Por Nelson Marte
En vez de oportunidad, siendo más objetivo pude titular desafío o reto, pero como soy optimista incurable prefiero hablar de oportunidad.
Es la situación que se le presenta a nuestra clase política con la elección de sus candidatos municipales a las alcaldías, regidurías, direcciones de distritos y de vocales y luego en los comicios presidenciales y legislativos.
Desde hace un buen tiempo, según informan las encuestas y otras mediciones más profundas, nuestros políticos arrastran un serio déficit de credibilidad.
Es tan así que los electores los ven como un mal necesario, hasta ahora, y cuando se hacen encuestas sobre los aspirantes de algunos partidos el candidato “ninguno” obtiene mayor votación que otros que son figuras vendidas y revendidas.
La clase política es, en definitiva, uno de los grupos dominicanos con menos credibilidad del país, según los estudios de opinión.
Se espera que conscientes de esa realidad los políticos aprovechen la elección de sus candidatos a las elecciones del próximo año para realizar mejoras en sus competencias internas.
Los partidos deben ver que las elecciones se produzcan en base a reglas democráticas que aseguren igualdad de oportunidades para todos, y con adecuados niveles de trasparencia.
Lo que tienen es que acogerse a sus respectivas normativas estatutarias y a las leyes Electoral 275-97, y la de Partidos y Agrupaciones Políticas, 33-18, las cuales consagran los derechos y prerrogativas de sus miembros a elegir y ser elegidos.
Los políticos, eventuales presidentes de la República, senadores, diputados, alcaldes y otras autoridades que nos gobiernan están llamados a ser figuras paradigmáticas, ejemplares, para el conjunto social, y no todo lo contrario.
La democracia y la institucionalidad internas han sido el talón de Aquiles que ha venido resquebrajando la salud de los partidos.
Ojalá que contemplen la elección de sus candidatos como una oportunidad para mejorar, considerando que el deterioro que ha venido acumulando su credibilidad queda potenciado hoy por la extraordinaria capacidad de exposición a que los someten el internet y las redes sociales.
