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miércoles, junio 18, 2025
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Ucrania, Taiwán e Israel, las tres cerezas del pastel

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Por Federico Pinales

Las tres naciones más poderosas del mundo tienen un peligroso juego de ajedrez profundo, que puede concluir con la exterminación del mundo, en cuestiones de segundos.

Con las excusas de proteger a Ucrania, a Taiwán y a Israel, Estados Unidos, China y Rusia tienen a la humanidad en peligro de desaparecer.

Solo falta que un loco irresponsable, de cualquiera de esas tres potencias, un día pierda la paciencia, y sin analizar su conciencia, para medir la magnitud de las consecuencias, apriete el botón de una de sus armas nucleares, y la mande a volar por los mares, con el propósito de destruir a sus rivales.

Ahí mismo se armará la de Troya y la humanidad quedará atrapada en una olla de presión, en medio del Armagedón.

Las guerra de Israel con Palestina ha sido la provocación para el enfrentamiento global con el Medio Oriente y África.

Se utilizó a Ucrania como campo de entrenamiento para la fiesta bélica europea y se están preparando los asadores para iniciar la parrillada humana asiática en Taiwán y las demás naciones de esa región.

Como se puede notar a simple vista, la detonación de la tercera guerra mundial, que se viene desarrollando a baja intensidad, ha tenido como epicentro a estas tres cerecitas del gran pastel, que se intentan repartir: Estados Unidos, China y Rusia.

En el proceso acelerado para esa conflagración mundial a gran escala, los Estados Unidos cuentan con el apoyo de los europeos y otros aliados tradicionales en todos los continentes, muchos de los cuales están tratando de ser conquistados, pacíficamente, por los chinos y los rusos.

Utilizando métodos más inteligentes de convencimiento, descartando la violencia, el chantaje, la manipulación y la presión descarada e irreverente, algo que repudia la gente, sean estas indigentes o escasas de mentes.

Es una realidad que se da en todos los continentes, donde las grandes potencias, sin ninguna conciencia, han mantenido oprimidos a los pueblos pobres, pidiendo clemencia para garantizar una mínima supervivencia.

No a las guerras, no a las invasiones violentas para despojar a otras naciones de sus riquezas naturales.

No a las manipulaciones mediáticas para justificar las invasiones criminales contra las naciones más pequeñas.

Sí a La Paz, si a la convivencia pacífica y a las relaciones armoniosas, basadas en el respeto recíproco, sin arrogancias ni prepotencias contra los más débiles, territorial, poblacional, militar y económicamente.

Cuando las grandes élites mundiales entiendan que el respeto al derecho ajeno es la base para alcanzar la paz, estaremos avanzando y alejándonos de tantas guerras genocidas, promovidas y financiadas por los dueños de las industrias armamentistas y mediáticas que se benefician de los conflictos bélicos, sin los cuales dejarían de existir, como les sucederá, cuando uno de los desquiciados políticos que ellos patrocinan, decida apretar el primer botón nuclear.

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