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miércoles, octubre 15, 2025
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Los dominicanos gastan más en TV por cable, internet y plataformas de streaming que en literatura impresa y actividades culturales

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Por Octavio Santos

En la República Dominicana, el concepto de “cultura” se ha trasladado, poco a poco, del teatro, y los museos a los routers y los celulares. Lo que antes era una salida de domingo a una exposición o un concierto, hoy ocurre desde la sala de la casa, frente a un televisor inteligente o un celular conectado al Wi-Fi.

El nuevo Boletín Demográfico y Social No. 12 de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) revela que los hogares dominicanos destinan más del 60 % de su gasto cultural a servicios digitales: televisión por cable, internet residencial y plataformas de streaming. En cambio, apenas 1.3 % se destina a formación artística, 1.5 % a publicaciones y menos del 10 % a asistir físicamente a actividades o espacios culturales.

¿Qué es el gasto cultural?

En términos estadísticos, el “gasto cultural” se refiere al dinero que los hogares destinan a bienes, servicios y experiencias vinculadas a la creación, consumo o disfrute de la cultura: desde libros y museos hasta televisión, internet y plataformas audiovisuales.

En República Dominicana, el Banco Central y la ONE utilizan ese indicador para medir no solo el peso económico del sector, sino también el acceso ciudadano a la vida cultural.

Los números de 2024, obtenidos a partir de la Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENCC), muestran que el gasto mensual promedio por hogar pasó de RD$780 en 2010 a RD$1,487 en 2024, un incremento de casi el doble en catorce años.

Pero el detalle clave está en cómo se distribuye ese gasto:

  • Categoría Monto promedio (RD$) Porcentaje del total
  • Servicios fijos y suscripciones del hogar (TV, internet) 932.3 62.7 %
  • Audiovisuales (música, cine, videojuegos) 288.6 19.4 %
  • Asistencia a espacios culturales 142.2 9.6 %
  • Publicaciones (libros, revistas, periódicos) 22.4 1.5 %
  • Formación artística no formal 19.9 1.3 %

El país conectado… pero no necesariamente más culto

El dato puede parecer alentador: los hogares dominicanos gastan más en cultura que hace una década. Sin embargo, el desglose revela un fenómeno nuevo: la cultura se ha digitalizado, pero no necesariamente diversificado.

El 65 % de las personas de 13 años o más accede a internet desde el hogar, mientras que el 27 % lo hace desde el celular. En cambio, solo 7.1 % visitó un museo y 3.8 % asistió a una obra de teatro o espectáculo escénico durante el año.

En las zonas urbanas, donde la conectividad es mayor, el gasto se concentra en el entretenimiento doméstico. En el Gran Santo Domingo, los hogares gastan RD$2,100 mensuales en cultura; en el Sur, apenas RD$888.

La brecha cultural ya no solo es económica o geográfica: es digital.

También hay brecha digital

El consumo cultural también refleja la desigualdad de ingresos.

Mientras los hogares del quintil más bajo destinan apenas RD$448 mensuales a actividades culturales, los del quintil más alto gastan RD$3,750.

Esa distancia no solo mide capacidad económica: define qué tipo de cultura se consume.

Quien tiene más recursos paga por fibra óptica, Netflix o Spotify; quien menos, accede a la cultura desde la radio, la televisión abierta o los eventos populares gratuitos.

El resultado es un país donde la cultura digital —aunque más accesible en formato— no está equitativamente distribuida en velocidad, calidad ni diversidad.

Los datos de la ONE muestran que apenas un 12 % de la población visitó un monumento o sitio arqueológico y un 7 % una biblioteca.

En contraste, el 67.9 % escuchó música grabada y 49 % vio televisión, dos hábitos que requieren conexión o dispositivos electrónicos.

El espacio físico de la cultura —museos, salas, casas de la cultura— pierde protagonismo frente a la pantalla. Pero no se trata de falta de interés, sino de acceso y hábito: el costo del transporte, los horarios laborales, la falta de espacios cercanos o incluso el desconocimiento de la oferta cultural empujan al ocio digital como sustituto.

El click en la pandemia

La pandemia aceleró un cambio que ya venía gestándose. El país se digitalizó a la fuerza, y con ello, el consumo cultural migró a las plataformas.

Hoy, el entretenimiento y la formación artística compiten con la comodidad del sofá, la inmediatez del streaming y la conexión permanente. Las ferias, los teatros y los museos deben reinventarse para coexistir con ese nuevo hábito.

En esa transición, la política pública cultural enfrenta un desafío doble:

Garantizar el acceso digital a la cultura —fibra óptica, tarifas asequibles, alfabetización tecnológica—.

Revalorizar la experiencia presencial, que sigue siendo insustituible como espacio de encuentro, identidad y comunidad.

La República Dominicana está más conectada que nunca, pero no toda conexión es participación cultural.

Tener acceso a internet no significa tener acceso al arte, la lectura o la memoria colectiva.

El reto para el Estado, las universidades y las empresas culturales no es solo aumentar el gasto en cultura, sino redistribuirlo hacia actividades que generen valor creativo y educación estética.

La nueva brecha cultural no se mide solo en pesos, sino en megabytes, minutos de visualización y distancia entre el clic y la comunidad.

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