sábado, abril 20, 2024

Adiós a los paradigmas: se avecina un maratón de personalidades

Por Osvaldo Santana

No existen diferencias pronunciadas, político-ideológicas, o modélicas sobre la sociedad del futuro, entre los aspirantes al poder para las elecciones de 2024. Y los dominicanos tendrán que decidir entre “personalidades”, según matices discursivos y su comportamiento histórico.

Todos se caracterizan por un pensamiento marcadamente conservador o moderadamente centrista, y ambas caracterizaciones pueden recaer sobre cualquiera de los aspirantes, digamos, a la principal posición en juego, la presidencia de la República.

Pero no solo los competidores están marcados por ese sino. También las fuerzas que los sustentan. El Partido Revolucionario Moderno (PRM), es abiertamente conservador con matices liberales. Si bien sus pronunciamientos caen en la retórica de la justicia social, su práctica se alinea a las posiciones liberales y conservadoras a nivel internacional. Uno de sus propulsores en su desempeño como presidente de la República se asoció a los Estados Unidos y su coalición para enviar soldados dominicanos a Irak. Y como partido, está afiliado a la Internacional Liberal.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) surgió como una fuerza negadora de la postración frente a Estados Unidos, incluso, como un partido leninista por sus métodos de trabajo, colocado a la izquierda del socialismo democrático, al que se adscribió el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pero igual se convirtió en una maquinaria de poder, sin ninguna diferenciación importante de las demás fuerzas políticas, complaciéndose con gobernar con un sentido práctico a conveniencia.

Las caracterizaciones anteriores son válidas también para la Fuerza del Pueblo (FP), un desprendimiento del PLD que afirma su prédica en los años de gobierno de su liderazgo y pretende recaudar los anhelos de justicia social sobre el andamiaje en el que se  montó para entrar al juego, el Partido de los Trabajadores Dominicanos (PTD), una fuerza con raíces en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que pasó luego por el marxismo, y al final, devino en una pequeña entidad que pasó al sistema político convencional.

Todo eso concuerda con un momento en que las sociedades y actores políticos a nivel global, con contadas excepciones, se diferencian escasamente, mediante tonalidades de pensamiento, en atención a las realidades e intereses de cada fuerza en cada país. Un ultraconservador frente a un liberal. Una tendencia general a la desideologización de la política. 

El fin de las ideologías, válido en Occidente como en Oriente, excepto en aquellos partidos centralizados, como algunos sobrevivientes partidos comunistas gobernantes, que invocan una ideología como mecanismo de control, pero que administran según las reglas convenientes del mercado y de la política a nivel global.

Competencia de personalidades

En la República Dominicana los electores se verán abocados a votar según la valoración, simpatías o empatías que puedan generar los concurrentes a la contienda electoral. 

Podría afirmarse que no decimos nada nuevo, toda vez que al final se vota por un individuo. Sin embargo, ahora es mucho más claro que el juego se definirá por la percepción que cada ciudadano se construya del candidato, de su singular naturaleza, sin afiliación ideológica o partidaria, así de simple. 

Ideologías

Como apuntamos, no son visibles las diferencias ideológicas entre los potenciales concurrentes. Podrán apreciarse visiones o conceptualizaciones sobre el manejo del Estado, sobre la integridad o la capacidad de los líderes, pero no se hablará nada que tenga que ver con las ideas y concepciones acerca de la sociedad del futuro, acerca de un modelo social nuevo. Es como si hubiesen muerto también los paradigmas.

Las personalidades

Los dominicanos necesariamente, como nunca, votarán abiertamente por las personalidades, las individualidades en carne y hueso, con virtudes y defectos. Ellos serán, dramáticamente, la esencia de la campaña.

Capacidad discursiva, integridad personal, manejo de inteligencia emocional, crisis y administración del Estado. El que muestre mejor potencial como gestor de la cosa pública podrá correr en la delantera en la maratónica carrera que se avecina. 

A falta de ideas, podrían cobrar vigencia las descalificaciones o las campañas destructivas. La corrupción, en forma alguna, estará ausente de la campaña.

Propuestas

En esas condiciones, las propuestas de gobierno, las programáticas, pasarán a segundo plano, y prevalecerán, incluida la experiencia de Estado, el debate sobre las obras construidas, las realizaciones contrastadas como legado del paso por el poder, sea del partido, o del aspirante mismo. 

Opción diferenciadora

¿Habrá, en un panorama como ese, una entidad, un movimiento que se afirme en criterios que reivindiquen la construcción de una visión nueva de la política, y con ella, una propuesta de República donde prevalezcan valores fundados en una transformación verdadera, que supere al ya gastado slogan del cambio y prometa no solo valores, sino una renovada equidad que implique un reenfoque sobre la concentración del ingreso o la riqueza nacional en pocas manos, en desmedro de la inmensa mayoría?

¿O esa opción se quedará en el recuerdo o será como siempre parte del debate de unos cuantos que al final resultarían incapaces de alcanzar un acuerdo que recoja ese anhelo hace tiempo traicionado?

Osvaldo Santana
Osvaldo Santana
Osvaldo Santana es periodista.

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