sábado, mayo 4, 2024

Ingrid Betancourt: “El golpe de Petro para Colombia es mortal, es un retroceso de casi 40 años”

Por Carol Fior Daliza Pérez

 Colombia. – La doctora Ingrid Betancourt, exsenadora y aspirante a la presidencia de la República de Colombia y quien estuvo siete años secuestrada por las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) asegura que el presidente de ese país lo lleva hacia un retroceso de 40 años.

“El golpe de Gustavo Petro para Colombia es mortal, es un retroceso de casi 40 años, y por eso estoy de nuevo haciendo en política activa”, aseguró la doctora Betancourt en una entrevista concedida a la periodista dominicana radicada en Colombia, Carol Fior Daliza Pérez.

“Yo volví a la política porque tengo una responsabilidad con mi país, porque me duele lo que pasa en Colombia, porque cuando no estuve en Colombia fue porque pensé que Colombia estaba bien manejada, que estábamos saliendo de problemas, que estábamos desarrollando el país, mal que bien, que había buenos liderazgos y sentía que había gente joven tomando el relevo”, asegura la dirigente política.

A continuación, la entrevista:

Muchas gracias doctora por darnos el privilegio de conversar con usted.

Claro, un gran placer estar con ustedes y con su audiencia.

Doctora, ¿cómo están Melanie, Lorenzo y los nietos?

Pues acabo de pasar unas semanas con ellos de maravilla, de ensueño, ya los nietos creciendo… son realmente, pues la sal de la vida, es algo muy, muy bello volver a ser madre sin tener todos los deberes de madre, solo lo agradable.

Usted sabe, han sido momentos muy felices, mil gracias por preguntar. Ellos están muy bien.

Permanentemente usted está radicada en París ¿verdad doctora Ingrid?

No. En realidad, yo creo que vivo con la maleta.

Obviamente estoy radicada en Colombia. En Bogotá parte de mi tiempo. También estoy en Francia, porque toda mi familia está en Francia y soy una mujer de familia. 

Entonces, para mí es muy importante que ellos estén tranquilos.

Claro que cuando yo estoy en Colombia, las alertas se prenden en todos ellos, se mantienen preocupados, creo que es el síndrome de todo lo que se vivió.

También viajo mucho, porque tengo muchos trabajos, entonces tengo conferencias, me llaman de un lado para otro y bueno, esa es mi vida.

Digamos que toda esta experiencia que usted ha acumulado en su vida política pública y hasta los años de secuestro, le han servido para dedicarse a eso que usted está diciendo, para dar conferencias y eso me imagino que la gente cuando la ve se emociona mucho, ¿cómo le impacta esta realidad?

Pues yo siento momentos muy lindos, o sea, la gente se emociona cuando me reconoce. En realidad, es una experiencia muy extraña, porque han pasado muchos años. A mí me liberaron hacen 15 años y cuando voy por la calle, sea en Colombia, en Europa, en Estados Unidos, en la zonas latinas, y también en zonas no latinas, me ha sucedido en todos lados, cuando la gente se acerca o porque leyó mi libro o porque le marcó la historia de mi familia con lo del secuestro, hay una gran empatía.

Yo creo que la gente rezó mucho, y no hablo solamente del católico, he tenido experiencias también de otras religiones, en particular, musulmanes, muy cercanos a mí con este tipo de vivencias, creo que el secuestro fue algo tan notorio internacionalmente y con lo que sucede hoy en día, con las comunicaciones, que todo se vuelve como tan cercano que me volví, cómo alguien de la familia de mucha gente, que no me conoce.

Sí, así es, un icono. Una de las razones  por la que siempre había querido conversar con usted es porque  muchas mujeres de República Dominicana, país donde nací, aunque como usted sabe soy corresponsal permanente en Colombia,  me preguntan por usted, preguntan por la doctora Ingrid Betancourt, de su vida, cómo ha sido la recuperación, aunque pasaron muchos años, cómo se dice 15 años, pero esos siete años  que usted estuvo secuestrada por las FARC, en esa hostilidad  de la selva colombiana, todavía hay gente que tiene mucha curiosidad de saber sobre eso. Yo recuerdo una vez que usted dijo que hasta conseguir un pedazo de jabón era un calvario y esas cosas generan el interés de gente normal y muy sencilla, que no entiende muchas cosas de la política, pero que le gustaría saber esa historia. 

Sí, la experiencia del secuestro fue muy dura, fue traumática. Han pasado muchos años, y sin embargo, todos los días hay algunas cosas que me llevan a esos momentos difíciles o a un recuerdo que me hace sentir que las emociones están como a flor de piel. Yo escribí un libro narrando todos los episodios del secuestro, inmediatamente después de mi liberación.

Ahora siento que los recuerdos que me van surgiendo, vienen como de más lejos y estoy descubriendo también, cosas que tienes que ver con la familia. Me doy cuenta también, y es algo muy curioso, que el hecho de sufrimiento de todos, de mi mamá, de mis hijos, de mi hermana, hace que mis nietos también sean impactados. Es como si uno termina transmitiéndoles inconscientemente reacciones. Por ejemplo, precisamente, estaba pensando en eso porque cuando nos separamos, que nos separamos mucho, es decir, yo estoy viajando mucho, voy a verlos constantemente y hay muchas separaciones, y en esas separaciones siento que la familia mía tenemos una dificultad en decirnos adiós.

Pero ¿usted perdonó a sus secuestradores, usted perdonó a la FARC?

Yo he hecho un trabajo muy, muy fuerte perdonarlos y cuando digo perdonarlos digo perdonar a las personas que me mantuvieron cautiva. Es decir, los guerrilleros que yo vi durante esos 6 años y medio tengo un problema para perdonarlos, sobre todo el último comandante, que fue un tipo muy malo.

¿Quién fue ese señor?

Es un tipo que se llama Alex Farfán, su nombre, su alias de guerra era el comandante Enrique, y le decían Gafas, un hombre particularmente sádico, humillante, particularmente malo y he sentido emociones encontradas, porque el gobierno de Gustavo Petro decidió nombrarlo negociador de la paz con las disidencias de las FARC, una persona que ha hecho tanto daño, es decir, ¿qué legitimidad tiene ese hombree para negociar un proceso de paz?

Entonces, que este hombre esté negociando la paz como intermediario entre el Gobierno y las disidencias de las FARC, eso me vuelve y me crea sentimientos encontrados. Sin embargo, yo pienso que he hecho un buen trabajo de perdón en el sentido de que muchos de los muchachos, de los que estaban ahí, yo diría que la mayoría o todos, probablemente, si me los volviera a encontrar les diría que ya hice las paces con ellos, con ese pasado y conmigo misma.

Muchas veces uno no perdona, o se le dificulta perdonar, porque uno vivió cosas que le dan una imagen mala de uno mismo y uno tiene que aprenderse a perdonar, a perdonar de no haber reaccionado, de no haber sido más fuerte, de haber tenido miedo, pero bien, eso es un proceso. 

En algún momento de la campaña electoral pensé que usted era muy cercana, admiradora del ahora presidente Petro ¿cómo le ha ido en su gestión?

Sí, es verdad, y no solamente admiradora, sino que yo   vine a Colombia, expresamente en 2018, porque él me lo pidió, entre otras cosas, para ayudarle en su campaña en la segunda vuelta.

Vine para ayudarlo y apoyarlo, pero ya en ese momento, en el 2018, estando ya cerca con él en la campaña, viendo la situación de la campaña tuve preocupaciones sobre su conducta, y pensé, de pronto, mejor que hubiera ganado otro. Me acuerdo, que lo pensé.

¿Qué pasó, no le gustó su actitud…?

En el año 2022 me produce grandes preocupaciones, porque no solamente problemas de carácter, que de pronto yo veía que podían ser debilidades y uno quiere un hombre o una mujer en la presidencia del país que tenga la capacidad de aguantar la presión.

Es decir, este es un trabajo de mucho estar en primera línea, de estar enfrentando todos los choques, pero lo que no me gustó, fueron las alianzas que hizo.

Gustavo Petro era una persona que, durante toda su vida, que yo lo conocía así en el Congreso, y eso nos había de alguna manera, acercado. Era un hombre que había denunciado la corrupción, que denunciaba en particular la corrupción política, y de un momento para otro, sin que me diera ninguna explicación, comenzó a aliarse con los iconos de la corrupción política colombiana, personas muy cuestionadas que se habían enriquecido de una manera inexplicable, que todo el mundo señalaba.

Es decir, que, adicionalmente le habían hecho daño a Colombia, con tomas de posiciones, que iban en contra vía de la ideología misma que pretendía defender Gustavo Petro, en particular, gente cercana al paramilitarismo, cuando él había sido, digamos, una gran líder en la denuncia contra Álvaro Uribe, contra el paramilitarismo, contra los falsos positivos

Pero de repente, en la elección del 2022, aparece otro Petro, un Petro muy oportunista, dispuesto a aliarse con todo el mundo, con tal de ganar las elecciones, y en ese momento para mí eso fue ya la línea de separación.

Cuando él franquea esa línea, yo pienso que ya no tengo nada que hacer junto a Gustavo Petro. Es más, son un peligro para el país. Estas alianzas nos van a llevar a situaciones de confrontación muy difíciles y esto va a acabar con Colombia.

Y de Francia Márquez, que es la vicepresidenta ¿cuál es su opinión?  

Bueno, Francia para mí ha sido una desilusión.

Durante la campaña ella me atacó y yo no le respondí, porque me parecía una figura muy interesante, una mujer de mucho valor, con capacidad histriónica, una retórica importante, una mujer admirable. Ese era el concepto que yo tenía de ella. Más aún, cuando uno sabe lo que sabemos todos, de lo que ha sido la realidad latinoamericana, los pueblos afrodescendientes han sufrido vejaciones, humillaciones, es decir, la historia no la hemos contado completamente. La esclavitud fue una realidad en Colombia y los abusos que después se trasformaron en explotación de toda esta población afrodescendiente, hasta el punto de que hoy siguen pagando, con una situación económica de empobrecimiento prácticamente absoluto en zonas del país.

De modo que, aunque uno no esté ideológicamente de acuerdo con Francia Márquez, uno sí tiene que admirar esa capacidad de ella de subir y presentarse y tener esa capacidad de explicar y decir y de conectarse con la gente y de ser una líder. Para mí esa esa fue la Francia Márquez de la campaña.

Ahora, la Francia Márquez del gobierno es una gran desilusión, porque yo creo que cuando uno tiene la posibilidad de llegar a la cima de la pirámide social, cómo es la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, se incrementa la responsabilidad y se incrementa la necesidad de dar ejemplo. Y Francia Márquez es una persona que se ha dedicado abusar del poder.

Es una persona que decide vivir en mansiones lujosísimas, hacer que el Estado le pague sus desplazamientos a esas mansiones, en helicópteros, supuestamente por razones de seguridad, cuando no hay tal riesgo. Se inventan hechos de violencia para poder justificar este de abuso de los recursos del Estado. 

Se va de viaje y la comitiva son los amigos y el novio. Y yo creo que esto a uno le hiere como colombiano, porque Colombia sí necesita voces, como las de Francia Márquez, hablando por la gente. Resulta que ella acuñó una frase que tuvo mucho éxito, que era, “ahora vamos a vivir sabroso”, y es importante que los colombianos de los más bajos recursos puedan tener la oportunidad de vivir sabroso. Pero ahora solo ella “vive sabroso”.

¿Se activará usted en la política electoral para ser presidenta de Colombia?

Esa es una pregunta que me hacen mucho. Yo la verdad no tengo ambición. Duré siete años secuestrada. Mi ambición es vivir sabroso con mi familia, esa es mi ambición.

Yo volví a la política porque tengo una responsabilidad con mi país, porque me duele lo que pasa en Colombia, porque cuando no estuve en Colombia fue porque pensé que Colombia estaba bien manejada, que estábamos saliendo de problemas, que estábamos desarrollando el país, mal que bien, había buenos liderazgos y sentía que había gente joven tomando el relevo.

El golpe de Petro para Colombia es mortal, es un retroceso de casi 40 años y por eso estoy de nuevo haciendo política activa.

Soy dirigente política de nuevo en Colombia, soy la directora y fundadora de mi partido, el “Verde Oxígeno”, y con los directores de mi partido, tenemos una gran responsabilidad, pues tengo una voz y eso es muy importante, poder decir las cosas que otros no dicen o les da miedo decir o se sienten incómodos de decir. 

Yo no le tengo miedo a nada, soy una mujer libre, libre del alma.

Me parece que tenemos que hacer una catarsis también de la manera de cómo decimos las cosas, nunca para ofender, pero sí con la verdad como espada y como escudo.

Como motor de vida, yo creo que uno también hace con el ejemplo, con el comportamiento, con la coherencia.

Por lo tanto, ser presidente o no ser presidente no es un tema. Me gustaría sí ser un presidente o una presidente que sepa organizar el país, que sepa administrarlo, que sepa consensuar los temas y las soluciones.

Muchas gracias doctora Betancourt por distinguirme con esta entrevista.

Gracias a Usted por darme la oportunidad. 

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