viernes, julio 26, 2024

El riesgo de jugar al nacionalismo

Por Osvaldo Santana

El famoso canal de Haití sobre el río Masacre dejó de ser noticia hasta que el presidente Luis Abinader volvió a poner el tema, cuando el viernes 6 de octubre habló de “flexibilizar” la frontera, algo así como una apertura en materia comercial, pero con un control migratorio más “rígido.” 

Los medios tradicionales se habían desentendido de la frontera, y solo abordaron el tema el día antes, cuando el canciller Roberto Álvarez dijo en el Senado que todo se mantendría igual, hasta el otro día, cuando el mandatario habló de “flexibilizar”.

Pero nadie pregunta qué provocó que el presidente Abinader acudiera a Dajabón, y en la toma del canal “rehabilitado” de La Vigía, adelantara que próximamente se flexibilizaría el bloqueo aéreo, terrestre y marítimo impuesto a Haití.

La primera justificación para posibilitar la flexibilización es que ya el agua de los agricultores dominicanos “está asegurada”, pues las pruebas en la captura de agua del canal La Vigía indicaron que funcionaría a la perfección para desviar las aguas del río Dajabón.

Pero el propio presidente Abinader había dispuesto el bloqueo de las fronteras hasta que fuese paralizada la construcción del canal, lo que no ocurrió nunca. Los haitianos aceleraron los trabajos. Siguieron el curso que se habían trazado.

Para los fines específicos, el cierre total de la frontera no tuvo ningún efecto sobre los “incontrolables” que construían el canal, a la postre apoyados por sus autoridades y la sociedad haitiana.

Entonces, si todo se resolvía mediante la captura de agua a través del canal de La Vigía, ¿por qué el cierre fronterizo, con el bloqueo total del intercambio comercial y el despliegue militar?

Ahora, justo después que el presidente Abinader anunciara sus planes de flexibilizar el bloqueo, la Organización de Estados Americanos (OEA) habría revelado que el gobierno haitiano está dispuesto a dialogar sobre el canal. 

Pero los haitianos, tras el anuncio de la flexibilización del bloqueo, volvieron a la carga con un comunicado divulgado el 9 de octubre, en el que rechazan la apertura parcial de la frontera. Y consideran “inaceptable y hostil cualquier intento de desviar las aguas de dicho río (el Masacre) para privar a los haitianos de él, en violación del acuerdo de 1929”.

“El Gobierno de la República de Haití considera que un resultado sólo se considerará adecuado si permite el reparto equitativo de los recursos hídricos, la normalización de las relaciones entre los dos países y el retorno a la circulación de personas y bienes de ambas partes, como antes… del cierre unilateral del 15 de septiembre”, cuando se dispuso el cierre de la frontera.

Ahora, cuando se hizo formal el anuncio de que este miércoles 11 la República Dominicana estará abriendo la frontera al tráfico comercial, resulta evidente que el manejo del conflicto por la construcción del canal tenía otras implicaciones, con la agravante de que no parece tan sencillo entenderse con Haití, como si todo se decidiera solamente desde el lado Este de la isla.

 Entonces, es necesario preguntar: ¿Se perseguía estimular un sentimiento de defensa de la “soberanía en riesgo”, exacerbar el “nacionalismo” como expresión de identidad nacional, y con ella, la figura de su más excelso paladín y portaestandarte? Todo eso, orlado con un coro de nacionalistas extremos, que estimulaban los cantos generadores de odio hacia los trabajadores haitianos, muchos de los cuales, temerosos, retornaron como pudieron a su país. 

Daños

Coyunturalmente, el discurso en “defensa de la soberanía” rentó los frutos políticos esperados. Un reposicionamiento de imagen en medio de una precampaña y una proyección hacia 2024 cuando el país celebra elecciones.  

Pero la estimulación del ardor patriótico dejó, sin embargo, daños. El gobierno debe desembolsar gastos extraordinarios para sufragar los costos por las operaciones de más tropas en la frontera, la movilización de vehículos y equipos de guerra, incluidos tanquetas, helicópteros y hasta aviones.

El cierre de la frontera impacta negativamente el intercambio comercial, que representa más de mil millones de dólares para la economía dominicana anualmente.

Los productores de aves, huevos y cerdos, más los agricultores exportadores a través del intercambio fronterizo, tienen sus quejas. Ni hablar de los grandes industriales y negociantes que tienen en Haití un mercado cautivo.

Una pérdida tremenda en términos materiales, porque en los pequeños mercados fronterizos lo que se vende o negocia es la miseria. Muchos productos que no llenan los estándares de calidad son capitalizados por esa vía.

Deterioro en las relaciones

Además, resulta muy obvio que asistimos a un deterioro en las relaciones bilaterales, en los canales de comunicación a ambos lados de la frontera más la exacerbación de las pasiones nacionalistas. 

En la población haitiana los niveles de resentimiento se han acrecentado. La animosidad de los haitianos hacia los dominicanos nunca fue tan patente como ahora. Debieron sentirse humillados por el despliegue militar y la forma en que se manejó el conflicto por el canal.

Ahora, cuando se ha anunciado la reapertura con fines comerciales de la frontera, han mostrado un dejo de desprecio, que a la postre no pasará de un simbolismo, porque sus necesidades son dramáticas. No solo se observa esa actitud entre ciudadanos haitianos simples, sino en el contenido del comunicado que reclama la normalización total del intercambio transfronterizo y el retorno al diálogo.

Los consumidores haitianos, arruinados por la pobreza y la miseria más rampantes, no tienen mucha posibilidad de dar la espalda a los productos dominicanos. República Dominicana resulta más competitiva, por cercanía, y por los precios, más ventajosos respecto a otros mercados.

Ganancia política

De este lado, no importa el impacto negativo en la economía, ha habido ganancia política. El nacionalismo quedó incorporado al discurso del poder, y la pasión es parte del instrumental a mano para propósitos coyunturales. Pero cuidado, jugar al nacionalismo y a la política en un área tan sensible como la convivencia entre dos pueblos que comparten fronteras siempre será un riesgo.

Ahora, el gobierno dominicano parece cada vez más metido en una encrucijada. Por un lado, precipita una apertura “parcial” de la frontera y avanza en la dirección de radicalizar la tensión entre ambos países con el paquete de medidas que acompaña la llamada “flexibilización”, que Haití rechaza en esos términos.

“LA APERTURA” 

Mediante un discurso algo contradictorio, el director de Estrategia y Comunicación Gubernamental y Vocero de la Presidencia, Homero Figueroa, comunicó que el Consejo Nacional de Seguridad adoptó 7 medidas para “fortalecer el cierre fronterizo y establecer Corredores Comerciales Provisionales”. 

Las medidas son las siguientes:

1. A través del Banco de Desarrollo y Exportaciones (Bandex) activaremos un fondo para financiar un amplio programa de mecanización agrícola para reducir la contratación de trabajadores inmigrantes indocumentados.  

2. Reforzaremos la militarización de la frontera para hacer más difícil aún el acceso a nuestro territorio a los pandilleros que huyan de la fuerza multinacional.

3. Mantendremos el cierre migratorio de la frontera, de manera indefinida, para impedir el tránsito de personas desde territorio haitiano.  

4. Extenderemos indefinidamente la suspensión de la entrega de visas a ciudadanos haitianos.

5. Prohibiremos la exportación de productos electrónicos, cemento, varillas y otros materiales de construcción para evitar que se construyan estructuras que amenacen nuestros activos medioambientales.

6. Habilitaremos Corredores Comerciales Provisionales (CCP), con estrictas medidas de control militar y registro biométrico obligatorio, en las provincias de Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales para facilitar el comercio de productos esenciales dominicanos como alimentos y medicinas, especialmente para los infantes.

7. Instruimos a la Consultoría Jurídica la redacción urgente del reglamento operativo de la Ley 216-11 sobre mercados fronterizos, para garantizar elevados niveles de seguridad. 

"Con la reactivación del canal de La Vigía salvamos el caudal del río Dajabón, garantizamos agua a nuestros productores agropecuarios y preservamos la biodiversidad de los humedales de la laguna Saladillo", dijo Figueroa.

LA CRISIS HAITIANA

La violencia continúa ensangrentando la vida haitiana, según los reportes, y asimismo, parece alejarse la apuesta de los haitianos a un acompañamiento de Kenia para combatir las bandas que se imponen en territorio haitiano.

En Kenia ha surgido una resistencia al envío de policías a Haití, como había decidido el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en atención a una petición del primer ministro haitiano Ariel Henry y una disposición de la nación africana a acompañarlo.

El tribunal superior de Kenia prohibió temporalmente el lunes 9 de este mes el despliegue de las fuerzas de seguridad del país en otros países durante dos semanas, hasta que se investigue un caso presentado por el ex candidato presidencial, Ekuru Aukot, que el viernes 6 hizo una petición contra el despliegue de fuerzas kenianas, argumentando que la ley que permitía al presidente hacerlo entraba en conflicto con varios artículos de la constitución de ese país.

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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