Por Haivanjoe Ng Cortiñas
En la semana del 10 al 14 de marzo de 2025, personal del Fondo Monetario Internacional (FMI), realizó una visita técnica para encargarse del seguimiento a la economía dominicana. Para ese fin hicieron las indagaciones con los funcionarios del área económica, legisladores, empresarios y de la sociedad civil, como paso para recopilar información que le sea útil en la preparación del informe preliminar que conocerá la próxima misión del FMI, en el marco de la consulta al Artículo IV que llevan a cabo anualmente.
El rol de asesoramiento económico que realiza el FMI a los países miembros resulta vital, pues la supervisión que ejerce el organismo multilateral permite identificar riesgos locales e internacionales y las posibles políticas económicas para afrontarlos, de ahí lo clave que es su colaboración, tanto por lo que diga taxativamente y que hace público, como por lo que se expresa en un lenguaje manejado con prudencia y lo que queda entre las patas de los caballos.
En lo adelante, lo que no dirá el FMI en su informe:
Al auscultar el comportamiento de la deuda externa pública del sector no financiero, el FMI se referirá a que la presión de la deuda ha disminuido, pasando de diciembre de 2023, que se encontraba en un 45.1 % a diciembre de 2024 a un 46.3 % y luego en enero de 2025 a un 44.6 %, todas como porcentaje del PIB; sin embargo, soslayará que el saldo se ha elevado de US$ 54,828.8 millones (diciembre 2023) a US$ 57,299.4 millones a enero de 2025, para un incremento de US$ 2,470.6 millones. El aumento sistemático del saldo de la deuda provoca una mayor presión del servicio de la deuda sobre el presupuesto nacional, tal y como se verifica en la proyección de los compromisos financieros por amortización, intereses y comisiones de US$ 4,077.9 millones de 2025 y para el 2026 de US$ 5,847.5 millones, equivalente a un crecimiento de US$ 1,769.6 millones, una presión del servicio de la deuda externa sin precedente.
El desafío de las finanzas públicas se agrava para el 2025/2026, cuando se analiza el servicio de la deuda pública interna, que continúa con una tendencia creciente, restando espacio presupuestario para programas y proyectos de desarrollo. Para el 2025 la presión del servicio se eleva a RD$ 165,635 millones y hacia el 2026, se incrementa aún más, al situarse en RD$ 230,865 millones, lo que representa un incremento de RD$ 65,230 millones.
La carga en aumento que representa el servicio de la deuda pública externa e interna, expone a la economía dominicana a riesgos fiscales en el corto plazo, de no cumplirse en el tiempo y montos comprometidos, desafío que debe ser afrontado con decisión y oportunamente, sin que afecte a la población de menores ingresos monetarios que comprometa la estabilidad social en el país.
Uno de los impactos que ha tenido la mayor presión del servicio de la deuda pública sobre el presupuesto nacional, es la de reducir en forma sistemática el gasto de capital como proporción del gasto público total ejecutado, en efecto, previo a la pandemia, en el 2019 era de un 13.8 % -antes era mayor- y en el 2024 de un 12.5 % y para el 2025 se contempla un 11.8 %, lo que sugiere una disminución de 2 puntos porcentuales.
La caída del gasto de capital al nivel más bajo de la historia de las finanzas gubernamentales compromete el nivel de competitividad de la economía dominicana por el lado del aporte del sector público, al tiempo de afectar el patrimonio público y nacional, así, además, capacidad de darle sostenibilidad al nivel de endeudamiento con menor exposición a los riesgos.
La depreciación monetaria del peso dominicano al 14 de marzo de 2025 se sitúa en un 2.7 % y la anualizada se eleva a un 6.6 %. La perdida de valor ha sido más intensa de lo estimado, ante el hecho de que al cotizarse el dólar a RD$ 63.10 en promedio en el mercado spot, ya alcanza la métrica establecida a diciembre del año en curso y que asciende a RD$ 63.11. Muchas operaciones cambiarias para montos menores se transan a RD$ 63.30.
La volatilidad del tipo de cambio en breve tiempo, es una expresión de la presión cambiaria, motivada por un conjunto de causales, como expectativas inflacionarias en el exterior por tensión arancelaria, expectativas de subida de la tasa de interés en los Estados Unidos y, a la demanda de bonos soberanos en los mercados internacionales por parte de inversionistas locales, que utilizan dólares que circulan en el mercado cambiario nacional en la referida operación y, que promueve un círculo de dólares que merma la entrada de nuevas divisas por colocación de los instrumentos financieros públicos. La situación del mercado cambiario presenta señales de riesgos cambiarios.
La sistemática reducción de la tasa de política monetaria del Banco Central desde junio de 2023, cuando se redujo de 8.5 % a un 8.0 %, hasta situarlo a marzo de 2025 a un 5.75 %, no ha logrado el efecto traspaso, en el entendido de que la tasa activa promedio ponderado del sistema bancario no ha disminuido, por el contrario, se ubica en un 15.99 % al 13 de marzo de 2025, más elevada que cuando la tasa de referencia inició su tendencia a la baja, tiempo en que la tasa activa en los bancos era de un 12.41 %. El referido comportamiento es demostrativo de lo altamente ineficaz que ha sido el instrumento de la tasa monetaria, en el objetivo de procurar incidir en una merma en las tasas bancarias.
Partiendo del hecho de que la tasa de interés activa permanece alta y poco o nada estimula la demanda de crédito y expansión económica atribuida a esa razón, la depreciación monetaria anticipada en casi 10 meses, el entorno internacional que se muestra impredecible, por la postura de las nuevas autoridades de los Estados Unidos y su política proteccionista, pueden ser señales no promisorias para la actividad económica dominicana.
La economía ya muestra una ralentización del PIB en enero de 2025, al registrar un desempeño de un 2.2 % interanual, en contraposición al mostrado en igual mes en el 2024, que alcanzó un 4.7 %, también interanual, así como, además, el comportamiento negativo del sector minero, a pesar de la subida del precio del oro en los mercados internacionales de hasta US$ 3,000 la onza, la caída negativa del sector de la construcción a un nivel de un 7.7 % y la pobre actividad comercial con tan solo un 2.4 %, son las primeras señales de que la economía tendría un menor resultado que en el 2024 y que las autoridades deben reestimar hacia la baja.
El riesgo inflacionario en la economía local para el 2025 parecería que se asoma y compromete el cumplimiento de la meta del 4.0 %, a juzgar por los primeros resultados al segundo mes del año, pues la inflación a febrero se ubica en un 3.56 %, superior al registrado en igual mes en el 2024, que fue de un 3.30 y también por la mayor intensidad en la subida de precios en el mes de febrero, cuando registró un nivel de un 0.32 %, en contraposición a igual mes en el año anterior, que manifestó un 0.09 %, métrica que se asocia a una mayor depreciación monetaria y al entorno internacional.