dominicana durante dos décadas, cuando un solo partido gobierna con mayoría absoluta, con lo que se materializaría una negación de la tendencia global que sugería que difícilmente un solo conglomerado político en el sistema democrático podía conformar una gobernanza en esas condiciones, pese el creciente surgimiento de grupos nuevos que irrumpían en los escenarios en los diferentes países, según registraba para 20212 Moisés Naím en su libro “El fin del Poder”.

República Dominicana, siempre ajena a las tendencias globales, sobrepasó la tormenta sin que el ejercicio del poder se viese amenazado por emergentes que obligaran a compartir el poder o que se ganaran legítimamente algunos puestos en las diferentes esferas del Estado.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM), con su desafiante candidato ya barrió en las elecciones municipales de febrero y muy temprano logró agenciarse el apoyo de los pequeños partidos, viejos y nuevos, a los cuales promete migajas, para permitirse asegurar el tan anhelado propósito de alcanzar una mayoría avasalladora.

¿Para qué todo el poder?

Es inevitable preguntar para qué desea el presidente más poder, pues ya tiene asegurado el control sobre casi todos los poderes, y avanza cada vez más su influencia hacia el poder judicial, el cual quedará bajo su égida en unos años, cuando tendría que ser renovada la Suprema Corte de Justicia.

Tiene el control del Congreso Nacional, con mayoría en ambas cámaras, recién designó convenientemente en los términos que establece la ley y el procedimiento, al presidente y varios miembros del Tribunal Constitucional, igual el Tribunal Superior Electoral (TSE); la Junta Central Electoral (JCE), si bien se le reconoce su independencia de criterios, igual fue seleccionada bajo su influjo.

Entonces, hay que insistir en preguntarse para qué el presidente Abinader quiere concentrar más poder, y especialmente, con los altos porcentajes con que aspira ganar, como para asegurar una mayoría absoluta en las cámaras legislativas.

No hay que pensar que el presidente Abinader desea tal dimensión de poderes solo para realizar los cambios que prometió y no ha hecho, los más perentorios, como la ley de seguridad social, una profunda revisión de la política educativa; una gestión agrícola más comprometida con los pequeños productores ante la necesidad de impulsar la seguridad alimentaria y cuestiones no demandadas por todos en la sociedad, pero necesarias, como la reforma fiscal equitativa, un nuevo código de trabajo, y temas puntuales como un nuevo código penal y una política más agresiva para solucionar la transportación de los ciudadanos en los grandes polos urbanos e interurbanos. Para esos y otros temas, obviamente, el presidente no requiere más poderes.

Además, el presidente Abinader abandonó el programa de gobierno con el que fue elegido inmediatamente asumió para el actual período, y ejerce sin ese compromiso, lo que de nuevo haría si resulta electo, pues hasta ahora no ha dicho cuáles son sus propósitos más allá de continuar su campaña por la transparencia y combate a la corrupción. Para eso, tampoco necesita más poderes. Igual ocurre con la voluminosa deuda del gobierno, que al 29 de febrero de este año ya sobrepasaba los 55 mil millones de dólares.

Pero él insiste en ganar en forma abrumadora, obviamente, con el propósito de controlar todos los poderes. Lo reiteró el pasado 7 de abril en La Vega, donde dijo que “el 19 de mayo se acerca un plebiscito para seguir profundizando el cambio, eso es lo que yo le pido a La Vega, y lo voy a pedir a todos los dominicanos…

“Ellos dijeron, y se han inventado muchas cosas de lo que pasó en febrero, pero si en febrero fue un 60%…como ellos dicen que eso no fue la realidad, vamos a darle un mensaje para lanzar eso mucho más lejos del 60%”.

¿Buscará reformar la Constitución?

¿Será que Abinader piensa modificar la Constitución de la República para restablecer la reelección indefinida?

Una reforma para derrumbar el límite de la reelección más allá de dos períodos consecutivos tendría sus imponderables. Ya se vio lo que pasó cuando el presidente Danilo Medina lo intentó en 2020. Pese a tener la mayoría de los votos no pudo hacerlo por la presión social y política interna y externa de parte de la administración Trump de los Estados Unidos.

Según todos los vaticinios, Abinader ganará fácilmente. Si así resulta, ¿gobernar le será tan fácil con toda esa mayoría? La historia sugiere que no tiene que ser así. Los vencidos en las elecciones denunciaron desde antes de febrero, cómo el gobierno venía comprándoles sus compañeros. También se habló de una abstención dirigida mediante la compra de cédulas. Incluso, vías de hecho en los centros de votación que bloquearon el ejercicio del voto de algunos ciudadanos.

La mayoría y el ejercicio del poder

Desde todo punto de vista, cualquier político desearía obtener la victoria con una alta cuota porcentual, pero no deja de ser un riesgo si lo que se busca es el poder absoluto y la destrucción de los contrarios, zarandeados ya por cuantiosas pérdidas de connotados dirigentes, porque asistiríamos al ejercicio del poder absoluto de un solo partido a través de las mismas personas.

Una situación así podría empujar a los contrarios a un proceso de radicalización, sobre todo, si entienden que han sido victimizados durante el proceso electoral.
Una oposición derrotada con un panorama cuestionado por alegada falta de igualdad y acceso a los recursos públicos, entregados tardíamente, puede terminar resentida. Franklin Almeyda Rancier, uno de los dirigentes de la Fuerza del Pueblo, dijo el pasado lunes (elcaribe, 8 de enero, 2024), lo siguiente:

“Luis Abinader está degenerando el sistema democrático dominicano. Maneja el Estado como un negocio, comprando voluntades y favores… Abinader arriesga la gobernabilidad… desafiando a un pueblo históricamente soberano y bravío.”

Abinader ha gobernado en tiempos tranquilos, con un gran apoyo desde su instalación, en medio de la pandemia en 2020, que generó un sentimiento de unidad nacional y postergó el accionar cuestionador de sus opositores. Además, la oposición estaba profundamente dividida.

En el caso de que todos los pasos del presidente fuesen conducentes a un plan de reforma constitucional, podría fragmentar la unidad de su propio partido, y se generaría un escenario nuevo, un imponderable que nadie podría adelantar consecuencias. Las experiencias con Hipólito Mejía y Medina son aleccionadoras.

Una actuación prudente, sea en el curso de la campaña o tras la obtención de una victoria contundente, pudiera ser buena idea para un jefe de Estado que lógicamente desea marchar con una gobernanza tranquila y productiva.

Pese a todo lo dicho hasta ahora, no hay que olvidar que este es un ejercicio de proyección, y que la campaña está en desarrollo, y que hasta que no se cuenten los votos, nadie puede adelantar ni cantar victoria.

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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