El Hombre Nuevo, el Hombre Cívico
Por Santo Salvador Cuevas
Lo que aconteció en Tamayo, al sur del país, la noche del 27 de febrero del 2023, pudo ocurrir o impactar en cualquier comunidad apartada o cercana dentro del territorio Nacional.
La gente, el país estaba en fiesta, imaginaria o no, por el 189 aniversario de nuestra Independencia Nacional; razón demás para que en cada hogar los padres permitieran a sus hijos salir a compartir, a tomar o bailar como cosas de jóvenes al fin.
Más, en vez de alegría emocional, a todos los hogares de Tamayo les llegó un mensaje de tristeza, dolor colectivo e impotencia social, pues en el centro de una discoteca dos jovencitas fueron impactadas por balas y fallecieron al instante, así como también otros 5 jóvenes fueron alcanzados por proyectiles de balas, algunos de los cuales quedaron muy mal heridos.
Hay que imaginar el dolor y la tristeza que cundió, no sólo en los familiares de las víctimas mortales, sino en cada rincón de esa comunidad caracterizada por su amabilidad, vecindad, cercanía, alegría, de paz, estudiosa y muy laboriosa. No hubo un hogar que no fuera afectado por tanto dolor e impotencia producto de un espíritu irresponsable, de la intolerancia social, el culto al poder individual y exhibicionista y la ausencia de un régimen de consecuencias ejemplar e incorruptible.
De lo que trato no es de identificar a un culpable ni mucho menos, ese rol corresponde a la Fiscalía y a los órganos con competencia para ello.
Más, lo que allí pasó es el producto de una sociedad decadente y vacía, que va agonizando y que sus hábitos y cultura en las últimas décadas se han impuesto y ganado la guerra en todo el territorio nacional al hombre de ayer, al que conocimos y con el que cultivamos el amor, la tolerancia, la paz, el respeto, la honestidad, el civismo, la solidaridad y la lealtad a los valores inculcados por los abuelos de generación en generación.
La sociedad se debe levantar y el Estado de derecho debe poner en marcha un proceso donde plasmen líneas generales para convertir en ley y patrón de comportamiento social, para empezar juntos a construir al Hombre Nuevo, al hombre cívico: el que asume el deber como divisa, al que ama la patria, que valora la paz y la vida (la vida ajena y la suya).
Un hombre cívico forjado en la moral, la ética y el respeto.
Se necesita urgentemente elaborar un patrón de conducta, plasmarlo para aplicar en la vida cotidiana, en el hogar y las escuelas públicas y privadas, con reconocimiento institucional y social, con estímulo moral.
En vez de rendir cultos y aplausos a los gatillos alegres, que siembran dolor y muerte en la sociedad, apliquemos y promovamos el rechazo. Vamos a resaltar al hombre y la mujer decentes, amorosos y defensores de la paz.
Estamos a tiempo de asumir una nueva línea de comportamiento general, si es que deseamos ganar la batalla a los inconsecuentes que se mueven por el ego, el individualismo y la violencia.
Las fuerzas sociales deben levantarse del letargo, liberarse del acorralamiento y la trampa social que nos va consumiendo y haciendo de los hombres entes inservibles, sin valores ni principios.
Construyamos juntos al hombre nuevo y cívico que tanto necesita la sociedad dominicana.