Por Osvaldo Santana
El presidente Luis Abinader afina cada vez más su “proclividad democrática” afirmado en valores como defensa a los derechos humanos, la transparencia, el progreso económico y la libre elección, en consonancia con los mismos valores de los Estados Unidos.
Esa característica continuará marcando su política exterior, lo que se evidencia en su abanderamiento con la oposición venezolana en unos términos que han conducido a una confrontación directa con el gobierno de Venezuela.
Antes, en junio de 2021, el gobierno dominicano se vio envuelto en una confrontación con el gobierno de Nicaragua, por una vibrante censura del canciller Roberto Álvarez, en Twitter (X), al gobierno de Daniel Ortega por la detención de los precandidatos Cristiana Chamorro y Arturo Cruz.
Las críticas del canciller merecieron una fuerte reacción del ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, que encendieron las ya tensas relaciones entre los dos países.
“…protestamos enérgicamente en nombre de la decencia, la soberanía, la no intromisión, no injerencia, y no interferencia, que de acuerdo con todas las Cartas Internacionales que rigen la vida soberana entre los Estados, nos debemos. El pueblo y gobierno de Nicaragua exigen al Gobierno de la República Dominicana, respetar nuestra soberanía nacional, así como los procesos constitucionales, institucionales, legales y nacionales, que desarrollamos según nuestros conceptos y prácticas soberanas, de estado y de gobierno”.
Era la continuación de una polémica nada ajena a los Estados Unidos que denunciaba al gobierno de Nicaragua por una investigación del Ministerio Público contra dos precandidatos.
El otro foco de atención de la política exterior de Abinader concuerda con la de los Estados Unidos, con una excepción: Haití, ambos estados están interesados, como el resto del continente, en la estabilidad de esa nación. Pero difieren en un elemento central: la política migratoria. Estados Unidos presiona por más apertura de la frontera dominicana, lo que choca con la política interna de rechazo a la migración que también tiene un componente político, que es el apoyo al gobierno nacional de los conservadores nacionalistas, a los cuales ha atraído por su postura frente a los vecinos.
Pero en la política exterior, el gobierno nacional no ha dudado ni un instante en su alineación a las directrices estadounidenses, tanto, que, en el discurso inaugural del 2020, Abinader adelantó que jamás permitiría inversión china en lo que considera ejes de “seguridad estratégica”, como comunicaciones, aeropuertos y puertos y energía, reservadas al capitalismo occidental liderado por Estados Unidos.
En octubre de ese mismo año fue más preciso: “Si China quiere invertir en áreas no estratégicas del Gobierno dominicano es bienvenida su inversión, pero la decisión del Gobierno dominicano es tener una alianza estratégica con los Estados Unidos. Repito.
Hemos sido claros en esta posición. Mi posición es que nosotros necesitamos estar en temas de alianzas estratégicas con los Estados Unidos. Una relación especial de respeto porque tenemos los mismos valores”.
Para darle mayor coherencia a su política exterior y alguna autenticidad, el gobierno dominicano fue parte de un proyecto para impulsar una nueva asociación de estados con visiones parecidas acerca de los propósitos estratégicos de una corriente que asimila abiertamente su profesión de fe en el modelo norteamericano.
Sin ausentarse de organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la administración Abinader impulsa su propia estrategia, intensamente agresiva, de alineación consonante con gobiernos y/o países previamente identificados.
Es en ese contexto que se ha formulado la Asociación para el Desarrollo en Democracia (ADD), un ejercicio de “reposicionamiento internacional y alianzas estratégicas”. El canciller Álvarez ha considerado que ese reposicionamiento de la República Dominicana ha logrado “mayor visibilidad y respeto”.
La ADD nació en el marco de una asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, en septiembre de 2021, en Nueva York, mediante una declaración conjunta de los presidentes de Costa Rica, Panamá y República Dominicana, en la que expresaron su compromiso con el estado de derecho, la institucionalidad democrática y el respeto y protección de los derechos humanos.
En esa reunión proclamaron el objetivo de “fomentar iniciativas conjuntas que redunden en la prosperidad, el desarrollo sostenible y la reactivación de nuestras economías” y “acordaron impulsar una propuesta regional para relanzar los vínculos comerciales, demográficos y culturales entre los países de la región”. (Alianza para el Desarrollo en Democracia, Miguel Marte, documento de la Cancillería Dominicana).
Marte sostiene que “la ADD es un instrumento internacional de carácter no vinculante que se circunscribe a la teoría idealista de las relaciones internacionales. Con este acuerdo, Costa Rica, Panamá y República Dominicana han establecido un mecanismo de diálogo para concertar intereses comunes, donde se promuevan los valores democráticos, se articulen estrategias comunes de desarrollo económico y se pueda acceder al apoyo de otros países para lograr los intereses comunes”.
La ADD adquirió carta de ciudadanía el 25 de julio de 2022, cuando el departamento de Estado de los Estados Unidos anunció que “Estados Unidos, Costa Rica, la República Dominicana y Panamá firmaron un memorando de entendimiento para avanzar en el Diálogo Consultivo sobre las Cadenas de Suministro y el Crecimiento Económico entre los Estados Unidos y la Alianza para el Desarrollo en Democracia (ADD).
“De acuerdo con el memorando, los países participantes trabajarán juntos para fortalecer la resiliencia de la cadena de suministro, con miras a compartir las mejores prácticas y resultados con toda la región. Los líderes también se reunieron con la Cámara de Comercio de EE. UU. para finalizar el desarrollo de la Encuesta de la Cámara de EE. UU. sobre la resiliencia de la cadena de suministro, que identificará oportunidades clave, desafíos y áreas de colaboración.
“La reunión de hoy en Washington, D.C. aprovecha el impulso de la Cumbre de las Américas, profundizará la cooperación económica y ayudará a generar crecimiento económico en la región. Junto con nuestros socios, Estados Unidos se enfoca en pasos prácticos para crear un mejor entorno para la democracia y las inversiones del sector privado.
“Costa Rica, la República Dominicana y Panamá constituyen los miembros fundadores de la Alianza para el Desarrollo en Democracia. La Alianza ofrece un modelo de innovación cooperativa entre países democráticos afines para mejorar la vida de sus ciudadanos y de los ciudadanos de toda la región mediante el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la promoción de la prosperidad económica. Felicitamos al miembro más nuevo de la Alianza, Ecuador, que se ha unido a este grupo para unir fuerzas en la construcción de un Hemisferio Occidental más estable, seguro y próspero”.
Una relación especial
¿Qué ha ocurrido? Más allá de los instrumentos internacionales en la región, República Dominicana y esos países han establecido una relación especial con Estados Unidos, conveniente a “ideales comunes”.
Es decir, que en todo lo que viene ocurriendo con países como Venezuela, hoy, o Nicaragua, en el pasado reciente, o en el viejo continente, Ucrania, forman parte de una visión y un propósito de enfoque de las relaciones internacionales dentro de una perspectiva conveniente a la orientación ideológica de sus gobernantes, con la mirada puesta en la política exterior de Estados Unidos.
No fue en consecuencia nada rara la declaración de Santo Domingo sobre la situación de Venezuela, el pasado 16 de agosto, gestionada dentro de ese temperamento. Y nada que ocurra en el futuro tampoco debería sorprender: vivimos bajo el influjo de EE. UU. y hay que proclamarlo a todo pulmón y descaro.
NOTA AL MARGEN
Vicente Fox, expresidente de México, dijo:
“… estamos en una lucha frontal dos ideologías en América Latina, y tengo que aceptar que los del foro de Sao Paulo, nos están llevando ventajas. Ellos son muy activos. No dejan un día pasar sin estar activando su jalón y atracción hacia la gente, su control de la gente, sus programas sociales dirigidos para su gente, pero no producen riquezas, no hay ninguno que produzca riquezas, ni Bolivia, ni Nicaragua, ni Venezuela y ahora Colombia, también que iba, y está atorada otra vez económicamente hablando, Perú, misma cosa. Entonces ¿cómo vamos a superar esta lucha entre dos potentes ideologías? Yo creo que es desideologizándonos, como se hizo en China. Se acabó Mao, como un Dios. Se acabaron los monumentos a Mao. Se acabaron las políticas de Mao y se han dedicado a ser pragmáticos, Ya nadie habla de comunismo en China. Hablan de exportaciones, hablan de mercados internacionales, hablan de tecnología. Entonces, esto de las ideologías ya es cosa del pasado, y, sin embargo, en América Latina seguimos en el debate ideológico, perdiendo nuestro tiempo…”
Muy al punto.