Por Santo Salvador Cuevas
La victoria política que posesiona a Claudia Sheinbaum como presidenta de México constituye un acontecimiento social que se debería estar celebrando en todos los hogares, donde son cabeza las mujeres.
Es un hecho histórico y atípico que impacta todos los países del norte de este Continente Americano, compuesto por tres naciones: Estados Unidos de América, Canadá, y los Estados Unidos de México.
La población de EE.UU. es de 337,000,000; la población de Canadá supera los 40,097,761 y la población de México alcanza a 126,705,138 habitantes; para una población total, en los países de Norteamérica de 503,802,899.
Es decir, esa victoria impacta en una población tan inmensa como única, pues no solo es la primera mujer presidente en todo el norte, sino que lo logra como la primera mujer, más de 200 años después del grito de Independencia Nacional
No estamos ante un evento cualquiera, sino ante el fruto de un proyecto humanista, progresista, democrático, revolucionario y de izquierda, asumido por más de un 60% de la población votante, a quienes se le presentó en campaña un programa de gobierno transformador y la gente votó por eso.
Para la República Dominicana que, desde la colonización y pasando por la guerra de Independencia Nacional, y hasta el día de hoy, no conoce de una mujer que haya ocupado la primera magistratura del país, es ejemplo especial.
De ese impacto global en todo el continente, no he visto las reacciones de ninguna mujer, de las que se proyectan como presidenciable en República Dominicana.
Eso significa que no se han dado cuenta, o no valoran los alcances de tan trascendental acontecimiento, que se ha dado bajo el dominio milenario de una cultura política patriarcal y machista.
No vi ni siquiera una saludo para Claudia Sheinbaum y el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que es el movimiento político que ha trazado la ruta de las mujeres al poder desde México, para todo el Continente.
Es la hora de las mujeres reivindicar el derecho que también les asiste a ser gobernantes de las naciones latinoamericanas.
Invito a las dominicanas a despertar y tomar iniciativas de vanguardia, en sustitución de la dependencia y la sumisión.
