lunes, mayo 6, 2024

En la LMD con Carmona Mateo

Por Melton Pineda 

Todo iba bien entre el Dr. Carmona Mateo y yo, hasta que este nuevo incumbente no se le oficializó como secretario general de la LMD, cuyo cargo desempeñaba interinamente, por la licencia de su titular, el doctor Juan López, quien salió electo como diputado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Llegó el momento de la celebración de la Asamblea General de Municipios, que escoge al titular de la LMD y los nuevos miembros del Comité Ejecutivo, cuyo presidente ex oficio es el secretario de Estado de Interior y Policía.

Santiago fue escogido como sede de la Asamblea General de Municipios, con la sospecha de que había un rival fuerte, que nos haría la vida imposible y así fue.  El licenciado Javier Peña, que había consumado sus aspiraciones a dirigir interinamente el cargo de secretario general de la LMD, por Juan López, siendo seguidor del Presidente entrante, el Dr. Salvador Jorge Blanco.

Llegué a Santiago el 23 de abril, antes del Día de los Ayuntamientos, en 1982, junto a algunos miembros de la asamblea. Extrañamente, en ninguno de los hoteles de la ciudad nos dieron cabida.

Noticia, el licenciado Javier Peña nos bloqueó el alojamiento en los hoteles a varias delegaciones que participaríamos en esa Asamblea General de Municipios.

Todos los presidentes de Ayuntamientos y Síndicos, delegados de la Asamblea de Municipios, nos alojamos en La Vega y los que no encontraron cupo, buscaron otros hoteles en ese municipio.

Permanecimos allí alrededor de tres días, y en las negociaciones para neutralizar la labor de deserción de algunas delegaciones, el doctor Carmona Mateo, en persona, dispuso de dinero, y cajas de ron Brugal, y logró concertar un quorum a su favor al momento de las votaciones.

En un diciembre, le hice un oficio a Carmona Mateo, donde le solicitábamos que, como de costumbre, por tres años en la institución, nos asignara unos fondos para regalos de Navidad a los periodistas, camarógrafos y fotógrafos que cubrían la fuente, el cual no me contestó nunca.

Sin embargo, a los pocos días nos llega un oficio firmado por el secretario general de la LMD, en donde yo, sin saber nada, solo para que firmara el oficio, que no se había generado en mi oficina, cuya motivaciones eran para regalos navideños de los periodistas que cubrían la fuente. 

El Dr. Carmona Mateo nos mandó a decir con el licenciado Madrigal, quien era el jefe Financiero de la LMD: “es verdad que Melton cree que estamos en los tiempos de Juan López”.

Luego fui enterado que el dinero lo sacaron por el departamento de Transportación, cuyos recursos era para “regalitos” a los compañeritos del PRD en Baní, de donde él es oriundo.

 Ahí se inició mi desgracia en la LMD en su nueva administración. 

En el cargo, en ocasiones, algunos de los asistentes del titular de la LMD, nos invitaban a UNAS FIESTAS-bacanales que se daban en la finca de unos de sus hombres de confianza, en Piedra Blanca. Como escuchaba los malos comentarios, siempre me negué a asistir.

En una ocasión, hablé con el titular, le advertí que esos encuentros en la finca de fulano, un asistente de él, ya había comentarios muy feos, que lo descontinuara. “Tú lo que tienes es que ir para que vea a fulana y a fulana cómo se ponen”. Fue su respuesta al consejo que de buena fe.

“Y qué van a decir, tú lo que tienes es que ir para que goce y vea a fulana, fulana y fulana bañándose en cuerpo de Eva”, nos dijo el incumbente de la LMD. “A mí me han invitado, pero yo no voy”, le contesté.

El nuevo secretario general de la LMD tenía algunos inconvenientes para lograr la aprobación de  casos que debían pasar por el Comité Ejecutivo de la LMD.

Los inconvenientes eran con el presidente del Ayuntamiento de Enriquillo, el periodista Loren Sánchez Terrero, colega y amigo nuestro desde los tiempos del periódico El Sol, donde este era corresponsal desde su municipio.

En una ocasión, el titular convocó a su despacho a algunos funcionarios y el tema era las hostilidades que  se tenía para la aprobación de algunos temas espinosos. 

Recuerdo, que luego de varias discusiones, se planteó “dar un susto en Barahona”, al Presidente del Ayuntamiento de Enriquillo, el periodista Sánchez Terrero, donde estudiaba en horas de la tarde en el Colegio Evangélico Barney Newton Morgan, en la calle Uruguay esquina Carlos Mota.

Muy incómodo, me paré del encuentro y apuntando con el dedo índice al incumbente de la LMD, le dije: si algo le pasa a ese colega, yo lo voy a denunciar”.

 El titular, como metido en miedo, me contestó: “pero no es nada, es un susto que le vamos a dar para que escarmiente”, con esas mismas palabras, ni más ni menos.

“Bueno, yo me voy y no me hago responsable de lo que se está planeando aquí contra esa persona, y voy al Ayuntamiento donde el doctor Peña Gómez a denunciarlo”, y me marché de la fatídica reunión.

Así lo hice, salí de la LMD y pedí una cita con el alcalde del Distrito Nacional, el Dr. José Francisco Peña Gómez.

Recuerdo que su secretaria en el cabildo del Distrito Nacional era su hoy viuda, Pegui Cabral, quien salió con una libreta en la mano, una blusa elegante y más elegante era una falda color kaki, realmente una mujer elegante.

Pegui dispuso que nos sentáramos en el antedespacho de Peña Gómez, a cada momento, la señora Cabral salía para decirme: “no se desespere, que ya lo va a recibir. Después media hora escuché que el líder perredeísta dijo: “dile a Melton que entre”.

Ahí permanecimos, como hora y media, ya vengo y ya voy y Pegui en patines, corría detrás del alcalde, pasándole el teléfono, lo llamaron en ese espacio desde Carlos Andrés Pérez, Mitterrand, presidente de Francia, y más de una docena de líderes de la Internacional Socialista.

El Dr. Peña Gómez solo me decía, no se desespere compañero, usted sabe cómo es esto.

En una ocasión, que ya creía que me podía escuchar, inicié con el tema seguido. Se interesó mucho y más cuando le dije el peligro que corría ese periodista de Enriquillo, Barahona, además, perredeísta.

Cortó la conversación y salió a atender el teléfono, sin antes decirme; “no se vaya compañero, no se vaya”.

Nos sentamos y le di detalles de la trama. Nos dijo que “yo voy a evitar eso, eso es una sinvergüenzada de esa gente, pero están locos, está bien compañero”.

Le di las gracias por recibirme.

Luego de la trama que le fui a denunciar al líder perredeísta, sobre Loren Sánchez Terrero, dos individuos “desconocidos”, que lo acechaban a la entrada al centro de estudios lo golpearon en la cabeza con varios tubazos que le provocaron la muerte.

Otra situación dramática que vivimos en la LMD, cuando aún Carmona Mateo no estaba confirmado en el cargo, en una Semana Santa que este se ausentó de la institución, con todos sus asistentes, llegó sorpresivamente a la LMD en horas de la tarde y encontró un escenario no agradable en una oficina privada que tenía contigua a su Despacho.

Al otro día, fue a nuestra oficina en Relaciones Públicas, y nos informó: “cancele a fulana”, sin preguntarle los motivos, nos informó: “¡la encontré ayer emburujada con un niviecito en la oficina privada, le dije: “cómo va a ser, si está cancelada”.

Confieso que no me agradaba esa recepcionista, que había rechazado su asignación a nuestro departamento por la procedencia de su designación, pero sí cobraba vía nuestro departamento.

Le dije: ¡qué “bueno, esa reformista, muy bien doctor! No me imaginaba que el titular la pretendía.

Ese mismo lunes, cuando retornamos de los días de asueto de esa Semana Santa, me llegó un oficio, que creo fue una provocación, en donde a la misma joven del incidente que él había cancelado, le aumentó el sueldo y la designó como asistente en Relaciones Públicas.

Luego supe que para esa reposición y ese aumento de esa joven hubo una mediación del licenciado Joaquín Ricardo, secretario político del PRSC, quien fue personalmente a la LMD. 

Con más razón para no aceptar esa imposición.

Ya en todas las oficinas de la LMD había corrido el rumor de los motivos por los que habían cancelado a esa joven.

A los cinco minutos, llega la interesada, muy risueña y con su carita muy limpia preguntando por su “ascenso” y pregunta: -Pineda, usted recibió un oficio del Despacho-, le dije: “SÍ, PERO AHÍ HAY UN ERROR, -CÓMO UN ERROR-, TENGO QUE HABLAR CON EL SECRETARIO”.

Era lo más lógico que yo interpretara eso después que el propio titular me informara del incidente.

Justamente, la joven salió llorando hacia el Despacho.

Al minuto, suena la extensión en nuestro escritorio, nos llama el incumbente de la LMD: “Melton, y qué pasó con el oficio que te llegó de fulana, tú crees que estamos en los tiempos de Juan López”, “Bueno Carmona, yo sé que no”. Me dijo: “mira, venga al Despacho”.

A los cinco minutos, llegué al Despacho, quien había invitado a un grupo de sus sabuesos funcionarios, todos detrás de él. Era como un juicio político.

Y me dijo: “Melton, qué pasó con el oficio que yo le mandé”. Se armó una discusión muy grave y fea.

Algunos de los funcionarios apoyaban al titular, otros callaban. Éste se paró del escritorio, dio un manotazo en el mismo y me dijo: “mire, yo soy el secretario general, aquí soy yo el que mando. Di otro manotazo en su escritorio y le dije que yo no cuestionaba su cargo, y le repetí: “ fue usted quien me dijo que esta joven, y la señalaba con el dedo índice, que la había encontrado en malos pasos ahí en esa oficina de al lado con un novio  y que usted la cancelo y ahora  me manda un oficio  aumentándole el sueldo y asignándomela, yo no acepto eso  no voy a seguir con usted, yo renuncio ahora mismo, es verdad que no estamos en los tiempos de Juan López”.

Me paré, salí del Despacho, agarré el manubrio de la puerta y no sé cómo no se me quedo en las manos el llavín del estrellón que le di a la puerta.

Me devolví, y le advertí a unos matones de Baní que estaban presentes en el juicio que intentaron hacer, que el que quisiera que bajara al parqueo cuando yo me fuera.

A los cinco minutos, un cabo de la PN, muy amigo nuestro, pasó por nuestra oficina a buscar un arma (un revólver 38) que nos había asignado el doctor López por nuestro cargo.

Le dije que le dijera a Carmona que viniera él a buscarlo, si era hombre, el agente se fue y le dio el mensaje.

Volvió el uniformado con la misma misión y le dije: “mira, dile a él o a unos de sus matones, que venga él, o uno de ellos, que de aquí yo no salgo desarmado, que yo estoy recogiendo mis pertenencias.

Después que el personal de la oficina nos ayudara a cargar todas las pertenencias mantuvo el revolver en el escritorio, por si acaso.

Algunos del personal femenino de la Dirección de Relaciones Publicas lloraban y salían al baño a buscar consuelo, cuando vieron mi acción de marcharme de esa institución. Otras personas de otros departamentos nos visitaban queriendo convencerme y no lo lograron. Mi decisión era determinante.

Me despedí del personal, entre sollozos, le expliqué que con eso último sucedido no podía permanecer en esa institución, cosa que nunca me pasó con el anterior titular, el Dr. Juan López, hombre de gran respeto y consideración. 

Bajé las escalinatas, abrí el baúl del carro que usábamos y nos marchamos de la LMD.

A pocos momentos, mandé el revólver calibre 38, cometí el error que luego lamenté, de no exigir que me dieran un oficio de descargo.

Salimos de la LMD, días van y vienen días, yo estaba en completo silencio, no quería escándalos en torno a ese caso.

Teníamos pendiente la liquidación de 4 años en la LMD y estaba bloqueada por disposición de su titular.

Conversé con el presidente del Cabildo del Distrito Nacional, el periodista Luis José Chávez, uno de los principales miembros del Comité Ejecutivo de la LMD y este, por más esfuerzos, no consiguió el propósito.

Le habíamos tratado el caso al ya diputado Dr. Juan López, y nos prometió que nos arreglaba eso.

Hasta que un día, me llamó Dr. Juan López, que, con un dejo de ingenuidad, me dijo que había hablado con el Dr. Carmona Mateo, y que él me designaba de nuevo a condición de que hiciera una carta de excusas, y que me iba a aprobar en el Comité Ejecutivo nuestra liquidación.

Caí en tamaño gancho, claro, confiamos en un hombre serio como el Dr. Juan López.

Esa carta, de buena fe, el Dr. Carmona Mateo la usó en contra nuestra,  en el Comité Ejecutivo de la LMD, alegando que lo que yo había dicho previamente, era falso, y mostró  y leyó la comunicación que le habíamos enviado.

Y llegó más lejos, publicó un espacio pagado de una página en el periódico Listín Diario desmintiendo todas las acusaciones que le habíamos hecho en una rueda de prensa y colocó la comunicación, que de buena fe le habíamos enviado, algo que lo separó definitivamente del anterior titular de la LMD, el Dr. Juan López. Además, publicó una ficha de la Policía Nacional, cuando éramos preso político de los 12 años del presidente Dr. Joaquín Balaguer

Me indigné, convoqué al compueblano Radhamés Méndez Vargas, y a Juan José Encarnación, hablé con su enemigo en la LMD, el licenciado Javier Peña, que había sido ya designado Gobernador de Santiago por el Dr. Jorge Blanco, lees planteé el caso y hubo una colaboración con nosotros.

Convoqué una rueda de prensa multitudinaria en el Salón Steak House del Hotel Cervantes en Gascue y con un paquete de documentos de corrupción en la LMD, más las orgías que hacían con empeladas de la institución en una finca de Piedra Blana, entre otras cosas, le planteamos 13 puntos que este funcionario nunca aclaró.

ALGUNAS EMPLEADAS AMENAZARON CON DEMANDARME POR LAS REVELACIONES QUE HABÍA HECHO Y DIJE QUE YO TENIA HASTA FOTOGRAFIAS DE ELLAS EN ESAS FIESTAS EN PIEDRA BLANCA EN LA FINCA DE FULANO QUE ELLOS MISMOS ME LAS HABÍAN DADO.

Posteriormente, el Dr. Carmona Mateo, al perder el PRD y tras una de unas de esas auditorías que le practicaron a la LMD, siendo secretario de Interior y Policía el Dr. Demóstenes Cotes Morales, presidente exoficio del Comité Ejecutivo de la LMD; lo acompañé hasta la calle Privada del sector El Millón, donde sería apresado el ex secretario general de la institución rectora de los Ayuntamientos. Pero éste había escapado.

Luego la prensa reseñó que el ex secretario general de la LMD se había marchado del país por la frontera con Haití montado en un mulo.

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