lunes, noviembre 4, 2024

El nuevo Sermón de las 7 palabras

Por Alfonso Tejeda

Cual si fuera una edición de aquellos esperados porque siempre denunciaban desmanes y prácticas desconocedoras de los derechos humanos y falencias sociales, el Sermón de las 7 palabras de ahora resultó en esas pedradas con las que, desde los púlpitos, sacerdotes y diáconos impactaban en la conciencia de los ciudadanos que tenían en esa prédica un desahogo ante la atornillante realidad que entonces imponía un régimen despiadado y beligerante.

Desde los años finales de la década de los ‘70s del siglo pasado, como en esta ocasión, los sacerdotes católicos habían puntualizados con tantas energías, claridad y valentía esa exposición con la cual revisan la conducta, la actuación de las autoridades frente a los gobernados, a los que deben satisfacer sus necesidades, garantizar sus derechos y facilitarles el disfrute de una tranquila y segura existencia.

En esta oportunidad, todas en conjunto y cada una en particular de las 7 palabras que componen el Sermón, fueron denuncias puntuales sobre carencias comprobadas, señalamientos directos de a quién responsabilizar, reclamos sentidos por la gran mayoría de los/as ciudadanos/ as de todo el territorio, que los sacerdotes consideran hay que gobernar con el mandato de la ley, la solidaridad pertinente y el debido respeto.

Cuestionando la eficiencia del Presidente y sus funcionarios ante el compromiso contraído, denunciando el robo que resulta la seguridad social, el expolio del que se aprovechan las aseguradoras de salud, el siniestro y desigual sistema carcelario, la deficiente educación, entre otras calamidades públicas, a los sacerdotes también les alcanzó las miras para enrostrar una inhumana conducta: los prejuicios contra los haitianos en el país.

El sacerdote Keitel Luciano de la parroquia de Villa Mella, contextualizando la primera palabra del sermón “Señor perdónalos que no saben lo que hacen”, asumió el desafío de “si saben lo que hacen”, dijo que “conociendo de los maltratos a los migrantes, preferimos hacer silencio o hacernos cómplices”, dispuestos a “ignorar lo que sabemos”.

Más incisivo fue el padre Gregorio Santana, quien en su rosario de denuncias y señalamientos recordó la deuda social, ética, humana que tiene el país con los más de 200 mil desnacionalizados por la perversa y retrógrada sentencia 163-13, que más de 10 años después mantiene en un vacío jurídico a miles de ellos sin “el derecho a un nombre y a una identidad”.

Tal situación se mantiene, denuncia Santana “porque el privilegio en este país es la ley”, y “el Estado es incapaz de garantizar los derechos” lamentando que ni “los presidentes parecen tener autoridad para vadearse por los mares del chantaje y las manipulaciones”.

Antes, el Sermón de las 7 palabras era una especie de “pliego de demandas” que la oposición se afincaba para reforzar la lucha política contra el régimen, pero ahora, envueltos en un proceso electoral en menos de 50 días, los adversarios del gobierno están imposibilitados de sacar provecho, inhabilitados como los escribas y fariseos, aquellos a quienes Jesucristo, allá en el monte del Olivo, cuando les pedían condenar a la mujer adúltera, el evangelizador desafió: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra», y, al oírlo, “los acusadores comenzaron a escabullirse, uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer”.

 

 

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