POR SANTO SALVADOR CUEVAS
La línea de la CIA, como política general del Departamento de Estado de Estados Unidos de América, dirigida al exterminio de los líderes de las Izquierdas, en toda América Latina tuvo eco concreto en Santo Domingo, al ser creado en 1966, el Frente Democrático Anti Comunista y Anti Terrorista, mejor conocido como La Banda Colorá, que se crea con el propósito y la determinación de aniquilar a sangre y fuego a las principales figuras de las Izquierdas.
Esta decisión, que se atribuye al general tristemente célebre, Enrique Pérez y Pérez, fue un mandato de la embajada de EE. UU. en el país, y que este general, que era la niña bonita de los Estados Unidos, no vaciló en concretizar.
Con esa misión puso en marcha una cadena interminable de asesinatos de líderes de Izquierda y clubistas que incluyeron a Tito Montes, Henry Segarra, Amín Abel, Otto Morales, Gregorio García Castro, Sagrario Díaz Santiago, Orlando Mazara, 5 miembros del Club Héctor J. Díaz, y otros muchos militantes revolucionarios.
Se recuerda que Enrique Pérez y Pérez, adquirió la confianza del gobierno de Estados Unidos, a partir de su rol de comandante, al dirigir sin piedad la llamada "Operación Limpieza", llevada a cabo en la parte alta del Distrito Nacional, durante la Guerra de Abril de 1965, por tropas militares del CEFA de manera tal, que se ha de entenderse, por qué a esa misma figura se le asigna la tarea de crear un cuerpo élite de calieses y asesinos paramilitares al que se le conoció como la banda Colorá.
Es en medio de ese contexto de postguerra y de asedio de Balaguer y la CIA al movimiento revolucionario de República Dominicana, que surge la visión de Maximiliano Gómez (El Moreno), que plantea la existencia de un colonialismo Ideológico, e identifica al presidente Joaquín Balaguer, como la expresión local del imperialismo.
A partir del desarrollo ideológico del líder histórico del Movimiento Popular Dominicano (MPD), de El Moreno, es de donde fluye y se aprueba en la Conferencia Hilda Gautreaux, la táctica de promover alianzas con todas las fuerzas contrarias al régimen para salir de Joaquín Balaguer.
Por un lado, hay que reconocer que en el pensamiento de Maximiliano Gómez por primera vez en el orden local se plantea una línea o táctica política autóctona y no de copiar o calcar experiencias internacionales.
Por otro lado, todavía hoy para gran parte del movimiento revolucionario, resulta inexplicable ver a El Moreno reunido, hablando de planes con Elías Wissin y Wessin, el mismo verdugo que auspició y apoyó el golpe de Estado a Juan Bosch en 1963, la misma figura que ametralló a los dominicanos en el puente Juan Pablo Duarte, el 27 de abril de 1965 y que facilitó la "Operación Limpieza", en la que asesinaron a cientos de jóvenes civiles y combatientes en la Guerra de Abril.
Salvo esos elementos, la táctica Hilda Gautreaux, tuvo exactitudes, pues más luego fue el motor que llevó, muerto ya El Moreno, a la firma del Acuerdo de Santiago, en donde estuvo como representante del MPD, la viuda de Maximiliano Gómez , doña Carmen Mazara de Gómez.
Esa táctica, con todo el fervor de movilización social que generó, no ausentó del MPD la visión militarista, que le salió muy costosa a su militancia.
Hay que decir también que, como consecuencias de esa apertura emanada de dicha táctica, se permitió la infiltración del MPD, la llegada de lúmpenes y delincuentes a su estructura y el ingreso del germen de la traición.
Entre esos traidores vendidos, se destaca la figura de Ramón Pérez Martínez, cabecilla visible de la Banda Colorá, y quien cargó en su historial con cientos de jóvenes perseguidos, apresados, delatados, torturados y asesinados a la orden del día y la noche.
