sábado, julio 27, 2024

El nuevo Sermón de las 7 palabras

Por Alfonso -Fonchy- Tejeda

Otrora esperado porque siempre denunciaba contundentemente acusador al régimen, por sus abusivos desmanes y prácticas desconocedoras de los derechos políticos, el Sermón de las 7 palabras eran esas pedradas que resquebrajaban la tranquilidad de la Semana Santa, cuando los púlpitos sacerdotes y diáconos desafiaban a fuerzas incontrolables que subvertían la esperada paz, pero en ocasiones también a sus superiores, que comulgaban con quienes protegían a los malhechores.

Ahora, la Semana Santa es un alboroto estruendoso en el que el Sermón de las 7 palabras se ahoga, y pocos advierten sus gritos de socorro sobre temas que reclaman la atención de las autoridades por su compromiso legal y constitucional, y demandan la participación social para beneficio comunitario y el desarrollo integral de las y los dominicanos y dominicanas.

En la jornada reciente, en esa liturgia destacan dos momentos recogidos en las palabras de Ofelia Pérez, directora de Las Altagracianas, y de Ángela Cabrera, de la Comunidad Discípulas Misionera de la Santidad, que coincidieron en rescatar los derechos de la Mujer dominicana desde una perspectiva integral, más abarcadora de la reserva de la cúpula eclesial que le desconoce derechos y niega realidades que padece un porcentaje cuantioso de féminas dominicanas, en particular las más pobres.

Ofelia Pérez denunciando la catástrofe que significa para las niñas y adolescentes el embarazo temprano, que frustra la vida de las que son víctimas de esa desgracia, la que se proyecta en los hijos e hijas que paren, es una acusación también a esa cúpula eclesial que se resiste a admitir esa perversa realidad, y desafía con furor luciferino a quienes plantean la necesidad de una atención integral que se inicie desde la escuela como solución al problema.
Más " mundano" es el problema planteado por Ángela Cabrera -pues aunque es dramático, carece del componente " confesional" que algunos sectores estiman que opera en el embarazo de niñas y adolescentes- y es una responsabilidad mayor de las autoridades que por medio de sanciones pueden reducir la práctica de médicos y médicas que recurren a la cesárea como método más expedito para el nacimiento de bebés, lo que han convertido en un negocio execrable.
Que desde el púlpito dónde la iglesia Católica reserva para expresar su voz más audible y en la época más relevante para esa doctrina, se aluda a la realidad de la mujer es trascendental, más lo es si se toma en cuenta que los jefes de esa iglesia desprecian la vida de esa mujer a la que le niegan derechos y condiciones que solo una mujer puede decidir si usa esos derechos y les sirven esas condiciones que reclama como garantías ante situaciones que pueda confrontar.

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