Lito Santana
Las quejas vienen de todos lados y por más que se busca evitar el error, el cerebro nos traiciona.
Se trata de la actualización del “Año Nuevo”, en las fechas de documentos importantes.
Me cuentan los vericuetos de una señora que visitó a su médico gastroenterólogo y pasó las de Caín, por un simple número tres, que debió ser un número cuatro.
Cuando fue a la farmacia a comprar los medicamentos con su seguro médico, la operación no pudo ser ejecutada.
La ARS no acepta ese error y la joven farmacéutica tampoco puede equivocarse con esta pifia.
La paciente debió salir rauda y veloz para el consultorio de su doctor, pero cuando llegó ya el médico se había ido a un servicio, fuera de la clínica y no llegaba hasta el próximo lunes.
Ella debió comprar su medicamento de contado, para después buscar la corrección de la fecha en la receta y luego ver cómo reclamaba un reembolso en el seguro.
Ese tema todavía está en curso.
Me cuentan de otro caso en el que un suplidor envió una factura al cliente, que fue recibida, sin el chequeo riguroso de la fecha de expedición.
Él también puso 2023 en vez de 2024.
Cuando creía que le estaban llamando para que pasara a recibir su pago, en realidad se trataba de la devolución de la factura, por ese error en la fecha.
Situaciones así ocurren y al aparecer se seguirán repitiendo en todo el mes de enero o hasta que el cerebro y los dedos se pongan en sintonía.
Mientras tanto, los perjudicados llegarán a miles o a millones de clientes y suplidores.
Por eso, ahora que apenas el mes de enero va por 10 días, es tiempo de que prestemos atención a este detalle, que puede salvarnos de situaciones incómodas o perjudiciales, dependiendo de la utilidad y rapidez del servicio.
Por favor, fíjense en la fecha.
