Por Osvaldo Santana
Desde el 2021 se sabe que los haitianos estaban hoyando con destino al río Dajabón o más popularmente Masacre, pero no se sabe exactamente a qué jugó el país, si al tiempo, a la preminencia de la República, que por momento se proyecta “dominante” en este pequeño territorio insular. O simplemente, a la política.
Mientras, el gobierno haitiano guarda silencio, que las autoridades de este lado traducen como una supuesta falta de control del territorio, que se trata de una iniciativa de unos emprendedores privados y que el gobierno de Ariel Henry no está en capacidad de impedir. Y que incluso está opuesto a la obra.
Mientras “empresarios haitianos” supuestamente actúan por su cuenta, desafiantes, no está muy claro que haya de este lado una iniciativa verdaderamente asertiva, más allá de un discurso cargo de fuego fatuo.
El dilema está -a esta altura del juego- en acometer por vía de los hechos la detención de la obra en el punto de toma, o lograr mediante gestiones directas con la institucionalidad haitiana precaria o por momento inexistente, algún arreglo para salir del inquietante momento, que podría conducir a un atolladero.
Agazapada en la sombra, está la cuestión de la actuación teatral en un año preelectoral, y en curso, la tendencia a la exacerbación de un nacionalismo incierto solo relacionado a la frontera de Haití, y especialmente, sobre la masiva migración hacia República Dominicana.
La energía del discurso es vital para los propósitos futuros de la continuidad, y especialmente frente a una nación donde amplios segmentos están persuadidos de que muchos de los males nacionales están vinculados a la migración irregular desde Haití.
Entonces, la actuación conveniente en un panorama como ese puede tornarse compleja y peligrosa para la conducción nacional, sobre todo, porque según declaraciones de un director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) durante la administración del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) el gobierno nacional ha reaccionado tardíamente frente a un problema que viene desde la década pasada.
Olgo Fernández, que reside en Dajabón, reveló que “ya el canal está hecho; ellos lo que están construyendo es la obra de toma para captar el agua". Y agregó: El presidente Luis Abinader le ha "mentido" al pueblo y no le ha dicho la verdad con relación al desvío de las aguas del río Masacre que nace en República Dominicana.
Dijo que la construcción del canal inició en el 2020 durante la administración de Jovenel Moïse y preguntó por qué en ese momento el gobierno "no se paró en dos patas" y detuvo la construcción del canal.
Reveló que el proyecto del canal fue planteado por los haitianos en 2013, cuando Andrés Navarro era canciller de la República. Solicitaron el permiso para la construcción y se le negó el permiso. En 2015 volvieron a solicitar el permiso para la obra, y también se le negó, sostuvo Fernández.
"Ellos (los haitianos) vienen desde el 2013 pidiendo permiso para construir el canal y ahora se lo están construyendo por encima de los ojos de este gobierno, eso es lo que hay y el gobierno no puede alegar que no hay autoridad de aquel lado", afirma el exdirector del INDRHI.
Pedido de la Cancillería dominicana
El pasado primero de este mes, la Cancillería dominicana informó mediante un comunicado que el Gobierno de República Dominicana solicitó a las autoridades haitianas detener de inmediato el reinicio de la construcción de un canal cuyo propósito es desviar agua desde el río Masacre.
Entonces, Relaciones Exteriores dijo que “el primer ministro de Haití, Ariel Henry, expresó su preocupación acerca de la construcción. Además, indicó que una delegación del Ministerio de Interior fue enviada a la zona con el fin de buscar una solución definitiva a esta situación. Henry fue enfático en afirmar que el proyecto no es gubernamental”.
El ministro de Relaciones Exteriores de República Dominicana, Roberto Álvarez dijo entonces que el proyecto viola el Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929, el Acuerdo Fronterizo de 1935 y el Protocolo de Revisión de Frontera de 1936. Expresó, además que los límites entre los dos países son definitivos, inamovibles e innegociables.
La cancillería se conformó con indicar que la “iniciativa privada se está llevando a cabo entre las pirámides número 13 y 14, ubicadas entre Fuerte Libertad y Juana Méndez, y según los informes disponibles, los trabajos se están realizando de manera manual, lo que indica un carácter improvisado en la construcción.
“El Gobierno dominicano se mantendrá vigilante y comprometido en lograr la paralización definitiva de esta obra, debido al impacto negativo que podría tener en nuestros productores agrícolas y en el entorno ambiental de la región.” Asimismo, anunciaron la disposición de llegar a una solución dialogada.
Abinader, Haití y la frontera
Desde el pasado sábado 9 de febrero, el presidente Luis Abinader asumió un rol protagónico, y proclamó desde Santiago que el gobierno no permitirá que el canal sea puesto en funcionamiento porque se estaría violando los tratados suscritos por Haití y República Dominicana
“Según el tratado, el canal es ilegal, porque las aguas fronterizas deben de coordinarse. Además, el canal tiene muchísimas fallas técnicas y ni siquiera es para ayudar a los agricultores haitianos, sino que es un canal prácticamente privado, y sencillamente no lo vamos a aceptar”, expresó el presidente.
Se reúne el Consejo de Seguridad Nacional
El lunes 11 de septiembre, el presidente reunió el Consejo de Seguridad Nacional, el cual adoptó una serie de medidas, A continuación, las medidas anunciadas para presionar a los haitianos para que detengan la obra:
1. Suspensión de manera definitiva la entrada de todos los involucrados en el conflicto (se supone que habla de los auspiciadores de la construcción del canal) y detener la emisión de visados a ciudadanos haitianos hasta nuevo aviso.
2. Mantener el cierre total de la frontera por Dajabón y, si el conflicto no se resuelve antes del jueves 14 de septiembre, cerrar completamente la frontera para el comercio terrestre, marítimo y aéreo.
3. Reactivar la toma del río Dajabón, en el inicio del canal La Vigía, como una medida a corto plazo para garantizar el abastecimiento de agua a los productores dominicanos.
4. Iniciar el proceso de construcción del proyecto de la presa Don Miguel como una solución definitiva a largo plazo. El diseño de esta obra comenzó el año pasado y se estima que la construcción llevará unos 30 meses, con un costo aproximado de 2,700 millones de pesos. La licitación comenzará de inmediato.
5. Solicitar una reunión bilateral de la mesa hídrica binacional para acordar una solución definitiva.
El gobierno haitiano está en desacuerdo
En la tarde, el presidente Luis Abinader reiteró en la rueda de prensa “La Semanal”, que el Gobierno haitiano no está de acuerdo con la construcción del canal, pero que en el actual contexto no puede hacer nada para impedirlo. Y añadió: “Nosotros no podemos permitir que incontrolables en un país hagan lo que les venga en gana. Si allá son incontrolables, tenemos que controlarlos aquí…”
Luego sostuvo: “Esperamos que pueda llegarse a la sensatez en Haití parando la construcción del canal que no tiene que ver ni cuenta con el apoyo del Gobierno haitiano, pero por la misma situación en que se encuentra pues no están en condición de detener”, expresó.
“Nosotros lo que queremos es que se respete el derecho internacional y los acuerdos y tratados entre ambos países”, manifestó.
Es rara la actitud haitiana
Por lo visto, el presidente Abinader ha creído la información oficiosa de que el gobierno de Ariel está incapacitado para detener los trabajos, bajo el argumento del caos que se vive en Haití.
Pero la historia sugiere que estamos ante la constante actitud ladina de las autoridades haitianas, de decir formalmente una cosa y hacer otra. Y ese proceder no sería la primera vez que se produce en la historia de los dos países.
Lo que no parece transparente es la diligencia dominicana para lograr sentar, aunque sea la “sombra de las autoridades haitianas”, en una mesa de diálogo. E incluso se ha llegado hasta dejar los contactos entre autoridades locales de los dos lados de la frontera norte, dígase Juana Méndez y Dajabón.
Lo ideal
Al final, las aguas escasas del río Masacre deben tener un propósito conveniente para los dos pueblos de la isla y deben ser aprovechadas razonablemente. El diálogo puede ser una solución. Y no habría que descartar que a los haitianos se les permita una toma. Obviamente, debe ser el resultado de un acuerdo, y especialmente, mediante la construcción de una infraestructura que posibilite el manejo responsable de las aguas.
Aguas y conflictos
Las aguas están cada vez más escasas. No hace 50 años que ya se hablaba de que las guerras del futuro serían por el agua. Aquí y acullá los pueblos se han confrontado por las mismas para uso agrícola y para el consumo humano. El territorio nacional ha sido escenario de confrontaciones Inter vecinales por distribución y uso de agua agrícola, incluso, la tragedia no ha estado ausente.
Lo prudente, de nuevo mirando hacia Haití, sería evitar que el tema de la toma sobre el río Masacre sea utilizado para explotar el “sentimiento nacional anti haitiano” mediante un discurso de falso nacionalismo y defensa del interés nacional.
El tratado de 1929 y las aguas
De hecho, el tratado de 1929 prevé el uso de las aguas en la frontera por los dos lados mediante acuerdos bilaterales convenientes a las partes.
El artículo 10 del Tratado Paz, Amistad Perpetua y Arbitraje, firmado por los gobiernos de Haití y República Dominicana, en 1929 sienta las bases para una explotación compartida de las aguas de los ríos fronterizos.
El mismo establece: “En razón de que ríos y otros cursos de agua nacen en el territorio de un Estado y corren por el territorio del otro o sirven de límites entre los dos Estados, ambas Altas Partes Contratantes se comprometen a no hacer ni consentir ninguna obra susceptible de mudar la corriente de aquellas o de alterar el producto de las fuentes de las mismas. Esta disposición no se podrá interpretar en el sentido de privar a ninguno de los dos Estados del derecho de usar, de una manera justa y equitativa, dentro de los límites de sus territorios respectivos, dichos ríos y otros cursos de agua para el riego de las tierras y otros fines agrícolas e industriales”.
Es decir, que los haitianos tienen derecho a hacer uso de las aguas, pero como hemos apuntado, bajo los protocolos, acuerdos históricos, diálogos y los ajustes convenientes a estos tiempos. De hecho, en mayo de 2021, autoridades binacionales llegaron a entendidos sobre el uso de los recursos hídricos transfronterizos.
El agua seguirá siendo líquida
El agua no dejará de ser líquida y siempre podrá escaparse entre los dedos, que unas gotas rueden hacia el vecino no tiene que devenir en una confrontación. Lo importante es que se encuentren vías consensuadas que permitan soluciones, sin protagonismos más allá de lo que indican las normas entre los Estados, las convenciones que los rigen, y las acciones responsables de los gobernantes, aún en el supuesto de que en Haití no existe una autoridad con la cual dialogar. Pero sabemos que está ahí, siempre guiada por su carácter escurridizo. Más inteligencia dominicana y menos ruido mediático podría ser útil en la actual coyuntura.
.