viernes, abril 19, 2024

Nació de la mano de una partera y 35 años después donó su propia sangre a una paciente cuando en labores de parto presentó una hemorragia profusa

LITO SANTANA

Es de Tenares, municipio de Salcedo, en la provincia Hermanas Mirabal, la doctora que llegó al mundo de mano de una partera y que 35 años más tarde, ya graduada de medicina, experta en ginecología y obstetricia, realizó el parto a una paciente, que, tras presentar una hemorragia abundante, debió donar su propia sangre para también salvar la vida a la madre.

Se trata de María Díaz Arias, que en la actualidad trabaja en departamento de ginecología y obstetricia del Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS), que cuenta a pronosticamedia.com, su experiencia profesional.

A continuación, la entrevista.

¿Doctora cómo se siente?

Muy bien, afanando con el día a día.

Supimos de su vivencia con un parto que se le complicó a una de sus pacientes ¿cómo fueron las cosas?

Una de las complicaciones probable de los partos, es que la paciente haga algo que se llama “atomía uterina”, es que el útero, como está grande, porque tiene el bebé adentro y se ha presentado labores de parto, se supone que debe tener fisiológicamente las capacidades de ponerse pequeño inmediatamente se da a luz, pero hay pacientes que no alcanzan esa capacidad, por la razón que sea, entonces el útero no se pone pequeño, no se contrae. Como la conexión que hay entre la madre y la placenta se mantiene, ella sigue sangrando. El equipo médico que esta asistiendo a la señora de inmediato ve la situación, tiene que medicarla, comenzar a dar masajes y aplicar muchísimas técnicas para detener ese sangrado. Se puede llegar al caso extremo de que, al no poder controlar esa hemorragia, por más esfuerzos que hagamos, se pueden tomar decisiones muy severas, como extirpar el útero para salvar a la madre. Te cuento que, en este caso, la paciente dejó de sangrar, pero ya había botado demasiado sangre y llegamos a la conclusión de que había que transfundirla.

¿Como se tornó el ambiente en la sala?

Muy tenso. El problema estaba en que no teníamos sangre de su tipo a mano. Ella era “RH A Positivo (A+)”. En ese tiempo no había muchas alternativas. Por coincidencia de la vida, cuando me informan de su sangre, ese mismo tipo es el mío. Dispuse que me hicieran de emergencia todos los análisis y completado los procedimientos, iniciamos la transfusión.

¿Qué significó esa decisión para usted?

Fue algo muy especial y emotivo, porque de un segundo a otro pasé de gineco-obstetra, jefa del equipo que asistía a esa dama para recibirle su criatura, a donante de sangre en estado de emergencia. Me decía: “oh Dios mío, acepto tus pruebas en esta profesión como tú las dispongas”. Y todo salió muy bien.

¿Habías tenido alguna experiencia similar en tu carrera de médico profesional?

De tanto riesgo no. Fíjate, que ese parto lo realicé en mi condición ya de especialista en ginecología y obstetricia, en el año 2005. Me había graduado en la especialidad en el 1997 y de medicina general en 1992. Tenía 35 años de edad y cuando ocurrió este hecho, rememoré  lo que me había contado mi madre. 

¿Cómo así?

Yo nací de la mano de una “partera” allá en Tenares, municipio de Salcedo, ahora provincia Hermanas Mirabal, y pensé en lo mágica que es la vida, pues haber nacido asistida por una persona que había hecho tantos partos de manera tradicional, con su sola experiencia del día a día, me tocó a mi recibir esta criatura, salvar a la madre y transfundirle mi propia sangre. Son cosas del Todopoderoso. 

¿Recuerda el nombre de esa partera?

Y cómo no recordar a “Mama Picha”, si esta doñita debió recibir los hijos de cada familia en Tenares.Te cuento que incluso una de las calles de la comunidad tiene su nombre. Respetamos su memoria y a toda su familia les agradecemos, porque siempre, de una forma u otra  forma se involucraban en sus actividades de ayudar a traer vidas al mundo.

¿Explica estas cosas con emoción, parece que naciste para ser gineco-obstetra?

Lo que me lleva a dedicarme a esa área de la Medicina fue, cuando ya graduada de médico general, me tocó atender el primer parto. Eso fue en 1992, era médico general y estaba haciendo mi pasantía. Una compañera de trabajo, ella era enfermera, llegó en labores de parto al hospital y tuve que atenderla. Déjame decirte que cuando se está en la universidad, una elige su profesión, porque es la que le llama la atención, la que le gusta, como se dice popularmente. Pero para mí, cuando recibí esa criatura, del vientre de la madre a mis manos, fue como que vi un rayo de luz que me deslumbró. Sentí que Dios me estaba dando la oportunidad de ser testigo de su presencia y que no había nada mejor, más grande, que le pudiera pasar a una persona, que ser asistente personal de Dios, para ser testigo de su gloria en esta tierra.Y me dije: mi especialidad va a ser ginecología y obstetricia. Y aquí estoy.

¿Han pasado los años y usted se ha desarrollado plenamente en su profesión, qué le preocupa sobre la situación de los pacientes que ves?

Más que mis pacientes me preocupan las niñas y adolescentes que con frecuencia están fuera de mi entorno. Situaciones en las que se ven que no debían suceder. Muchachas fuera del hogar familiar, adolescentes sosteniendo relaciones no propias de su edad o que no asisten a los centros educativos y sobre todo mucho desamparo de las familias y del mismo Estado dominicano. Creo que se necesita pensar más en esta parte de la población que amerita mayores y mejores atenciones, sobre todo en su educación.

¿Qué se puede hacer?

Sé que no es algo fácil, más ahora que el mundo ha cambiado tanto. Que muchos avances de las tecnologías, de la internet, son aprovechadas para fines no santos. Debían fortalecerse las campañas educativas desde el Estado para la juventud, hembras y varones. Las ciudades están llenas de vallas publicitarias con campañas políticas o productos comerciales y usted no ve nada que ayude a nuestra juventud a aprovechar mejor la vida. Son enormes letreros, modernos, lumínicos, con grandes diseños y bonitas imágenes, pero nadie piensa en estos muchachos y muchachas que deben ser encaminados para que les vaya bien en sus respectivas edades y conseguir un mejor futuro. Eso me preocupa.

Muchas gracias.

Lito Santana
Lito Santana
Nació en Tamayo. Locutor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Aboga por la participación de todos los sectores en la solución de las dificultades por la que atrevieza el País.

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