Por SANTO SALVADOR CUEVAS
La noticia de primera plana en los medios informativos es la convocatoria que hace el senador Robert Menéndez a la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos de América para el 10 de agosto, en la que se agenda tratar de manera especial y única, la problemática de Haití.
Para mí la convocatoria en sí no tiene nada de novedoso, ni de trascendencia continental, ni muestra nada esperanzador en el orden nacional o local, pues lo de la comunidad internacional sobre esa Nación vecina, es tema recurrente.
Los eventos fundamentales que allí ocurren son manejados y conducidos de manera muy certera (y lamentable también) por los servicios de inteligencia al más alto nivel, tanto del Departamento de Estado de Estados Unidos como de los gobiernos de Francia y Canadá.
De manera que lo que anuncian como convocatoria del presidente de la Comisión de Exteriores en el Senado de EE. UU., el señor Robert Bob Meléndez, no tiene nada espectacular, que no sea la presencia de Homero Figueroa, vocero de la Presidencia de República Dominicana, como personaje que da la noticia.
Es decir, desde cuándo un hombre con este cargo en la Presidencia de un país soberano e independiente, que se llama República Dominicana, de repente deviene en vocero de un senador, en una cámara que no es la nuestra.
Es una nota informátiva muy triste y descabellada que lejos de ayudar a la solución del problema interno de Haití, da la sensación de injerencia y de un gobierno que instiga y agrede a una nación vecina.
Estamos ante la evidencia de fallas muy graves en el manejo de la diplomacia y el buen tratamiento que ameritan las relaciones con los haitianos.
Y como si fuera poco, esta señal de dependencia y sumisión a los intereses del gobierno de Estados Unidos, la dirigencia del partido oficial, el PRM, acaba de meter los dos pies en un zapato como diría el presidente Joaquín Balaguer, a mediados de los años 90.
¿En qué parte de la Constitución, en cuál de los tratados de que República Dominicana sea parte, se establece que la embajada de Estados Unidos o instancias de cualquier país tengan derecho a "depurar" candidatos, que pretenden terciar de cara a las elecciones de febrero y marzo del 2024?
Estamos ante un papelazo que retrata el carácter entreguista y de dependencia ideológica de este gobierno de las potencias extranjeras.
Ni somos voceros de Bob Menéndez, ni este país es el Estado No.51 de los Estados Unidos de América.
¡Por Dios!, ¿dónde quedó el patriotismo y la vergüenza nacional?
