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martes, diciembre 23, 2025
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Presidente Trump, con decisión irracional y provocadora

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Por Santo Salvador Cuevas

Usar la armada de los Estados Unidos de América, para interceptar el buque petrolero Skipper, que transportaba petróleo hacia Cuba, en plenas aguas venezolanas, no solo es un acto hijo de la prepotencia y el engreimiento de EE. UU., es también una violación grosera al derecho internacional y a la soberanía de un país, que se llama Venezuela. 

No fue una incautación ni una sanción económica, lo ocurrido en aguas venezolanas el 4 de diciembre del 2025, fue un robo en plena luz del día y ante los ojos del mundo.

Andan tan perdidos y equivocados, que se creen hasta con derecho a robar en territorio de un país soberano.

Estamos también frente a un acto de provocación que busca, con temeridad y con el uso de la fuerza, el miedo y el poderío, motivar respuestas o contra ataques del país agredido, y así justificar la invasión de sus marines con el uso de armas, misiles y submarinos, que cargan bombas atómicas de destrucción masiva.

Estamos ante acciones locas y de alto peligro, en donde ni las apariencias se guardan, sino que la Carta de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el tratado de Roma, que condena toda agresión contra un país soberano, tratados que rigen el orden y el derecho internacional, han sido burdamente ignorados por el presidente Donad Trump.

En el mundo ha nacido, con Donald Trump, una nueva era en la que un presidente de un país se cree con rango de emperador y con poderes universales para decidir, mandar y hasta matar, sin juicio previo, a humildes pecadores en aguas caribeñas.

La Casa Blanca debe retomar al camino de la diplomacia y el diálogo, abandonar el uso de la fuerza y la arbitrariedad.

Invadir a Venezuela implicará un costo político muy alto, en que se verá envuelto el pueblo estadounidense, que está opuesto a la guerra, pueblo que NO se cree la narrativa inventada contra el presidente Nicolás Maduro, asociándole a carteles del bajo mundo, sin contemplar que este es el presidente que controla la mayor reserva petrolera del mundo, y que es sabido por los pueblos que el objetivo final de la Casa Blanca es apoderarse del petróleo y demás recursos naturales de Venezuela,  como el oro, la plata, el coltán, las aguas potables y sus tierras.

Solicitamos la mesa del diálogo en la ONU. Apelamos al diálogo bilateral entre los presidentes Donald Trump y Nicolás Maduro.

La salida más inteligente y beneficiosa para todos es el diálogo.

Pero el diálogo será una pantomima si no desaparece antes el discurso guerrerista y amenazante de la Casa Blanca, con la apertura y la habilitación de las embajadas en cada país.

No habrá diálogo si no retiran primero los submarinos, los buques de guerra, los aviones que surcan los aires y las aguas del Caribe y Venezuela, y se pone costo final a la guerra mediática imperante.

Lo que se ve desde Venezuela, es que nadie va a ceder al chantaje y la presión en su tierra soberana, por potencias imperialistas.

Si asesinan a Nicolás Maduro, estarían soltando los demonios en América del Sur, y estarían inhabilitando al único interlocutor con que cuentan aún en tiempo de paz.

Hay que pensarlo muy bien.

Así mismo, apreciamos que, sin renunciar a sus derechos constitucionales y de soberanía, el presidente Nicolás Maduro, debe enviar señales de que también hay espacio para abrir acuerdos comerciales entre Estados Unidos y la industria petrolera de venezolana.

El mundo desea paz y reconoce el derecho internacional que tiene como punto de partida y como centro de gravitación a la Carta de la ONU.

 

Santo Salvador Cuevas
Santo Salvador Cuevas
Quien escribe es militante social de larga data, egresado con honores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) licenciado en Filosofía y Letras, con residencia en el municipio de Tamayo, al Sur del país.

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