viernes, julio 26, 2024

El río Yuna no merece ser aniquilado de esa manera

Lito Santana

El río Yuna, otrora fuente inagotable de agua para toda la provincia Monseñor Nouel, está grave de muerte. Su lecho está siendo vapuleado por centenares de camiones, que con palas retro cavadoras, lo recorren de arriba abajo, dejando enormes cráteres que rompen el alma. Es que el río Yuna es el segundo más importante del país, con un recorrido total de 210 km. Se extiende desde las montañas de San José de Ocoa, hasta su desembocadura en la bahía de Samaná.

La cuenca del Yuna alimenta canales que cubren cerca de un millón de tareas (63,000 hectáreas), el 20 por ciento de todas las áreas bajo riego del país. En ella también operan las presas Pinalito, Blanco, Rincón, Yuboa y Hatillo. Las cinco generan cerca de 262 gigavatios hora por año.

Este ataque salvaje sucede bajo la mirada supervisora del Ministerio de Medio Ambiente que, lejos de salir a protegerlo, autoriza su “desangre”, con velocidad vertiginosa, amparado en “normas y cláusulas” de un decreto del Gobierno firmado en el 24 de julio del año 2009, en el que se justifica favorecer a empresarios del negocio de agregados y construcción en las grandes ciudades.

“El objetivo de ese “proyecto” es limpiar, canalizar y transportar los sedimentos de algunos tramos del río, que son considerados como zona de “alto riesgo” por el desborde del cauce”, justifica el Ministerio de Medio Ambiente, su “mancuerna” con el sector explotador de nuestras fuentes hídricas, cada vez que las comunidades presionan con sus reclamos.

Al grito de los pobladores más cercanos, se han unido decenas de organizaciones comunitarias, religiosas, de profesionales que claman por la detención de las granceras, que multiplican día a día sus acciones depredadoras.

Tradicionalmente, a este grito de auxilio se han unido la Coalición Ecológica y Popular de Bonao, la Comisión Medio Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, parroquias de El Caribe, El Verde, Hato Viejo y La Salvia que, de manera impotente, ven cómo se les escurre su preciosa fuente acuífera.

El run-run de las maquinarias no cesa y para todo el que le duele el río Yuna, ve como una burla las respuestas que dan las autoridades a sus reclamos.

Temiendo perder esta fortuna, quienes conocen el Yuna se miran en el espejo de los ríos Jatubey y Jayaco en San Francisco de Macorís y La Vega que prácticamente desaparecieron por la agresión a que fueron sometidos, por estos señores dueños y amos de estas empresas enemigas de la naturaleza.

Es tiempo de que el gobierno asuma con responsabilidad la suspensión de estas gravísimas prácticas, redirigiendo la búsqueda de materiales de construcción en otras áreas menos dañinas al medio ambiente y a los cauces de nuestros ríos.

Lito Santana
Lito Santana
Nació en Tamayo. Locutor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Aboga por la participación de todos los sectores en la solución de las dificultades por la que atrevieza el País.

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