martes, abril 16, 2024

María Teresa: espejo o fantasma de Luis Abinader

Por Alfonso Tejeda
Desafiante desde antes, aceptando ostentoso el reto de quienes se estiman sus contrincantes electorales, en la rendición de cuentas última el presidente, Luis Abinader, desgranó cifras, datos y hechos, tal si fuera -como relata el cuento popular- el felino doméstico que retoza a su antojo con su aún diminuta presa, a la que sabe "que por más que brinque y patalee", caerá en sus afiladas garras, garras de las que escapa su mayor desafío: María Teresa Cabrera, la propuesta alternativa.

Abinader, en esa jornada, definida como su disposición a embarcarse en la repostulación para un segundo periodo presidencial, se permitió comparar sus logros administrativos frente a la gestión de Danilo Medina-PLD (tomando el 2019 como parangón), con la que fue "suave", no así con Leonel Fernández, con quien hasta se permitió cierto "bufeo" con el "índice del pollo", pero también le recordó que puede "tener los juegos pesados", con aquello de la vía de El Coral, en Puerto Plata, de la que prometió se construirá "sin peaje sombra".

Para aguijonear más al candidato de la Fuerza del Pueblo, el presidente finalizó su larga exposición con una propuesta que recuerda aquella dilemática canción de Johnny Ventura "Ni contigo ni sin ti", cuando convocó a un acuerdo para definir qué hacer frente a la situación haitiana, tema en el que Leonel tiene un arraigado liderazgo en el conservadurismo, y que Abinader se disputa destronarlo.

Y es ahí donde el mandatario revela sus falencias, presentes en otros temas que los confrontan con lo que representa María Teresa, ella, como ese espejo en que Abinader rehúsa mirarse, porque refleja todo a lo que él ha renunciado, esas propuestas, conquistas y realizaciones que, en el 2020, asumió como compromiso de su futura gestión, pero que ha ido orillando cada vez más.

María Teresa, en la competición, es el reclamo de que ese prolongado y tan promocionado crecimiento económico del país sirva para alcanzar la justicia que la equidad social contiene, que mejore los índices de desarrollo humano, sustente una mayor calidad de la democracia, mejore la gestión pública, y promueva cambios en la cultura.

La candidata del progresismo reta a Abinader, recordándole que las tres causales, con las que él se comprometió, es una cuestión de derechos de la mujer: de salud, de libertad, de equidad; que es la garantía para aquella que se vea ante esa realidad que solo ella pueda experimentar, en un momento que ninguna quisiera confrontar; que es más que la obediencia a unos credos que no solucionan el embarazoso trance que confronta.

María Teresa está ahí para reflejarse en el espejo a Abinader como la imagen que dice que lo público puede ser viable, que no solo lo privado existe; que el agua, las reservas forestales, los ríos, tienen que ser cuidados y defendidos por todos/as y solo para beneficio del país y su gente, no como fuente de negocios de unos pocos; que a quién él en su discurso escogió como competencia es el pasado, que el desafío es el presente, un presente que reclama equidad, justicia, institucionalidad, derechos.

Pero también, María Teresa le sonríe a Abinader desde la simpatía del reconocimiento a la honestidad que lo caracteriza, la que tiene que rebasar el estrecho marco del mandatario y algunas/os funcionarios del gobierno, que sea cotidianidad de la gestión gubernamental, que es un componente intrínseco que desafía al y el nuevo accionar político del y en el que ambos, ella y él están comprometidos con su trascendencia.

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