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jueves, diciembre 26, 2024

Don Johnny Dauhajre, aficionado a los medios de comunicación toda la vida, nos narra sus vivencias 

Por Lito Santana

Santo Domingo. Juan Selim Dauhajre Antor, mejor estimado como Don Johnny Dauhajre, propietario de Cinevisón, Canal 19 en UHF (y sintonizable en los principales sistemas de cables del país), nos cuenta que está vinculado a la comunicación desde los 6 ó 7 años.

Unas veces alumbrando con un foquito los rollos de películas que llegaban a su entorno, otras veces haciendo películas con su camarita de filmación, o en otras ocasiones trabajando con la edición de publicidad… este hombre que ya tiene 79 años se las ingeniaba para desarrollar sus proyectos.

Él relata su vida a pronosticamedia.com en una entrevista que publicamos a continuación:

Don Johnny, cuando subíamos a su oficina vi la foto de un niño parado en la puerta de su casa y al lado una caja de las que se usaban para transportar rollos de películas. ¿Qué significa para usted esa foto?

Esa foto significa mucho. Me trae muchos recuerdos, porque yo vivía en San Lázaro, frente a la plazoleta de San Lázaro, y en frente nos quedaba la iglesia de San Lázaro, dónde estaba la Virgen de la Caridad, que es mi protectora y ahí tengo su foto… (Lo dice señalando la imagen). Esa virgen es milagrosa. Bueno, en esos maletines de metal, era que venían los rollos de las películas que mandaban para el interior del país, porque, como le digo, en la plazoleta de San Lázaro,  que estaba frente a mi casa, ahí se paraban las guaguas. Era una parada de guaguas que iban para el interior del país, sobre todo hacia el Sur, San Cristóbal, Baní…y otros pueblos y en esas guaguas era que llevaban esos maletines para los cines. De noche, yo me ponía a abrir esas maletas, y le sacaba un rollito pequeño, que eran los tráilers, los famosos tráilers, para verlos con un foco. Yo tenía, imagínese, 7 u 8 años, no más de ahí. Así comenzó mi afición por todo lo que es el cine. Además, me quedaban en las cercanías el Teatro Apolo, el Teatro Max, que era el que me gustaba a mí y también estaba el Teatro Olympia.

Era tanta mi afición por el cine que los domingos, yo iba tres veces. Iba a la tanda de las 10 de la mañana, la tanda de las 2 de la tarde y la tanda de las 5 de la tarde.

¿De dónde le surgió a usted esa vocación?

No sé. De niño siempre me gustó la fotografía. Mi primera cámara de fotografía la compré precisamente en la calle Mercedes, esquina Santomé, donde estaba el “Colmado La Metralla”, del señor Casimiro. Luego, la primera cámara, ya para filmar, fue la compré en la “Farmacia Esmeralda”, y me costó 75 pesos. Mi abuelo materno, en un viaje que yo di a Venezuela en el año 1956, me regaló 50 dólares y mi padre me dio otros 25 dólares. Así compré la primera filmadora. Déjeme decirle que hicimos una peliculita con los muchachos del colegio, en lo que era el “Fuerte de Isabel la Católica”, frente a los bomberos. Ese fuerte se llamaba Isabel la Católica y ahí hicimos una peliculita de vaqueros e indios, en el año 56. Lamentablemente ese rollo no lo conservé, se me perdió. Imagínese, y era como le digo, una odisea, porque uno filmaba algo, y para uno saber si eso había quedado bien o mal, había que esperar mínimo 2 meses y medio o 3 meses.

 ¿Y por qué?

Porqué el rollo había que mandarlo fuera, al extranjero. En tiempo de Trujillo, de la dictadura de Trujillo, cuando venía ese rollito, no llegaba directamente a tu casa. Eso iba al “Code Postal”, a un departamento que tenía la Dirección de Aduanas y tenía el Correo en el Puerto de Santo Domingo… Por eso se tomaba un tiempo largo. Para usted saber si algo salió bien, o salió mal, tenía que esperar tres meses.

¿En qué otra cosa usted se ha sentido un emprendedor? ¿Desarrolló algún proyecto en el cine?

En el cine no lo hice realmente. Pero sí creé una productora para hacer comerciales, que con eso fue que inicié Cinevisión. Le estoy hablando de 1978. De de esa productora salieron personas que son ahora famosos, como Archie López, que laboró con nosotros desde el año 1982 hasta el año 1992, más o menos. Ellos le decían a Cinevisión “La universidad”, porque yo comencé a traer equipos que otras productoras no traían, para innovar y hacer cosas nuevas. Por ejemplo, nosotros trajimos en el año 1986 la primera computadora para hacer dibujos animados, y así sucesivamente.

¿Qué hacía una productora en esos tiempos, sólo publicidad?

Montábamos anuncios comerciales. Los spots de televisión, era lo que se hacía. Recuerdo que este muchacho, el que hizo el “Poder del Jefe”, René Fortunato, todas las películas que él pasó a vídeo fue aquí, con los equipos que yo tengo, porque yo traje un equipo en el año 1978, para pasar de película a vídeo. En ese tiempo se hacían los comerciales aquí, pero se revelaba y se editaban fuera del país. Entonces, ellos mandaban una copia, por ejemplo, en 16 milímetros, esa copia había que pasarla a vídeo Y eso era parte de los trabajos que nosotros iniciamos.

¿En qué otras áreas usted ha estado incursionando desde sus tiempos mozos?

Yo me gradué de “Colegio de La Salle”, antes de cumplir los 18 años, en el 1962. En estos días esa generación cumplirá 61 años de graduados. Mi primera actividad comercial, después que me gradué de bachiller, fue importar discos por catálogos desde Venezuela, porque mis familiares en Venezuela tenían, además de la fábrica de refrescos Dumbo, tenían fábrica de discos. Ellos llegaron a tener la fábrica más grande de discos en Venezuela y yo importaba al país por catálogo, para vendérselos a las tiendas de discos. Esa fue una de las primeras actividades que hice. Luego, en el año 1964, mi padre instala una fábrica de refrescos, que fue la primera industria que aquí se instaló después de la dictadura de Trujillo, que se llamaba “Embotelladora Dumbo, C. por A”, salimos al mercado el 15 de mayo en 1964, y todo este negocio fue por iniciativa de Don Juan Bosch. Lamentablemente el gobierno de turno que nos tocó, después del golpe de Estado a Bosch, que fue El Triunvirato, no honró las facilidades que Don Juan Bosch nos había concedido, siendo Presidente de la República, para que nosotros nos instaláramos. Eso provocó que nosotros saliéramos, como quien dice, natimuerto, porque el capital de trabajo lo tuvimos que invertir para pagar impuestos de las maquinarias que trajimos del extranjero. Con Don Juan siempre tuvimos mucha cercanía. El vino dos veces aquí, a esta casa, siendo Presidente, para que pusiéramos la fábrica de refrescos. La primera vez no estábamos en la casa y el joven, que era el jardinero de San Cristóbal, le abrió la puerta. Cuenta el joven que ese señor le preguntó: ¿Jovencito, usted no sabe quién soy? No señor, le respondió. Entonces Juan Bosch le dijo: yo soy el Presidente de la República, yo soy Juan Bosch., Dígale al señor Dauhjre, que yo estuve por aquí, que volveré. Y así fue. Volvió como al mes y pico. Recuerdo que fue el Domingo de Resurrección de 1963. Naturalmente era día de fiesta y estábamos en casa. Don Juan sólo nos dijo que le lleváramos una carta que él nos apoyaría para que instalásemos esa fábrica de refrescos. Entonces se la llevamos. Él vivía en la avenida Lope de Vega, es una casa que luego fue de Víctor Méndez Capellán. El firmó la carta y le agregó “exoneración total”.

¿Por qué Juan Bosch tenía ese interés en que ustedes instalaran una fábrica de refrescos?

Porque él quería que el país avanzara.

¿Qué potencial él le vio a ustedes, a su familia en particular?

Era que él conocía a mi familia, desde Curazao y Venezuela. Porque mi familia, se tuvo que ir de aquí exiliada, en una goleta, en el año 1943. Lo hicieron de aquí a Curazao y de Curazao pasaron después, en el 1949, a Venezuela. Yo conocí a Juan Bosch teniendo 5 años. El fue a la casa de nosotros en Curazao. Mi papá siempre me llevaba, porque mi papá se casó en el año 1943, y el negocio que tenía con los abuelos míos, los padres de mi mamá, era embarcar frutos menores, para Curazao. Ellos exportaban tomates, aguacates, bijas, pacas de lana y otras cosas. Muchas veces, tenían que rentar aviones, porque los aguacates y los huevos se dañaban.

¿Qué otros asuntos comerciales manejó Usted?

Yo me tuve que involucrar en la fábrica de refrescos. Cuando vino la “Revolución de Abril de 1965”, yo tuve que coger con el muchacho, que le digo que era jardinero aquí, de la casa, a manejar camiones. Sucedió que los choferes abandonaron el trabajo y tuve que salir a vender refrescos y eso nos ayudó mucho. Pudimos levantarnos, porque estábamos en apuros, ya que al Triunvirato quitarnos las exoneraciones, tuvimos que pagar impuestos y prácticamente nos quedamos sin capital.  Eso fue desastroso. Entonces, yo viajaba mucho a Venezuela desde que tenía 5 años de edad y allá yo veía los camiones, todos llenos de botellones de agua.

Ya nosotros teníamos la fábrica de refresco y teníamos los filtros, porque nosotros fuimos la primera fábrica, donde el refresco salía frío de nevera. En el país se hacía el refresco, una parte con agua en el fondo y arriba el concentrado. Entonces, con un brazo se batía y se completaba el proceso.

Nosotros innovamos sacando el refresco preparado de una vez y listo para tomar frío de la nevera. Esa agua con la que hacíamos el refresco era purificada. Un día viene parte de mi familia de Nueva York y comentan lo buena que era para tomar el agua que le brindamos en la cena y nos dice: “carajo, qué agua tan buena. Y donde ustedes obtienen esa agua”. Yo le explico que es el agua de la fábrica de refrescos y ahí se me prendió un bombillo y pensé: vamos a echar pa´lante, porque teníamos los filtros. 

Así comencé llenando botellitas y envases, dizque para carros, hasta que me metí, entonces, en el proyecto de “Agua Niágara”. Más adelante nos asociaciones con otras personas y luego vendí mis acciones y me fui para mi fábrica de refrescos. Ahí armé la que era “Agua la Roca”. Un mes después salió al mercado Agua Cristal, que estaba el señor Angeli Garrido Agua. Niagara salió en septiembre del 1966 y Cristal salió en octubre de ese mismo año.

Es decir, que su vida se mantiene en contante relación con los negocios. Háblenos de cómo surge Cinevisión.

Bueno, como le digo, fue un poco difícil, romper la costumbre que tenían aquí las publicitarias de hacer sus comerciales en el exterior. Eso poco a poco se fue rompiendo, pero costó mucho trabajo y tuve que traer los equipos, y siempre estar innovando para poder demostrarles a las publicitarias que aquí se podían hacer cosas.



Es decir, de la productora de comerciales usted pasa a tener su propio canal de televisión.

Correcto. Bueno, eso yo se lo debo a un amigo muy querido, Miguel Sanz Jiminián, que en paz descanse, que venía por aquí en tiempo de campaña política a preparar sus anuncios, pues él era del Partidos Reformista y un día me dice: Johnny, pero si este estudio tiene aquí todos los equipos para poner un canal, por qué tú no lo pone., Y así comienza todo para Cinevisión en el año 1994. Ya yo para el año 1982 había tratado de conseguir una frecuencia en la Dirección de Telecomunicaciones, pero las concesiones estaban cerradas y comencé con mi papeleo hasta que conseguí la frecuencia. Primero fue el Canal 69, pero una serie de negociaciones con empresarios del sector aquí en la ciudad Capital y en Jarabacoa, donde operaba el Canal 19, me permitió traerlo para acá. Como canal 69 en UHF salimos al aire en febrero del 1995. Cinevisión sale con su señal en el año 2002.

¿Cuáles son las limitaciones que enfrenta esta actividad en la actualidad?

Tenemos una competencia demasiado feroz con el asunto de las redes sociales, primero porque las redes no pagan nada de impuestos. Todo el que está en redes es libre, no tienen que pagar nada. Nosotros, por ejemplo, en este año el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL) nos subió la tarifa de lo que llaman el derecho del uso del espectro de la frecuencia. Es una carga, aparte de lo que tenemos que pagarles a los sistemas de cable, porque es otra cosa antilógica, que nosotros tenemos que pagarles a los cables por nuestra programación.

Cuando ellos deberían ser lo que deberían pagar…

Exactamente.

¿Qué otra dificultad económica o política sufren ustedes?  

Bueno, las publicitarias saquí son muy, cómo le digo, aquí, decimos que hay 2 hobby en el país, que es la política y la pelota. Que son como los dos grandes fuertes que tienen los medios para acaparar audiencias. Entonces, las publicitarias son renuentes a colocar publicidad comercial en los programas de política y eso limita nuestro potencial económico. Recuerdo que cuando la pandemia del Covid-19 los medios televisivos tuvieron algún apoyo económico estatal para impulsar esos programas educativos que se demostró podían ser buenos para la educación. El mejor ejemplo son las Escuelas Radiofónicas Santa María, que impulsaron estas ideas.

Lo que pasa es que la política lo daño todo, lo permea todo. Ahora mismo, y eso se lo digo a ustedes, el periódico Listín Diario tiene una campaña que procura mejorar las condiciones de los presos en todo el territorio nacional que viven hacinados. Esos centros en vez de corregir a los detenidos, agrava su situación delincuencial. Sin embargo, durante el gobierno anterior se gastaron miles de millones de pesos en una ciudad carcelaria, que le dicen Las Parras o la Nueva Victoria, que se mantiene trancada, dañándose, no solo la infraestructura, sino todo el mobiliario que llegó a instalarse hace más de tres años, sólo por ponerte un ejemplo.

Y en el aspecto del incentivo a los medios comunicación para que cumplan más su rol educativo ¿qué debía hacer el Estado? 

Dar ciertos incentivos a estas empresas de comunicación como sucede con la Ley de Cine. Que se nos dé ciertos apoyos, tú me entiendes. Pero es todo lo contrario. Lo único que hemos logrado a través de la Asociación Dominicana de Radiodifusoras (ADORA) es postergar la liquidación a la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), hasta que recibamos el pago por los servicios que brindamos.

Veo que  Cinevisión coloca, con alguna frecuencia, mensajes educativos, muy cortos, que van directos a la conciencia de la población. ¿De dónde viene eso que ningún otro canal realiza?

Aprendí a elaborar esas frases u oraciones para atacar o denunciar cualquier situación que nos podría afectar o que yo considero en defensa del bien común, en Venezuela. Esa forma de comunicar ideas se la debo a mis visitas todos los años a Caracas, Venezuela, donde el

principal periódico, “El Nacional”, de la Familia Capriles, en su acostumbrado editorial tan sólo colocaba una frase u oración. Mensajes como: “Si el tránsito queremos solucionar, las auto ferias debemos regular, incentivando en cambio el sector agroindustrial y comercial”. O “Las grandes fortunas en nuestro país han sido hechas bajo el amparo, protección y complicidad de funcionarios de los distintos regímenes que han gobernado en nuestra nación, en perjuicio del pueblo y el Estado dominicanos”.

Veo estos recursos como una forma excelente de llegar a la población.

Si usted tuviera que decidir cuál sería el destino de las cosas en el país ¿qué habría que hacer para mejorar la suerte de los dominicanos?

Yo recuerdo, cuando estaba en la escuela, en la historia siempre hablábamos de los Cacicazgos. Esto era una isla dividida en cinco cacicazgos. En ese entonces llegó Colón. Yo creo que eso sigue igual aquí, es una lástima.

Aquí los ricos seguirán siendo más ricos y los pobres más pobres. Eso es lo que yo considero, gobiernos vengan, o gobiernos vayan. Aquí hay una clase, que no deja que esto, realmente, se desarrolle, como debe desarrollarse.
Y eso depende mucho de los políticos, no nada más de los que gobiernan. Yo digo que político es aquel que dice lo que va a suceder mañana y mañana te dice por qué no sucedió.

Muchas gracias, don Johnny.

Lito Santana
Lito Santana
Nació en Tamayo. Locutor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Aboga por la participación de todos los sectores en la solución de las dificultades por la que atrevieza el País.

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