Rafael Aquiles Rivera Andújar
El pasado 9 de mayo se celebró en la Federación Rusa el 80 aniversario de la victoria de la Unión Soviética sobre el poderoso y oprobioso ejército nazi de Alemania, dirigido por Adolf Hitler, en el marco de la Segunda Guerra Mundial (1941-1945).
Esta majestuosa conmemoración, que se realiza cada año en Rusia, no solo llena de orgullo a ese país —por ello la llaman la Victoria Patria, ya que allí murieron más de 27 millones de personas entre militares y civiles, hubo decenas de millones de heridos y su estructura física fue literalmente destruida—, sino también de nostalgia, tristeza y dolor.
A pesar de que las potencias occidentales han hecho grandes esfuerzos por aislar políticamente a Rusia, en este evento participaron 27 jefes de Estado de todo el mundo, en su mayoría aliados del llamado Sur Global.
Entre los principales asistentes estuvieron Xi Jinping, de China; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Nicolás Maduro Moros, de la República Bolivariana de Venezuela; Robert Fico, de Eslovaquia; Aleksandar Vučić, de Serbia; Abdel Fattah el-Sisi, de Egipto, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, entre otros.
Cabe destacar que en años anteriores —especialmente antes de 2015— varios líderes de potencias occidentales solían asistir a esta actividad. Sin embargo, a raíz del conflicto y la guerra en Ucrania entre Rusia y el eje hegemónico de Occidente, han optado por aplicar más de 20,000 sanciones y restricciones económicas, con el objetivo de limitar la capacidad de desarrollo económico y político del Kremlin.
Además, han desplegado una campaña de satanización a través de grandes corporaciones mediáticas, que busca fomentar la rusofobia en el mundo.
Como parte del esfuerzo por restar relevancia al evento, sobre todo por parte de la Unión Europea, Kaya Kallas —una de sus principales funcionarias— advirtió a los líderes de los países miembros que no debían atreverse a viajar a Rusia.
En esa línea, los países bálticos (Letonia, Lituania y Estonia) y Polonia cerraron sus espacios aéreos. No obstante, dos líderes de Estados miembros de la Unión Europea asistieron: Robert Fico, de Eslovaquia, y Aleksandar Vučić, de Serbia.