Rafael Céspedes Morillo
Las relaciones con Julio y Ricardo crecieron con cierta rapidez. Me trataban como un "rey", me instalaron una segunda oficina en su lugar de trabajo, que era de gran nivel y estaba ubicada en Chacao.
Después de ganar, Julio me dijo un día: "Aquí tienes un despacho, una secretaria y todo lo que puedas necesitar, porque seremos más ricos que Cisneros, aunque haya que hacer lo que sea".
Fue la última vez que lo visité. Supe después que ha logrado ser muy rico en dinero, aunque no sé si más que Cisneros.
Los aguaceros en unas campañas traen esos lodos, aunque también agua limpia. Haber conocido a Maripili, a Felipe, a Omar, a los Cárdenas, a Rosina y a muchos más, es una de las cosas positivas, a pesar de distar de aquellos que se me perdieron.
Sin embargo, sigo recordando a mi secretaria por excelencia: Eneida Marval.
Uno de los puntos que no debo pasar por alto fue el acuerdo secreto con Irene Sáez. Fue necesario, conveniente y nos dio resultado.
El acuerdo consistía en que ella no retirara su candidatura, y así sucedió. Esto sentó las bases para que unos meses después Marisabel de Chávez la propusiera como candidata a gobernadora en Margarita, tras la muerte del entonces gobernador, el gran Fucho Tovar.
Estoy convencido de que la victoria del padre de Hugo Chávez como gobernador de Barinas fue un trabajo de calidad milimétrica.
Cuando Chávez me pidió que me encargara de eso, me dijo: "Demuéstrame aquí que es verdad que tú sabes tu vaina. Esta candidatura no la puedo perder, ese es mi Estado y ese es mi papá".
En ese momento, su padre perdía por 23 puntos, y solo faltaban dos meses y medio. Hicimos cosas, cambiamos cosas, inventamos cosas y amarramos cosas. Dos meses y dos semanas después, el padre de Chávez fue declarado ganador. Creo que este triunfo ayudó al que Chávez obtuvo un mes después.
En una oportunidad en que la oposición lucía desesperada, lograron doblar la voz de Chávez e imitarla, difundiendo un mensaje que decía: "Cuando gane, les voy a freír las cabezas a los copeyanos y a los adecos".
José Vicente Rangel tuvo acceso a quienes lo hicieron y consiguió que el imitador grabara un video admitiendo el fraude y señalando quién le pagó por ello.
Después de discutir qué hacer, se aceptó mi propuesta de realizar una rueda de prensa en el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) para denunciar aquello. En la mesa principal estaban sentados, de izquierda a derecha: Mueller Rojas, Marisabel, Chávez, Aristóbulo y Chirino. De pie, Maripili presentaba la actividad, mientras Barreto manejaba los controles de los videos, y yo, como siempre, estaba en un lugar visible solo para quienes era de interés.
Habló Mueller, pidiendo decencia; habló Aristóbulo, exigiendo al CNE el retiro del comercial; habló Chirino, explicando como psiquiatra, lo que eso significaba: una orden de muerte para Chávez.
Finalmente, Chávez dijo algo como esto: "Luchar por la patria es un deber de quienes la queremos. En mi caso, si eso incluye morir, bienvenida sea mi muerte. Pero no dejaré de luchar por mi patria. A quien le duela, que me acompañe, porque vamos por la victoria".
Los aplausos no paraban, duraron minutos y minutos. Mientras esto ocurría, la única persona que no habló desde la mesa fue Marisabel.
Sin embargo, su fotografía fue la primera plana de todos los periódicos al día siguiente. Esa foto capturó el momento en que ella acariciaba el brazo izquierdo de su esposo y derramaba una lágrima, con la actitud de decir: "Vean lo que siento", pero dejando entrever que deseaba que la vieran de esa forma.
El resultado fue que esa lágrima fue más poderosa que todos los discursos. Marisabel también sirvió como trampolín o medio para llevar el mensaje de Chávez para quienes no querían escucharlo.
¿Cuál podría ser la definición de mi labor profesional con Hugo Chávez? Fue una labor profesional no partidaria, pero para mayor precisión lo explicaré en el libro que estoy escribiendo y que aspiro esté listo para el mes de febrero próximo.
