Por Lito Santana
Tradicionalmente los fenómenos atmosféricos que azotan nuestro país traen consigo un informe de los organismos de socorro sobre los daños causados.
Así vemos que, tras pasar un ciclón, una tormenta u otro fenómeno de este tipo, vemos el vocero del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) enlistar la cantidad de personas fallecidas, heridas o desplazadas de sus hogares.
También revela las casas destruidas, los puentes dañados, los acueductos averiados, los postes del tendido eléctrico derribados y las pérdidas generadas por inundaciones en la agricultura o la pecuaria.
Pero ahora, además de esos daños habituales, acaban de agregarles los heridos por los efectos de "los teteos" pre tormenta.
¡Así como suena!
Un día después de la tormenta Franklin, el periódico Listín Diario divulgó un nuevo encasillado, asociado a los efectos colaterales del fenómeno, "los heridos del día previo".
Acogiéndose al informe del Hospital Traumatológico Darío Contreras se resume que "el pasado martes ese centro atendió a unos 40 pacientes con heridas de arma blanca, provenientes del sector Los Mameyes, de Santo Domingo Este, donde decenas de ciudadanos fueron captados, a través de videos, participando en “teteos”, en plena tormenta Franklin".
César Augusto Roque Beato, director del centro de salud, dio a conocer los pormenores de esta situación.
Y resulta que entre las personas había algunas heridas por armas blancas, por botellazos, pedradas y cuatro recibieron disparos, incluyendo un policía.
En otro teteo en Pedernales se reportaron dos heridos.
Es decir, los teteos causaron más daños en humanos que la tormenta, cuyo reporte original trajo dos fallecidos, en circunstancias no esclarecidas, pues dicen de un adolescente que murió mientras se bañaba en un río en Haina y un señor que, al parecer, se lanzó de manera suicida, a la cañada de Guajimía, en el Municipio Santo Domingo Oeste.
Se resalta que "los teteos" se produjeron a pesar de que los organismos correspondientes llamaron a la población a mantenerse en sus casas, salvo quienes vivan en condiciones vulnerables y que debían guarecerse en lugares seguros, pues todo el territorio nacional estaba declarado en alerta roja.
Hay quienes aducen que este desafío a la autoridad pudo estar influenciado por el día feriado concedido por el Gobierno para el día proyectado por el paso de la tormenta o a la pérdida del respeto a los organismos responsables de mantener el orden.
Cualquiera de estas dos posibilidades, no es más que la continuación de una conducta que se extiende en un segmento de la población, que prácticamente está en pleno desacato.
Son antivalores que cada vez ganan más terrenos en la población y que parecen pasar desapercibidos, entre quienes nos gobiernan.
Este “estilo de goce" se inició en los tiempos de inicio de la pandemia, causada por el COVID-19, y se ha quedado entre este segmento poblacional "que no le teme a nada".
Es momento de que el país preste atención a este problema, que de seguir en ascenso puede causar males mayores.
Todavía estamos a tiempo.