Elon Musk, una vez celebrado por su innovación y liderazgo en empresas como Tesla y SpaceX, enfrenta una creciente crítica debido a su involucramiento político, especialmente su apoyo a la administración de Donald Trump y su papel en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Esta asociación ha coincidido con una notable caída en la reputación de sus empresas, reflejada en descensos significativos en rankings de percepción pública.
Además, Tesla ha experimentado una disminución del 13% en las ventas globales durante el primer trimestre de 2025, marcando su peor desempeño desde 2022. Este descenso se atribuye en parte al rechazo hacia Musk por su asociación con la administración Trump y su participación en políticas gubernamentales controvertidas.
Las acciones políticas de Musk han provocado protestas y boicots contra Tesla. El movimiento "Tesla Takedown" surgió como respuesta a su participación en el gobierno, con manifestaciones en Estados Unidos y otros países.
Ante la creciente presión, Musk anunció su intención de reducir significativamente sus donaciones políticas y su participación en asuntos gubernamentales. Durante el Foro Económico de Catar, afirmó: "Ya he hecho suficiente" y expresó su compromiso de continuar como CEO de Tesla durante al menos cinco años más.
Este giro en la trayectoria de Musk subraya las complejidades de la intersección entre negocios, tecnología y política, y cómo las decisiones en un ámbito pueden repercutir significativamente en otros.