La venta de carbón vegetal para uso doméstico, que casi se ha extinguido en las grandes ciudades de la República, sobrevive en algunos pueblos del suroeste, como en Vicente Noble, donde lo ofrecen marchantas que provienen de Bayahonda, Tamayo. El carbonero, al que Johnny Ventura le cantó como un trabajador en extinción, ahora sobrevive con rostro femenino, bajo el peso de la pobreza. Antes transportado en carretilla, ahora en un espécimen escaso, un burro. Detrás, un signo de estos tiempos, una todoterreno del año.