Por Alfonso Tejeda
Con Joan Manuel Serrat y su canción “Entre un hola y un adiós” se me ocurre pensar que vislumbran la anunciada pretensión del presidente Luis Abinader, de que cuando abandone ese cargo en agosto del 2028, bajará la escalinata del Palacio Nacional acompañado de un legado que lo situará en un lugar prominente de la historia, alcanzado por acciones que le consagren ese logro, del que él mismo es titiritero.
Catapultado a la presidencia de la República en un momento en que el derrotero político parecía conducir al país hacia el descalabro institucional y moral, la honestidad personal y la novedad de su participación hicieron de Abinader la figura oportuna para frenar esa tendencia, pese a su inexperiencia en cuestiones de Estado, que ahora maneja con habilidad y desde el conservadurismo más extremo del que se le conocía.
Reconocido es por amplios sectores que Abinader superó con prontitud aquel estigma de “la tayota” con las que sus contrarios quisieron anularlo, y que hoy se expresa en correspondencia con lo que parece ser un mayor acomodo al “Laisserz-passer”, aunque a veces da notaciones de sacudirse de ese letargo y adopta actitudes que resucitan la desanimada esperanza de que implementará acciones ya impostergables que demanda la realidad.
La designación de Magín Díaz al frente del robustecido despacho que ahora conforman Hacienda y el ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, refleja esos destellos que alumbran el sendero por el que transita el gobierno en este período, que a casi un año de su instalación está agotado, necesitado de energía que le aporte la vitalidad imprescindible que lo conduzca hacia puerto de gran calado.
Esa intermitencia con que el presidente Abinader actúa, opera casi siempre en sentido adverso a lo esperado por la mayoría, y si bien ha tenido un contundente respaldo en lo que es la principal atención en su agenda, el tema migratorio cargado de antihaitianismo, y con la cuasi imposición de un mamotreto de código penal, que a decir de la Primera Dama y las tres hijas del matrimonio presidencial, juntas a otras y otros, aprobarlo así, traería “graves retrocesos” y marcará “el rumbo ético y social de República Dominicana”.
Los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, en sus momentos, devolvieron la pieza aprobada por el Congreso con la ausencia de las tres causales para reglamentar el aborto, y que ahora la disponibilidad del Ejecutivo de extender la legislatura por tres semanas apunta a ser un espaldarazo para decidir un código penal que tiene más de 20 años en discusión y cada nueva versión lo aleja más de lo que demanda la sociedad.
Cuando se ha referido al tema, el presidente Abinader ha recordado que en su casa comparte con cuatro mujeres –las que públicamente le advierten de las consecuencias de aprobar este-, y también ha postergado su decisión hasta cuando tenga en su despacho la pieza sancionada, además de que es un compromiso de campaña y una promesa del Partido Revolucionario Moderno (PRM): garantizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
Todas esas pretendidas garantías carecen del empuje y disposición del enamorado que Serrat refiere en su canción, quien siempre presto tenía la sombrilla para proteger a su pretendida ante la lluvia amenazante, se amigaba con los amigos de ella para tener algo en común, que atravesaba desiertos a pie para buscarle el agua que calmara su sed. Sin embargo, el presidente Abinader parece tener otra relación con su legado, ese que a veces saluda con “hola” y como respuesta recibe un “adiós”.
Alfonso , tenemos que reconocer tu capacidad envidiable de un comunicador con habilidades excepcionales con las que logras llegar de manera clara , precisa y concisa a los lectores.Este articulo tiene de particular tu empeno en ser lo mas objetivo posible , y sin lugar a dudas , lograste ese proposito , ! reconocimientos para ti !