lunes, septiembre 16, 2024

Las vicisitudes en Teleantillas

Por Melton Pineda

Ya en los últimos días de la transición del presidente doctor Jorge Blanco a Joaquín Balaguer, l982-1986, supimos que a nuestro compadre Luis González Fabra, lo habían designado Director General del Canal 2 de Teleantillas.

José Luis Corripio Estrada (Don Pepín) había comprado el canal 2 de TELEANTILLAS, al doctor Germán Emilio Ornes.

Al otro día de su designación, el licenciado González Fabra me llamó al periódico El Sol, y me dijo: te quiero ver mañana después que salga de Palacio, aquí en TELEANTILLAS.
Al día me presenté a la cita en el canal de televisión TELEANTILLAS.

Llegué a su despacho, me saludó y con ese mismo impulso me agarró del brazo, no me soltó ni en la escalera y bajamos del segundo piso y me entró a la Redacción de ese canal. Me señaló un escritorio que estaba vacío y me dijo: siéntate ahí, tú eres empleado de aquí, solo para cubrir las noticias del Palacio Nacional.

Le dije: … las cosas tuyas Fabra, pero no hemos discutido cuánto me van a pagar. El insiste: quédate ahí, ya tú eres empleado de aquí. Llamó al jefe de Redacción, Andrés Abreu, y le dijo: asígnale a partir de mañana la fuente del Palacio Nacional.

Ciertamente, me sentí muy bien por el nivel de confianza que tuvo conmigo frente a un grupo de compañeros.

Al otro día, Andrés Abreu me envió a cubrir la fuente del Palacio Nacional. Ya el doctor Joaquín Balaguer se había juramentado como Presidente en el cuatrienio 1986-1990.
En esa época, después de dos o tres meses cubriendo Palacio, con Andrés Abreu como jefe de Redacción y el licenciado Fabra como Director General de Teleantillas, se conformó un nuevo equipo del canal 2 que dirigían un Noticiario de “Cerebros”, encabezado por el presentador, y hombre de letras, Don Yaqui Núñez del Risco, entre otros.

Mi experiencia de periodista entendía que quien debía dirigir ese gran programa, debía ser un periodista experimentado como Ramón Colombo, que estaba en el equipo.

Le dimos un tiempo de cuatro meses para que cerrara, porque observábamos su desarrollo. Así fue, tuve la boca de chivo, al poco tiempo cerraron.

Luego llegó un equipo de verdaderos periodistas, encabezado por el licenciado Juan Bolívar Díaz Santana, Sergio Cueto, Moisés Blanco Genao, Marcia Facundo, entre otros.

No pensé que la historia se repetiría, con nuevos ingredientes, como había ocurrido en El Sol, donde el licenciado Díaz Santana acusó a un grupo de dirigentes del Sindicato de Trabajadores de El Sol (Sitraelpa), del cual yo su secretario de Finanzas, de “querer abortar ese proyecto con exigencias irrealizables”. En El Sol tuvimos contradicciones laborales con el licenciado Díaz Santana.

Un día, en una de esas reuniones que se hacían en la Redacción con el personal y el sindicato SITRAELPA, contradije al director Díaz Santana sobre un aumento salarial que pedíamos para los trabajadores.

Ya en Teleantillas, el licenciado Díaz Santana estaba muy incómodo, porque con las relaciones que establecí en el Palacio Nacional logré conseguir dos apartamentos para dos trabajadores de la prensa. Uno para el camarógrafo Super Castro Mateo, y otro para Marcos Bencosme, ambos cubrían la fuente en la casa de gobierno.

La situación siguió aparentemente normal, pero yo estaba enterado de que me iban a relevar de la fuente del Palacio Nacional, pero como sabía que estaba nombrado en ese canal, con la condición de solo cubrir esa fuente, me di como no enterado del rumor.
A diario parqueaba mi automóvil SX-180, rojo vino, casi nuevo, al lado del vehículo del director Díaz Santana.

En una ocasión, en unas de esas reuniones semanales, el director preguntó: y a propósito, ¿de quién es ese vehículo rojo vino que se parquea al lado de mi carro ¿no será de un periodista?

Precisamente, yo entraba y escuché la pregunta que hacía el señor director. Le dije: es mío, por qué, señor Director, y me respondió: usted es muy privilegiado…
Regularmente, solo llamaba a la redacción de Teleantillas para ver si había un tema especial que investigar en el Palacio Nacional, hasta que un día me informó uno de los camarógrafos que me habían cambiado de fuente.

Dije: ¿cómo? Y me respondió: sí, ven a ver los servicios que te puso tu amigo, el nuevo jefe de Información, Moisés Blanco Genao, claro, enviado por el director.

Cuando fui, para mi sorpresa, en la pizarra, inusualmente decía: Melton Pineda, precios de los productos agrícolas en los mercados, Nuevo, Villa Consuelo y Modelo.

Llegué a la Redacción, pregunté qué era eso y me contestaron que “eran órdenes de la dirección.” Ya me lo sospechaba”. No hice más comentarios y me fui a cubrir mi fuente original, el Palacio.

No hicimos caso, cumplí lo que me había dicho el director general de Teleantillas, al momento de contratarme, el licenciado Luis González Fabra.

En el Palacio, me encontré con el licenciado Carlos Julio Féliz. No le dije nada porque yo también cubría para otro medio.

La fuente de los mercados estaba eficientemente cubierta, por una experta, la periodista Altagracia Paulino, que luego fue designada por el presidente Leonel Fernández como directora general de Proconsumidor.

A mi llegada a Teleantillas, el señor Blanco Genao me dice: “Melton, dame los precios de los mercados que te pusimos en la pizarra”, sabía que era una provocación directa y le informé que hablara con el director general.

Le dije que yo trajeado como estaba en un carro nuevo, no iba a cubrir los mercados, porque él quería y que mi fuente, al momento de entrar al canal era Palacio. Y entonces él me dijo: “ah, usted entonces se niega hacer lo que le dice la dirección del canal”, y acudió donde el Director Díaz Santana con la información que le dijimos, pero distorsionada.
Le contesté: habla con González Fabra, que fue quien me nombró, no usted.

A los pocos minutos, me llamó el licenciado Díaz Santana, pero traté de terminar de escribir la carta de renuncia del canal con un solo párrafo, y la guardé en el bolsillo del saco.

Antes de ir donde el licenciado Díaz Santana, a sabiendas de que la tenía perdida, subí a la segunda planta del canal. Me encontré con el licenciado Valentín, hombre exquisito en el trato, y me dijo: “pero Melton, salúdame, que yo soy tú amigo,” iba realmente indignado, y le dije: “tengo una reunión, no me pare a explicarle y seguí donde el licenciado González Fabra.

Le expliqué González Fabra lo sucedido con el exdirigente del Comité Central del MPD, Blanco Genao. Me dijo, vamos a bajar donde Juan Bolívar, para ver qué es lo que pasa, le dije que no se buscara inconvenientes, porque él era el director. Y me dijo: y yo el Director General, ven, vamos a bajar donde él.

Una vez en el despacho del director Díaz Santana, nos invitó a sentar, preguntando de inmediato: “y qué se les ofrece”, y entramos en tema.

“Licenciado, dirigiéndose a mí, y usted se niega a cubrir los servicios que le pone el Jefe de Información.” González Fabra no me dejó hablar, y le dijo: “Mira Juan Bolívar, ustedes no estaban aquí cuando yo traje a Melton Pineda, que lo llamé y lo traje y lo senté sin discutir sueldo y le dije que solo iba a cubrir el Palacio Nacional, porque él lo hace para otro medio y yo creo que por eso él no fue a cubrir dizque los precios de los mercados”.

“Ah bueno, es que aquí hay exclusividad con el Palacio”, dijo el licenciado Díaz Santana.
“Bueno ese fue el compromiso que hicimos con él”, le dijo González Fabra.

Yo le dije que si había problemas, yo podía renunciar y que tengo la carta hecha, que, si no se puede, yo me voy de aquí.

El licenciado González Fabra siguió argumentando, que “vamos a resolver esto, pero Melton ha demostrado mucha competencia y tiene varios años en el Palacio Nacional, no vamos a improvisar”.

“Bueno, ya lo sé,” dijo el licenciado Díaz Santana, pero de forma irónica
Seguimos cubriendo la fuente del Palacio Nacional, y en muy pocas ocasiones nos orientaban sobre qué investigar en la fuente.

A los pocos días, recibimos la información de que la dieta de gasolina y un viático que tenía para cubrir la fuente del Palacio Nacional, había sido anulada. Lo planteé al licenciado César Medina, quien me la había autorizado y dijo que eso no era así, y que era injusto, lo peleó y me la dejaron.

Luego hubo un serio enfrentamiento entre el director Diaz Santana y César Medina tan agrio y con amenazas, que el licenciado Medina tuvo que renunciar del canal.

En una ocasión un grupo de periodistas me invitaron a ir donde el licenciado Díaz Santana a solicitarle un reajuste de salario de los periodistas y camarógrafos. Partimos ocho al despacho del funcionario y llegamos cuatro.

Llevé la voz cantante con las exigencias de los periodistas y camarógrafos y nos dijo que se lo iba a plantear a los dueños del canal y que nos avisaba. A los dos días, el licenciado Díaz Santana convocó una reunión en la Redacción y anunció un aumento salarial de 15 y 20 pesos a cada uno de los periodistas.

Las exigencias que le habíamos llevado eran de un 30 y un 25 por ciento mínimo de aumento salarial. Le recordamos esto al Director, y este se disgustó aduciendo que queríamos abortar un proyecto periodístico que él había concebido, luego supimos que se trataba de UNO MÁS UNO, que era un programa de la televisión mexicana, donde él había estudiado comunicación.

Le planteé el rechazo al pírrico aumento salarial, aunque hubo algunos de los periodistas que lo aceptaron.

Posteriormente, la entonces jefa de Redacción, Marcia Facundo, nos presionaba, sutilmente, no entendía por qué, pero sí sabía las razones.

En una ocasión, le planteé al licenciado Díaz Santana, que me liquidara, porque íbamos a atender nuestra familia, a mi esposa y hasta esa fecha, la única hija que teníamos, que las había mandado para New York, donde su abuela María Medina.

Este me dijo que no me iba a liquidar, que tenía que renunciar, simplemente.

En una ocasión, tras un viaje a cubrir la inauguración de unos multifamiliares y casas unifamiliares, con el Presidente Joaquín Balaguer, a las lomas de Las Filipinas, en Barahona, sucedió un caso que injustamente el director, sin investigar, pretendió achacarme, claro, buscando nuestra cancelación. Yo no daba motivos, pero estaba hastiado.

Sucede que un chofer de Teleantillas, inexperto, forzaba el carro marca Peugeot, nuevo, para subir una cuesta, donde se haría la inauguración. Le solicitamos el volante y de brinco en brinco, y con cuidado, logramos subir el automóvil, sin causarle daño.

De regreso, por la curva de la muerte, de Los Jobillos, Azua, el conductor no advirtió una funda abultada que estaba en la carretera. Le dije: “ten cuidado, no la pise”, ciertamente, era una funda llena de piedras, y le cruzamos por arriba, y ese Peugeot nuevo, se le cuarteó la tapa de la trasmisión, entre otros daños.

Redacté la noticia sobre la inauguración, era fin de semana, y ya el licenciado Santana y otros ejecutivos, se habían marchado temprano del canal.

El lunes siguiente, en el mismo Palacio, redacté un informe sobre lo sucedido al automóvil en el viaje con el Presidente Balaguer a Las Filipinas, Barahona.

El camarógrafo, amigo mío desde antes de cubrir el Palacio Nacional, me enteró que el chofer que tuvo el percance del viaje a Las Filipinas, Barahona, le había informado a la Dirección y al Administrador del Canal licenciado Moreno, que había sido yo quien estaba manejando el vehículo al momento del daño.

Justamente, subí donde el licenciado González Fabra, y lo enteré del caso. Me dijo, pero entrégale ese informe a Juan Bolívar.

Cuando llegamos al despacho del director, le pedí a Erika Guzmán una entrevista con el licenciado Díaz Santana. Esta me dijo que precisamente, él le había dicho que quería verme, venga pase.

Con el informe en las manos, este me dijo: señor Pineda, ¿y por qué usted no vino temprano a enterarme que usted era quien manejaba el vehículo que le rompieron la transmisión en el acto del presidente en Barahona?

Con mucho pique, le dije: mire Juan Bolívar, a quien yo respetaba mucho, no se lleve de chismes, investigue bien, llame al camarógrafo, para que le diga, cuándo fue que se rompió el carro, y además, ahí le explico en ese informe cómo sucedió todo y en qué momento yo manejé ese automóvil, que no tengo necesidad de mentir, porque mi carro es muy bueno, un SX-180, deportivo, con dos años de uso.

Un sábado en la mañana que nos turnábamos dos grupos para cubrir un fin de semana sí y otro no. Mi coordinador de ese fin de semana era el periodista Carlos Márquez. Se presentó un viaje para el Sur, cuando pregunté por la dieta, la del camarógrafo y la del chofer, el señor coordinador nos entregó un sobre con 18 pesos.

Al contar el dinero, me levanté del escritorio, en ese movimiento brusco, una maquinilla Olivetti que usaba, en una pequeña e inestable mesita de metal, se cayó al piso y se rompió. Además, lancé hacia arriba el sobre con el dinero que se esparció, a la vez que le decía: que “más de ahí gasto yo en la comida de mi perro Popeye, en mi casa del Quisqueya, comprándole Picapollos y carne y que yo lo pagaría la dieta de todo al grupo”.
Mi amigo Carlos Julio Féliz, al parecer, para apaciguar el escenario violento que observaba, recogió el dinero, y se ofreció a hacer el viaje. Se lo quité de las manos y le dije que eso no era así. La cuestión es que yo no iba al servicio con tan poco dinero.

El lunes, el señor Blanco Genao le envenenó la mente al licenciado Díaz Santana, que a pesar de que no estaba presente, el sábado día del incidente, le informó que yo había tomado la maquinilla en los brazos y la lancé hacia arriba, cayó al piso, y por eso se rompió.

Una vez supo el licenciado Díaz Santana que había llegado de Palacio, ordenó a su secretaria Erika Guzmán que me llamara. Con hermetismo, como si yo hediera a perro muerto, me pidió que pasara a la Dirección.

No acudí donde el licenciado González Frabra, para que no interviniera, debido a que yo estaba decidido a irme del canal y pasé a la dirección donde el director Díaz Santana.
Así fue, el director me repitió lo que le había dicho Blanco Genao, sin estar ahí. Le había contado sobre el incidente del sábado y me entregaba la carta de cancelación.

Sin comentar ni aclarar con detalles lo que había pasado, le di las gracias, sin antes decirle por qué no lo había hecho antes, y que era la última vez que nos encontraríamos en un medio, trabajando juntos, que ya eran dos las experiencias, y que a las tres, si estoy yo y llega él, me iba, y si era lo contrario, se iría él, o yo no entraba.

“Me dedicaré a buscar mi independencia económica, para no soportarle vainas nadie, y muchas gracias”, le expresé.

Le di un abrazo a Erika Guzmán, su secretaria, y le dije que me cancelaron. Se extrañó mucho y casi lloraba de la pena. Seguimos siendo amigos.

A la semana de cancelado, recibimos dos oportunidades de empleo con amigos en dos medios de comunicación, uno de televisión y un periódico.

Aceptamos la propuesta del periódico La Noticia, con la salvedad de que pronto saldría del país. Me iría a proteger mi familia a Nueva York.

Seguí cubriendo la fuente del Palacio Nacional, por La Noticia, hasta que tuve que viajar a New York.

Melton Pineda
Melton Pineda
Periodista

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